Tiempos oscuros
"Oscuros tiempos nos esperan en los que tendremos que elegir entre lo correcto y lo fácil", confía a Harry Potter el rector del colegio Hogwarts, Albus (Michael Gambon), y a la vista de esta cuarta entrega, lleva razón. Después de un par de películas, las primeras, pensadas para la platea más pequeña (y confiadas a un realizador infantil, Chris Columbus), ya la tercera peripecia del niño mago, Harry Potter y el prisionero de Azkabán, de Alfonso Cuarón, comenzó a mostrar un cambio de maneras que, desde estas páginas, saludamos como el ingreso de Potter en la edad conflictiva.
Esa suposición se confirma ahora, aunque de la mano del competente Mike Newell; los mortífagos, esos terribles servidores del Mal, resultan tan siniestros como aquellos servidores del Bien del capítulo anterior. Y Voldemort no es más que otra reencarnación de Sirius Black, protagonista indiscutible también de El prisionero de Azkabán.
HARRY POTTER Y EL CÁLIZ DE FUEGO
Dirección: Mike Newell. Intérpretes: Daniel Radcliffe, Emma Watson, Rupert Grint, Ralph Fiennes, Mark Williams, Eric Sykes, Timothy Spall. Género: fantástico, Reino Unido-EE UU, 2005. Duración: 157 minutos.
O dicho de otra forma, que se mantienen en este Cáliz de fuego las constantes ya apuntadas en las entregas anteriores. Por una parte, el combate incesante entre los aspirantes a magos y el lado oscuro. Por otro, Potter sigue en posesión de esa pesada herencia dejada por sus asesinados padres y que hace de él un ser aparte, tanto que se le permite también, para qué cambiarlo si ha funcionado hasta la fecha, el torneo en el que deberán forjar su personalidad los personajes principales.
Por lo demás, recorre este episodio senderos abiertos por el anterior como ese laborioso germen de romance entre Emma y Ruppert, al tiempo que se muestra abiertamente que Harry siente deseos por un personaje femenino. Newell proporciona, pues, lo que de una continuación de Potter se espera: espectacularidad, ordenado regreso a los escenarios y personajes de siempre, más esos esbozos de aventuras galantes que nos recuerdan que los chicos crecen y sus aventuras se orientan hacia una platea más adulta. Si acaso, por poner un pero en una operación limpiamente ejecutada, el cuarto de hora más que dura esta versión con respecto a la anterior se antoja un tanto excesivo.
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