Diatriba descontrolada
Entre los numerosos puntos negros colaterales a la invasión de Irak por parte del Ejército de Estados Unidos, el 19 de noviembre de 2005 ocupa un lugar lamentablemente trágico.
Veinticuatro personas inocentes (mujeres y niños entre ellas) fueron asesinadas como represalia por la muerte de un soldado americano tras una bomba de los insurgentes iraquíes. En abril de 2007, cuando la película ya estaba en proceso de rodaje, saltó a la prensa un informe interno del Ejército estadounidense en el que se acusaba a los altos mandos de "fomentar un ambiente en el que no se valoraban las vidas de los civiles". La batalla de Hadiza, película británica dirigida por el habitual documentalista Nick Broomfield, da cuenta del cruento hecho.
LA BATALLA DE HADIZA
Dirección: Nick Broomfield.
Intérpretes: Elliot Ruiz, Yasmine Hanani, Andrew McLaren, Oliver Bytrus.
Género: bélico. Reino Unido, 2007.
Duración: 93 minutos.
La primera película 'online' será 'Beyond the rave', la próxima primavera
Dividida claramente en dos segmentos (la presentación de personajes, tanto militares como insurgentes y civiles inocentes, que posteriormente se verán involucrados en el conflicto, además del hecho en sí y sus consecuencias), la película podría resumirse con el famoso enfrentamiento de Kirk Douglas y Adolphe Menjou en Senderos de gloria (Stanley Kubrick, 1957): "¡Me disculpo, señor, por no haberle dicho antes que es usted un degenerado, un viejo sádico, pero aunque me pudra en las profundidades del infierno, no le pediré más disculpas!".
La tropa siempre se lleva la peor parte mientras el alto mando se lava las manos. Broomfield dirige huyendo del ultrarrápido montaje de la mayoría de las películas bélicas actuales, lo que en algún momento puede dar a ciertos espectadores una falsa impresión de rayar en lo pedestre. Sin embargo, es en el guión donde La batalla de Hadiza se hace más discutible, sobre todo en sus diálogos. Partiendo de la base de que a la cadencia en la exhibición de los hechos y al retrato de los personajes poco puede objetársele, es en el carácter discursivo de las conversaciones donde la historia se viene abajo. Así, no son pocas las frases donde se ofrece información al espectador (sobre la situación en Irak, ya sea logística, económica o política; sobre el papel del Ejército americano; sobre la sombra de Sadam Husein...) a través de afirmaciones que son escuchadas por personajes que conocen de sobra tales hechos u opiniones. Además, las aseveraciones son pronunciadas en circunstancias donde lo menos plausible es que los protagonistas se pongan a charlar sobre tales temas. Es como si Broomfield y sus coguionistas quisieran dejar clara su crítica a la invasión y de qué lado están, pero no supieran dónde ni cómo introducir sus diatribas. De modo que se olvidan de la máxima de Lesser Samuels, guionista de El gran carnaval, de Billy Wilder: "El dramaturgo que se pone a escribir sobre un tema social o político no debe enfadarse. Debe mantener su humor mientras induce a su público al enfado".
Babelia
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