Amor al tercer grado
En el primer encuentro en la pantalla que vemos entre Samuel (Sauras) y Eva (López de Ayala), novios y aspirantes a una vida en común, ésta contempla a aquél dormido. En la boca de la muchacha baila una semisonrisa, mitad irónica, mitad tierna. Ella mira, él es mirado: nada más metafórico ni más contundente que esta presentación de personajes porque, a lo largo de lo que veremos en las casi dos horas que seguirán, ella tendrá siempre los ojos abiertos mientras que él sólo aprenderá a irlos abriendo poco a poco. O dicho de otra manera, que Eva sabe perfectamente lo que quiere, mientras que Samuel tendrá que ir descubriéndolo. Y lo que habrá de descubrir no es baladí: nada menos que la paternidad, el compromiso, el sentido de la vida.
BIENVENIDO A CASA
Dirección: David Trueba. Intérpretes: Alejo Sauras, Pilar López de Ayala, Ariadna Gil, Juan Echanove, Jorge Sanz, Javivi, Julián Villagrán, Concha Velasco. Género: comedia dramática. España, 2005. Duración: 118 minutos.
Cuarta película de uno de nuestros más talentosos directores, Bienvenido a casa, con la que acaba de ganar el premio al mejor realizador en Málaga, es un filme sobre qué significa compartir, sobre la vida en común, ese sometimiento "del amor al tercer grado", que se dice en algún momento del desarrollo de la peripecia. Y como toda película que bucea en apnea y sin traumas por la realidad, aquí no se escatiman frases rotundas ni diálogos brillantes e inesperados, una de las marcas de estilo del Trueba novelista y guionista.
Cicerones
Lo que interesa al director no es otra cosa que mostrar el proceso de una educación sentimental. No cualquiera, sino la de alguien criado -es uno de los temas fundamentales en el cine de un director cuyas criaturas adolecen siempre de algún fallo en la construcción de la protectora sombra paterna- por una madre peculiar; la de un ser humano al cual el compromiso no le fue enseñado jamás y para quien la vida puede llegar a ser cualquier cosa menos algo fácil.
Le ayudan en su aventura no sólo su novia, sino un grupo de compañeros de trabajo/cicerones por la existencia en el cual, también un signo de identidad en el cine de Trueba, se dan la mano registros interpretativos muy diferentes, con los que el director parece disfrutar componiendo un grupo intensamente peculiar. Algunos son francamente desagradables, como el que interpreta Ariadna Gil (¿una private joke del autor?) o el que borda Jorge Sanz, en un personaje hecho a su medida. Otros son adorables, como el ciego crítico de cine que incorpora Echanove y al cual el director parece profesar más simpatía de la que parece. Y entre todos, con sus excesos y sus defectos, terminan por construir un microuniverso radicalmente interesante, por el que la vida de verdad se escapa a chorros. Eso y la ternura que siempre demuestra Trueba por sus criaturas nos sitúan frente no ya a una buena, sino a una excelente película, repleta de sinceridad, que muestra sin pudor sus descosidos, sí, y también sus hermosos, impecables logros.
Babelia
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