Alcohólico Papá Noel
Santa Claus está agarrado a un cubo de basura en un inhóspito callejón, vomita las infinitas copas que acaba de engullir en un bar en el que no ha parado de mirar el culo a las chicas mientras soltaba un taco tras otro. Desde luego, no es la típica imagen de una película de Navidad, por más que Bad Santa se estrene esta semana y que tenga como protagonista a un tipo disfrazado de rojo y blanco. Tampoco se podía esperar otra cosa de Terry Zwigoff (Ghost world, 2001), un director empeñado en fijar su mirada en las esquinas más descuidadas y estrambóticas de la sociedad contemporánea y de la mente humana desde un realismo tan sucio como en el fondo afectuoso.
Los protagonistas de Bad Santa son dos parias, dos miembros del club de los perdedores de la vida que han decidido vengarse de la sonriente, banal y mentirosa comunidad del gran centro comercial, el regalo, el papel celofán y el lazo de colores: un alcohólico ladrón, experto en cajas fuertes, y un enano de raza negra en el que todo el mundo clava una ojeada condescendiente; un equipo perfecto para trabajar como Papá Noel y elfo navideño repartiendo sonrisas a los niños para luego desvalijar cada año una gran superficie que les proporcione Jack Daniels y vagancia hasta las próximas Pascuas. A ellos hay que añadir nada menos que al típico niño gordo y algo retrasado al que siempre machacan los demás críos en el colegio.
BAD SANTA
Dirección: Terry Zwigoff. Intérpretes: Billy Bob Thornton, Ajay Naidu, Lauren Graham, John Ritter. Género: comedia. Estados Unidos, 2003. Duración: 91 minutos.
Zwigoff y sus guionistas elaboran un muy buen retrato de personajes desde una incorrección política salvaje no exenta de cierto cariño. Así, a pesar de la actitud de este borracho incapaz de la menor inclinación a la cordialidad, siempre hay un gesto, una frase, una mirada que lo rescata del agujero para convertirlo en el clásico antihéroe del cine. Una labor en la que tiene un papel primordial la contenida interpretación de Billy Bob Thornton, que en el momento justo siempre redime a su personaje de la cárcel moral.
A ritmo de banda sonora
Zwigoff dirige su historia con un ritmo muy ágil a través de una planificación y un montaje que juega en muchos momentos con la cadencia de la banda sonora en las réplicas y contrarréplicas de los diálogos. En diversas secuencias, se deja entrever el toque maestro de algunos de los mejores trabajos de los hermanos Coen, que no por casualidad son los productores de la cinta. En definitiva, la nueva obra de Zwigoff, como ya lo era Ghost world, es una notable película tan extraña de ver como difícil resulta analizar su final sin desvelar demasiado al espectador. Simplemente digamos que los creadores podían haber encontrado un desenlace más negro y amargo, poniendo siempre un especial cuidado en que no supusiera un castigo para sus personajes.
Babelia
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.