¿Es posible la propuesta socialdemócrata?
El fuerte impacto de los resultados electorales sobre el sistema político catalán está aún por digerir. Los que han ganado tienen que repensar muchas cosas, pero lo tienen peor aquellos que han sufrido un notable revolcón a pocos meses de las elecciones municipales. La rapidez con que Montilla asumió las responsabilidades por el mal resultado del PSC contrasta con los grandes interrogantes en los que sigue inmerso uno de los partidos centrales de la Cataluña democrática. El debate mezcla nombres e ideas. Más nombres de personas que ideas de renovación. Me temo que no se ha entendido la necesidad de repensarse como organización política, una organización que ha vivido a caballo de ideas socialdemócratas bien asentadas y establecidas desde hace decenas de años. La socialdemocracia surge como fuerza hegemónica en la Europa de la segunda posguerra, al ser capaz de combinar, con acierto, aceptación de la economía de mercado con un énfasis redistributivo que se plasma en las políticas sociales de universalización de una base de bienestar común. El problema es que las bases estructurales en que se asentaba esa combinación están hoy profundamente en cuestión. No disponemos ni de una estructura de clases estable, ni de una economía fundamentada en un mercado nacional, ni de la capacidad de asegurar el futuro de las políticas de bienestar para una población crecientemente vulnerable y laboralmente precarizada. Tras tantos años de gestión del capitalismo de rostro humano, en el momento en que el sistema económico tiende a naturalizarse y quiere desprenderse de los costes de la redistribución, la socialdemocracia ha pasado de ser parte de la solución a convertirse en parte del problema.
¿Hemos de avanzar en la sociedad del conocimiento sobre la base de mantener los privilegios de los de siempre?
Una persona tan poco susceptible de ser calificada de radical como Michael Walzer afirma en Dissent que el problema de la socialdemocracia en el mundo occidental es que su posición no puede ser calificada ya ni de revolucionaria ni de reformista, es simplemente convencional. ¿Qué caracteriza a la socialdemocracia?: una combinación de democracia, de regulación de la economía de mercado y un conjunto de políticas de bienestar. Pues bien, en las tres cosas vamos mal. Mientras no demos respuesta a qué quiere decir democracia, regulación del mercado y políticas de bienestar hoy, la socialdemocracia no podrá remontar el vuelo, ni aquí ni en ninguna parte. Menos democracia de baja intensidad y más exploración de caminos participativos. Menos gestión del capitalismo y más política de transformación. Menos aceptación de lógicas eficientistas y más capacidad para rearticular pactos sociales por la defensa de la inclusión social. Walzer afirma que si se quiere seguir luchando por el componente básico de la izquierda, la equidad, debe recuperarse la política, la insurgencia.
En este escenario, centrar el debate en la mayor o menor catalanidad del PSC parece como mínimo insuficiente. ¿Es creíble que los miles de votos que ha perdido el PSC proceden básicamente de gente descontenta con su tibieza en la defensa del autogobierno catalán? En un país convertido en una sociedad de propietarios, mal acostumbrados a años de francachela y buen vivir, lo que proyecta la clase media hegemónica es: "Queremos regresar a los buenos tiempos". Y el voto, con matices diversos, creo que refleja ese mensaje, entregando a CiU el regalo envenenado de conseguirlo. La acumulación de interrogantes que tenemos como comunidad es notable. Y cualquier partido que pretenda ser mayoritario debería poder afrontarlos. ¿De qué hablamos cuando nos referimos a crecimiento? ¿Siguen siendo solución las autopistas, el buscar el agua donde sea, el construir siempre que sea posible, el tener coches cada vez más rápidos? ¿Son los inmigrantes o los pobres que no se esfuerzan los que ponen en peligro las políticas de bienestar? ¿Hemos de avanzar en la nueva sociedad del conocimiento sobre la base de mantener los privilegios de los de siempre? ¿Podemos seguir confundiendo propiedad y uso? ¿Con quién establecer alianzas? ¿Cuáles son los agentes de cambio y de transformación en el siglo XXI?
Joan Subirats es director del Instituto de Políticas Públicas de la UAB
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