Un debate periférico
El debate en TV-3 entre los cabezas de lista de los partidos catalanes me pareció provinciano. Quizá Cataluña ya no es motor de ninguna España. No se trataron los temas clave en unas elecciones legislativas que decidirán el rumbo de la política general en los próximos cuatro años. ¿Cuáles serán las líneas fundamentales de la política económica? ¿Qué idea de Europa proponen? ¿Cuál debe ser la política exterior? ¿Qué modelo territorial del Estado se pretende desarrollar cuando se cumplirá el 30º aniversario de la aprobación de la Constitución en este año? ¿Qué medidas se adoptarán para corregir de raíz la política educativa y universitaria? ¿Qué se propone con relación a la inmigración sin caer en la demagogia y la provocación?
Al terminar el debate me quedé igual. Nadie contestó a estas preguntas. Nos marearon con gráficos y cifras al gusto de quien las utilizaba. Fue un debate ordenado en el planteamiento y fallido en su realización, con interrupciones excesivas, rígido en el orden de palabras, sin soltura ni fluidez en su desarrollo. En una palabra, aburrido. En algún momento me pregunté: ¿qué está fallando o faltando? Los candidatos presidenciales. En unas elecciones legislativas, enfocadas por todos los partidos como presidenciales, los debates son de segunda división si no están los únicos candidatos que tienen la posibilidad de acceder a La Moncloa. No es lo mismo Zapatero que Chacón, o Rajoy que Nadal. Así que el debate estaba devaluado antes de empezar.
Me sorprendió el bajo nivel de Duran Lleida y Joan Ridao, dos excelentes oradores. Incluso compitieron poco entre ellos para ganar el voto nacionalista catalán. A lo mejor les traicionaron las ganas de estar en un debate imposible con Zapatero y Rajoy. Chacón estuvo correcta sin destacar, más allá del golpe de efecto de mostrarle unos cuantos periódicos a Duran Lleida, como prueba del baile de la confusión en CiU, que no sabe ni adónde va, ni de dónde viene, ni dónde está. Dolors Nadal tiene cara de no morder hasta que habla. ¡Qué cosas dice! La verdad es que consiguió atraer con su discurso demagógico y racista los cortes y respuestas contundentes de Joan Herrera. El diputado de ICV-EUiA fue el único candidato que presentó un perfil ideológico claro frente a la confusión de todos los demás, que compitieron en ofertas clientelares.
Fue un debate periférico, como si se tratara de discutir solamente de Cataluña, de su financiación, de las infraestructuras, de la vivienda, del despliegue del Estatuto. No digo que todo esto no sea importante, pero las elecciones son legislativas y no autonómicas. Las minorías catalanas serán decisivas en unas elecciones que se prevén equilibradas. Para Cataluña sería un desastre la victoria del PP, pero tampoco sería una buena noticia un resultado abultado de los socialistas.
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