Manada de lobos
Así ha bautizado, con gran acierto, el ministro sueco Anders Borg la actuación de los especuladores estas últimas semanas con relación a las cotizaciones en los mercados de deuda o de divisas, actuaciones que han puesto en grave peligro países y monedas. Palabras parecidas se han oído últimamente en la Cámara de los Comunes y en el Senado norteamericano.
A menudo, en política, se acostumbra a acertar más en las palabras que en las actuaciones. Dicho de otra forma, el festival mediático actual hace que sea más importante lo que se dice que lo que se hace. Basta observar como la mayoría de las noticias políticas se refieren a declaraciones de políticos y no a sus actuaciones. El atril y la rueda de prensa es el instrumento central de la política, cuando deberían ser un simple complemento. Y el responsable de comunicación acostumbra a ser el número dos de un gobierno o de un partido. Parece que los gestos se convierten en más importantes que los hechos. Y cuando los hechos, como ocurre a menudo, no acompañan ni siguen luego a los gestos o a las palabras, se produce el lógico desencanto que estamos constatando.
¿Por qué no centramos el objetivo en eliminar la especulación desorbitada?
El símil animal utilizado por Borg me ha hecho pensar estas consideraciones que acabo de exponer. Estoy comparando indignado por las actuaciones lentas, vacilantes e insuficientes de la Unión Europea frente a la excitación financiera en las bolsas, y su coincidencia temporal con la finalización del informe que el comité de expertos presidido por Felipe González ha entregado al presidente del Consejo Europeo planteando reformas urgentes para el futuro de la Unión. No es el momento de detallar a fondo el contenido del informe, que por cierto coincide en gran parte con las conclusiones del que, por encargo del presidente Montilla, un grupo de catalanes con experiencia en la UE elaboró y finalizó hace ya unos meses.
Pero sí es el momento de repetir que, tanto en un informe como en el otro, se insiste en la urgencia de reformas en una triple dirección:
1. Dotarse de un auténtico gobierno económico común para todos los países de la zona euro, ya que las grandes ventajas de una moneda única no se pueden alcanzar sin una coordinación estrecha de las políticas económicas y ello crea situaciones de debilidad en algunos países.
2. Establecer un "pacto de estabilidad" mucho más riguroso que el que se produjo en el momento de la creación del euro, que implique normas presupuestarias más estrictas para todos los países, mecanismos de control a priori por parte de la UE y sanciones por incumplimiento.
3. Poner en marcha la emisión de "deuda pública europea" por parte del BCE, de forma que se consiga por la vía de la normalidad la solidaridad financiera de los países de la zona euro y no haya que improvisarla en el momento en el que se produce un ataque de la "manada".
Medidas como estas asegurarían una protección permanente a los países del euro, lo que supondría una nueva y gran ventaja para todos ellos, frente a situaciones de inestabilidad como la presente.
Pero yo creo que hay algo de más importancia que no se aborda por falta de liderazgo y que ya no se puede obviar más. Cuando alguien que dispone de escopetas de caza tiene conciencia de que existe una manada de lobos merodeando por el territorio, organiza una batida para eliminarlos. Y si no tiene a mano las armas, procura hacerse con ellas mientras protege entretanto a sus ovejas. Una vez hemos proclamado, con palabras, que los especuladores son asimilables a los lobos y, por tanto, aceptamos que sus actuaciones son perniciosas, ¿por qué no centramos el objetivo en eliminar la especulación desorbitada?
¿Se pueden seguir poniendo objeciones a la regulación de los mercados financieros y seguir aceptando la locura de operaciones especulativas que, sin ninguna utilidad social, producen grandes beneficios y al mismo tiempo grandes trastornos que desestabilizan países y generan paro, sufrimiento y empobrecimiento?
¿Será verdad, como dice el informe González, que hace falta un liderazgo político claro y resuelto, sobre todo en el Consejo Europeo, y que se da la impresión de que el poder político representa cada vez menos los intereses generales de la sociedad y se pliega a la presión de los grupos económicos y financieros?
Las escopetas contra los lobos son la regulación nacional y sobre todo internacional. ¿A qué espera el G-20?
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