Una legendaria venganza contra la miseria
Carlos García Alix estrena El honor de las injurias, un documental que se adentra en el horror de la guerra y del fanatismo a través de la figura de Felipe Sandoval, pistolero anarquista que se quitó la vida en julio de 1939 en un centro de detención
Toda su vida fue un calculado ajuste de cuentas contra las injurias de su pasado. Una venganza contra la pobreza y el hambre. Contra la miseria de su infancia. Felipe Sandoval, dirigente de la temida checa anarquista durante la Guerra Civil, atracador y asesino, es el protagonista de un largo e interminable ajuste de cuentas que narra y dirige el pintor y escritor Carlos García Alix (León, 1957) en el documental El honor de las injurias, que se estrenó ayer en Madrid, tras su paso por diferentes festivales. A lo largo de hora y media y con miles de documentos, fotografías e imágenes de la época -más de un 80% del filme está realizado con material de archivo- y con cuatro únicas fotos del rostro de Sandoval, García Alix se adentra en el horror de la guerra, del fanatismo y del crimen a través de este hombre alto, de manos grandes, cortés y reservado, que se convirtió en toda una leyenda al más puro estilo gansteril.
El honor de las injurias nace de una curiosidad que se convirtió poco a poco en obsesión. La primera noticia que conoció García Alix de Sandoval fue la de su muerte. La leyó de un tirón una noche de 1998 en un libro que le prestaron de Eduardo Guzmán, Nosotros los asesinos. "Le han pegado sin compasión y tiene más cara de muerto que de vivo. Arroja varias bocanadas de sangre que un policía le obliga a limpiar del suelo aunque cada movimiento le arranca dolorosos quejidos", escribe Guzmán sobre su compañero de cautiverio Felipe Sandoval. Corría el mes de junio de 1939 y el anarquista había llegado al número 36 de la calle de Almagro, de Madrid, pocos días después de la derrota de los republicanos, dentro de la conocida como Expedición de los 101: los más buscados, los más odiados, dirigentes políticos y sindicales, diputados, gobernadores, alcaldes, periodistas. Todos habían sido capturados en Alicante, adonde huyeron en busca de un barco que les llevara al exilio y en el que nunca embarcaron. En el centro de detención, la policía le obliga a realizar una confesión que escribe y firma. Tenía 53 años y era ya un hombre envejecido y enfermo de tuberculosis. Acuciado por sus compañeros, que le acusaron de traidor, Sandoval se quita la vida. Nadie reclamó su cadáver. El 6 de julio de 1939 fue enterrado en una tumba de tercera del cementerio del Este en Madrid.
Han pasado ya diez años y García Alix no puede olvidar la impresión que le produjo la escena descrita por Guzmán de "aquella figura destruida por las torturas y palizas" y su convencimiento de algún secreto inconfesable en el pasado de aquel hombre. Cuando decide emprender la busca y captura de Felipe Sandoval, García Alix no lo hace con el objetivo de hacer ninguna película, ni siquiera de escribir un libro. Fue en la primavera de 2005, siete años después de sus primeras indagaciones, cuando surge la posibilidad de realizar un largometraje documental, producido por Guillermo Salafranca para No hay penas, una sociedad de nueva creación que nace con el objetivo de producir todo tipo de proyectos audiovisuales.
Felipe Sandoval fue uno de tantos hijos de la miseria. De padre desconocido, nace en el barrio de las Injurias de Madrid el 26 de mayo de 1886, sólo nueve días después del que luego llegaría a reinar bajo el nombre de Alfonso XIII. Albañil de profesión, ayuda de cámara en una adinerada familia de París, su vida va unida al sueño anarquista de la revolución social. Atracador primero y valeroso hombre de acción después, durante la Guerra Civil se convierte en un asesino despiadado. Se le consideró el enemigo público número uno, se le conoció como el doctor Muñiz y su nombre está detrás de famosos robos como el de una oficina del Banco de Vizcaya, en la que al más puro estilo gansteril y en apenas diez minutos roban 40.000 pesetas. Responsable de una temida checa anarquista, fue el organizador del asalto y la quema de la cárcel Modelo de Madrid, el 22 de agosto de 1936, que terminó con la matanza de conocidos políticos de derechas y provocó un auténtico shock en la República.
Ha sido una laboriosa búsqueda de documentos en los más importantes archivos y hemerotecas nacionales e internacionales (Histórico Nacional, Justicia Militar, el Nacional francés, el IESS de Ámsterdam) para armar esta historia que obtuvo el segundo premio en la sección de Tiempo de Historia de la Seminci del año pasado y el del público en el Festival de Annecy, en Francia.
Su estreno en las salas -ninguna distribuidora ha comprado la película y ha tenido que ser la propia productora la que se ha puesto en contacto directamente con los exhibidores- coincide con la polémica sobre la memoria histórica y la causa abierta por el juez Baltasar Garzón para investigar los crímenes del franquismo. "La película está ya en ese debate, se implica porque los horrores de exterminar al enemigo no pertenecieron solamente a la derecha. Es la parte más incómoda, pero revela y reivindica la dignidad de las víctimas", explica su director, que enfatiza la ayuda inestimable que encontró en los archivos y organizaciones anarquistas -como el Fondo Anselmo Lorenzo-, absolutamente necesarios para la realización del proyecto. "Desde el primer momento les hablé del personaje sobre el que giraba el documental y no me pusieron ningún problema, encontré en ellos una colaboración muy grande. Una vez vista la película, ha habido reacciones diversas, algunos hablan de una conspiración, ya que se les hace difícil la visión del personaje sin hacer hincapié en los puntos más positivos del anarquismo, les resulta incómodo enfrentarse a esta parte tan violenta y terrorífica, pero es verdad que muchos centros de estudios anarquistas lo están proyectando y hasta la FAI la ha metido en YouTube, con su propio logotipo. Ésa es la mejor manera de hacerla suya", explica García Alix.
El honor de las injurias se presentará a las candidaturas al mejor documental de los Premios Goya, cuya gala se celebrará en enero de 2009. "La película ha circulado por festivales, universidades y distintos centros, no ha estado guardada en un cajón, pero los Goya serán nuestro último cartucho para que la película llegue al público", asegura su director sobre un proyecto que ha resultado complicado y caro, y que sólo ha salido a la luz por "pura militancia".
El honor de las injurias (2007). Director: Carlos García Alix. Se estrenó ayer en el Pequeño Cine Estudio Magallanes (Madrid).
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