"Cambiar es lo único que me divierte"
Cuando era un niño, a Lucio Dalla (Bolonia, 1943) le gustaba contemplar en invierno los tejados nevados de su maravillosa ciudad, a la luz de la luna. Ese recuerdo le ha servido para titular su último espectáculo La neve con la luna, que presenta hoy en Madrid. Dalla, un nombre ligado a éxitos de las dimensiones de Caruso, un tema del que se han vendido 50 millones de copias en el mundo, regresa después de 18 años de ausencia de los escenarios madrileños con este concierto, basado en su último disco, Il contrario di me, al que añade algunos viejos éxitos. "En Madrid pienso introducir también temas míos que han cantado Ana Belén, Víctor Manuel o Joaquín Sabina, porque la gente los conoce bien". La voz intensa de Dalla se escucha a través del teléfono mezclada con ruidos urbanos. O más bien, marinos, porque el artista habla desde su barco anclado en Taormina (Sicilia). "Cambiar, hacer cosas diferentes, es lo único que me divierte", reconoce el maestro en esta entrevista en la que se declara votante de izquierdas y amigo de Berlusconi. "No creo que hoy día la derecha represente el poder, ni la izquierda la fuerza que lo combate", puntualiza. Dalla, un artista en perpetua ebullición creativa, se declara también un entusiasta de su pasado. "Incluso de las cosas malas que me han ocurrido. Al final lo bueno y lo malo se mezclan. Todo es lo mismo".
"En el norte de Europa se hace muy buena música. Artistas como Sigur Ros o Bjorg son lo opuesto a la música de consumo"
PREGUNTA. Ha cumplido 65 años y lleva casi 40 de carrera musical. ¿Cómo puede aguantar a estas alturas las giras?
RESPUESTA. Me encantan. Si no fuera así dejaría de escribir canciones. Piense que sólo en mayo he dado 17 conciertos en toda Europa, de Atenas a Ginebra, de Liubiana a Moscú o a Zúrich. Salir de gira es muy importante, y además es lo único que me divierte. Me gusta moverme. Si no, ¿qué podría hacer uno?
P. Sospecho que muchas cosas. No hay más que ver su currículo: director teatral, compositor, profesor de Comunicación en la Universidad de Urbino, intérprete de películas..., no parece que se aburra.
R. Es cierto, puedo hacer un montón de cosas diferentes. Me gusta dirigir teatro, dirigir orquestas y trabajar en la comunicación en general. Me gusta cambiar de actividad.
P. Le veo como a un artista renacentista, polifacético.
R. La última historia en la que me he embarcado es un espectáculo con diez temas sobre Benvenuto Cellini, que hicimos en el Ponte Vecchio de Florencia, y que ha sido un éxito.
P. ¿Por qué le fascina tanto Cellini?
R. Porque es un personaje actual, es un hombre posmoderno.
P. ¿Cree que nuestra época se parece en algo al Renacimiento?
R. Sí, sí. Vivimos en un tiempo bastante mediocre, como lo era la etapa de la que arranca el Renacimiento. Sería estupendo que esos grandes personajes volvieran para elevar el nivel tan mediocre que tenemos en el mundo de hoy. Sobre todo en música. La música de los networks es igual en todas partes. No hay la menor originalidad. Hay que hacer lo imposible por cambiar esto, hay que crear, hay que jugar con la vida y con la creatividad.
P. ¿No hay nada que le guste en el panorama musical actual?
R. Sí, claro. En el norte de Europa se hace una música estupenda: ahí están Sigur Ros o Bjorg, artistas contrapuestos a la música de consumo.
P. ¿Y en el resto de Europa?
R. Es un verdadero tormento, sólo se hacen cosas facilonas y malas por todas partes. Me gustan las cosas fáciles, pero tienen que ser también buenas.
P. ¿Eso incluye su país?
R. Italia vive un momento muy bueno en el cine, pero lo demás no va bien. Me refiero a la economía, a la política, incluso a la literatura. Estamos en una especie de stand by. Esperemos que esta vejez se transforme en algo interesante como ocurrió hace 20 o 30 años. O como es España ahora.
P. ¿Y cómo es España ahora?
R. En lo que respecta a la forma de afrontar la vida, se nota otra vitalidad. Por no hablar del cine. Soy un gran admirador de Pedro Almodóvar, que es uno de los artistas vivos más grandes del momento.
P. Seguramente influye el hecho de que usted nos ve desde fuera.
R. Es cierto. Siempre se es más crítico con el país de uno, pero he hecho un tour europeo por 17 países y mi impresión es que Italia es uno de los más esclerotizados. Eso no quita para que sea al mismo tiempo uno de los países más bellos del mundo, por sus obras de arte. Y luego en lo que respecta a la política, este giro a la derecha resulta bastante violento.
P. Se refiere al regreso de Berlusconi.
R . Yo soy amigo de él, pero no lo voto. De todos modos, el Berlusconi que he conocido estaba más a la izquierda que a la derecha.
P. Ésa sí que es una afirmación sorprendente.
R. Es que ahora está en el poder, y eso cambia las cosas.
P. ¿A qué atribuye que músicos maduros como usted mismo, o Dylan, o los Rolling Stones, sigan llenando estadios?
R. Es un grave problema (risas). Podemos terminar siendo una gerontocracia musical. Dejando de lado la edad, lo que a mí me hace sentirme vivo es cambiar continuamente. Si uno es joven pero no cambia nunca, termina siendo más viejo que los viejos. Leonardo da Vinci se fue haciendo con los años más extraño, más complejo, más interesante. El artista debe mantener una relación estrecha con la vida, una relación física y creativa.
P. Usted nació en Bolonia, una de las ciudades más hermosas de Italia, pero vive en el sur, ¿por qué?
R. Me gusta más el sur. Tengo casa en Sicilia, en las islas Tremoli, aunque mi oficina está en Bolonia, y paso más tiempo en esta ciudad. Ahora estoy en el barco, y tengo mi propio estudio en él.
P. ¿Qué representa en su carrera
La neve con la luna?
R. Es lo último que he hecho, y siempre lo último es lo que me interesa más. Las cosas me aburren enseguida, aunque reconozco que he hecho cosas muy interesantes en el pasado que ya no hago. Ahora tengo intención de dirigir una película escrita por mí.
P. El cambio otra vez.
R. Desde luego. Cuando viajas por el mundo hay que cambiar de caballo de vez en cuando.
P. Artísticamente es interesante, pero puede que cambiar de vida sea más arriesgado.
R. No. Mi vida cambia continuamente. Después del éxito de Caruso
pasé a hacer todo lo contrario, como Attenti al lupo.
P. Un Dalla diferente.
R. Lo importante es explorar nuevos caminos. En mi opinión, la estabilidad es el fin para un artista. Por eso me gustan Benvenuto Cellini o los grandes artistas como Picasso o Klimt.
P. Cuando el artista triunfa y se hace rico, cuando alcanza un estatus, su posición termina siendo estable.
R. A mí el dinero no me interesa nada. Lo que quiero es divertirme. ¿Para qué sirve el dinero? A lo mejor le sirve a Berlusconi, aunque me parece que también él está en política porque le divierte.
P. La impresión que dan los artistas famosos es que son esclavos de su imagen. Cuando hacen declaraciones que no se ajustan a esa imagen se organiza un escándalo, como le ocurrió a usted cuando se publicó hace unos meses que era miembro del Opus Dei.
R. Es que hay que ser serios. Me llamó un periodista para entrevistarme y me preguntó cómo hacia para ser un artista católico, y yo expliqué que vivía mi fe a través de mi trabajo. Entonces saltó: "¡Ah igual que Sanjosemaría Escrivá", y yo le dije no lo conozco pero si dice que uno se santifica a través del trabajo estoy de acuerdo. Y a partir de ahí escribió que yo era del Opus Dei.
P. Católico sí es, y votante de izquierdas.
R. Sí. Creo en Dios porque lo siento en mí, pero hay ideas de la izquierda que comparto y que no son opuestas a mi creencia en Dios, al contrario. San Francisco habría sido un socialista en su época. La cuestión es estar a favor del ser humano y no de uno mismo.
P. ¿Y que futuro le ve a la izquierda italiana?
R. La izquierda no es la que era hace 30 años, ni la derecha tampoco. Lo único que permanece idéntico es el poder. En estos momentos no creo que la derecha represente el poder, ni creo que la izquierda represente la oposición a este poder. Hay que rehacerlo todo, pero bueno, vivimos un momento interesante, aunque parezca que el mundo se derrumba.
Lucio Dalla & Band actúa hoy en el Patio Central del Centro Cultural Conde Duque de Madrid, dentro del ciclo Veranos de la Villa.
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