"Al final, lo que cuenta es la lucha"
La bailaora Rocío Molina (Málaga, 1984) lleva unos días "en una nube". El martes le comunicaron que es la galardonada este año con el Premio Nacional de Danza en la modalidad de Interpretación (hay otra modalidad, Creación, que recayó en Àngels Margarit), "un premio muy culto, muy serio, otorgado por expertos que examinan tu carrera a lo largo de los años", dice emocionada desde su estudio sevillano, donde prepara su nuevo espectáculo. "Este premio es una inyección de energía para seguir trabajando", explica.
El jurado del galardón, que otorga el Ministerio de Cultura desde 1988 y que está dotado con 30.000 euros, ha valorado en Molina "su aportación a la renovación del arte flamenco y su versatilidad y fuerza como intérprete, capaz de manejar con libertad y valentía los más diversos registros". Educada en academias de flamenco y conservatorio de danza, como muchas otras de su generación, comenzó a trabajar muy joven y desde sus inicios tiene un estilo definido. Posee un manejo de la técnica que, sin embargo, no le limita, sino que le sirve de punto de partida para expresarse con unos movimientos que resultan al espectador vanguardistas y de sabor añejo a la vez, pulcros, precisos y emocionantes. No en vano, el maestro Barishnikov, uno de los bailarines con mayor predicamento, se puso a sus pies de admiración cuando acudió como espectador de excepción en una presentación en Nueva York en 2009.
"Mi dirección de trabajo, mi línea, no va a cambiar por el premio"
"Todos los que hemos recibido el galardón somos muy trabajadores"
Pese a las buenas críticas que ha recibido siempre, Molina dice que el premio le ha pillado de sorpresa: "Sinceramente, no estaba preparada para esto". En el momento de la notificación pensó en su familia. "También en mis músicos y la gente que me ha apoyado y con la que trabajo desde hace muchos años". De hecho, lo primero que hizo fue llamarles por teléfono, porque para ella, el premio es compartido.
El Nacional de Danza ha reconocido a artistas flamencos desde su creación, en 1988, año en el que recayó en Antonio Gades. Mario Maya, María Pagés, Antonio Canales, Sara Baras, Israel Galván, Eva Yerbabuena o Manuela Carrasco son solo algunos de los premiados antes que Molina. Muchos de ellos están vinculados con la carrera de esta joven bailaora, como Mario Maya, con quien trabajó en el espectáculo Mujeres, que él dirigía; Eva Yerbabuena, con quien ha realizado numerosos talleres, o María Pagés, en cuya compañía Molina militó dos años.
El comunicado facilitado por el jurado a través del Ministerio de Cultura hace hincapié en los dos últimos espectáculos de la bailaora, Oro Viejo, estrenado en 2008 y Cuando las piedras vuelen, de 2009. Es en estos dos montajes, se explica, en los que mejor se pueden apreciar las especiales características de Molina. "Yo creo que en estos dos últimos trabajos se ve mejor la solidez de mi estilo", explica.
Precisamente el último de estos montajes, Cuando las piedras vuelen, formó parte de la programación de la XVI Bienal de Flamenco que tuvo lugar en septiembre y octubre, donde no obtuvo un gran éxito de crítica. "Es la obra que más polémica ha generado", asiente. "Yo creo que es más arriesgada y ha podido asustar un poco de primeras a la gente, creo que tienes que dejar un poco de tiempo para que se pueda procesar la información, para asimilar todo lo que se ha visto en el escenario". Es un espectáculo que gira en torno a la idea de la libertad, en el que Molina se muestra casi desnuda, en su baile y en el vestuario. "En principio, era un espectáculo que no se iba a vender, y eso me hizo trabajar más para descubrir un lenguaje y una estética nuevos adaptados a esta temática, y esto es lo que ha debido chocar".
A pesar de todo, Molina dice no verse afectada ni por las críticas ni por un premio como el Nacional de Danza a la hora de trabajar. "Mi dirección de trabajo, mi línea, no va a cambiar", explica, y añade: "Yo voy a seguir luchando por esto, espero que el premio nos siga aportando espacios para poder mostrar nuestros trabajos, oportunidad de seguir haciendo funciones, pero mi baile seguirá la misma línea que hasta ahora".
En esa misma línea ha comenzado a preparar un espectáculo que se estrenará el 17 de mayo en el Teatro Lope de Vega de Sevilla. Comenzó hace un mes, después de buscar información, madurar ideas y ver imágenes que le sirven para prepararse. Ahora trabaja duramente en el estudio, mañana y tarde, seis días a la semana, para elaborar las coreografías. Pero el martes fue una excepción. El teléfono no paró de sonar en todo el día. Pero tiene que volver. "Yo creo que lo que tenemos en común todos los que hemos recibido el premio es que todos somos personas muy trabajadoras... Al final lo que cuenta es el esfuerzo y la lucha".
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.