La escritura de la luz
La revista 'Litoral' analiza la relación de la fotografía con el arte y la literatura
"A los fotógrafos les gustaría ser aceptados en sociedad como verdaderos artistas, tal y como lo son los pintores. Por eso han tratado y tratan aún de convertir la fotografía en lo que no es, por lo que se aprestan a introducir en sus obras sensaciones supuestamente pictóricas". Esta sentencia del fotógrafo neoyorquino Paul Strand, uno de los precursores de la fotografía realista junto a su compatriota Alfred Stieglitz, le sirve al fotógrafo español Publio López Mondéjar como arranque del artículo La flor venenosa de la artisticidad, en el que analiza la legitimidad de la fotografía como arte.
López Mondéjar, uno de los primeros historiadores de la fotografía en España, se suma a Strand al afirmar que "la fotografía no nació con semejantes ínfulas artísticas" y que "cuando consiguió reunir tres de sus características esenciales, la nitidez, la rapidez y la instantaneidad" encontró su sitio entre las demás artes sin tener que parecerse a ninguna. "Fotografía y memoria se convirtieron pronto en sinónimos. A la fotografía se le ha negado a menudo su condición de arte, pero nadie le ha discutido su condición de testimonio", afirma López Mondéjar, quien zanja la cuestión citando al prestigioso fotógrafo siciliano de la Agencia Magnum Ferdinando Scianna, quien asegura que "si la fotografía no es un arte, peor para el arte".
La publicación incide en el 27, una generación nacida con la imagen
El artículo de López Mondéjar abre el número 250 de la revista Litoral, titulado Escribir la luz. Fotografía & literatura. Un número que, según su director, Lorenzo Saval, "nos asoma a la historia de la fotografía; a su relación con la pintura, la literatura y el cine; a su legitimidad o no como arte; a su parecido con la poesía; a su supervivencia en los mercados; a su futuro y a muchos otros matices y perspectivas".
Además del artículo de López Mondéjar -en el que se recuerda cómo Picasso lamentó más de una vez no haber sido fotógrafo porque apreciaba la fotografía por su carácter verídico y su fuerza narrativa-, Litoral dedica en este número "escrito con luz", como asevera Saval, varios apartados a recorrer la historia de este arte desde su origen artesano hasta la revolución digital de hoy.
Entre ellos destacan las opiniones de artistas, intelectuales o fotógrafos (Picasso, Dalí, Joan Brossa, Roland Barthes, Walter Benjamin, Henri Cartier-Bresson, Susan Sontag, Maurice Tabard y un largo etcétera) sobre qué cosa es hacer una foto.
También es relevante el capítulo La Generación del 27 y la fotografía, donde Julio Neira ahonda en la importancia que este nuevo arte tuvo en una generación de artistas nacidos con la imagen. "Fotografiarse fue una forma de manifestación colectiva, una voluntaria expresión de grupo y de vínculos personales que se pretendía transmitir a la posteridad", escribe Neira en un capítulo plagado de fotos de Lorca, Alberti, Hinojosa, Buñuel, Bello y demás alumnos de la Residencia de Estudiantes.
Otro apartado, El tiempo amarillo, muestra una selección de poemas y fotografías realizados desde los años cincuenta del pasado siglo hasta hoy, entre los que figuran autores como Jorge Guillén, Luis Cernuda, Vicente Aleixandre o greguerías de Ramón Gómez de la Serna.La poesía más reciente va de la mano de la fotografía en El tiempo amarillo, donde poetas como José Ángel Valente, Pablo García Baena o José Agustín Goytisolo ponen letra a las obras de fotógrafos como Pérez Siquier, Pablo Juliá, Colita o Jordi Socías, entre otros.
El papel del desnudo o de los besos como temas recurrentes en la fotografía desde su nacimiento copan los dos últimos capítulos de Litoral. En ellos se ofrece una cuidada selección de fotografías de grandes artistas de la imagen como Robert Mapplethorpe, Helmut Newton, Man Ray o André Kertézs.
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