La boda del hijo de Diana
Guillermo y Kate están preparados para ser reyes en el siglo XXI - Su matrimonio marcará un punto de inflexión para la rígida monarquía de los Windsor
Los príncipes ya no se casan con jóvenes de sangre azul, no se unen por conveniencia y sí por amor. Ya no importa que sus parejas tengan hijos o estén divorciadas. Y solo dan el paso cuando están convencidos de que ellas o ellos están preparados para afrontar el reto de la convivencia y la exposición pública. Si ha habido un príncipe que ha tenido en cuenta todas estas circunstancias ha sido Guillermo de Inglaterra, que huye del guión que tristemente escribieron sus padres.
La noche antes de su boda, Diana descubrió que Carlos lucía unos gemelos que tenían grabadas dos ces entrelazadas. Eran el regalo de Camila, su amor escondido. Así supo que su novio se casaba con ella por conveniencia, no por amor. El tiempo demostró que en su matrimonio eran multitud. Diana fue la elegida porque pertenecía a una rancia familia de la aristocracia británica y no tenía pasado. Antecedentes que no se dan en la biografía de Kate Middleton. Por eso, aunque muchos intenten buscar parecidos entre ambas de momento no los hay.
Kate es una joven universitaria, hija de un piloto y una azafata que ahora regentan una empresa de fiestas infantiles. Sale desde hace ocho años con Guillermo, con el que lleva viviendo cinco. Su unión es todo menos precipitada, de ahí que la novia del príncipe se haya ganado el apelativo de la paciente Kate. Al ser preguntado por su largo noviazgo, Guillermo bromeó: "Le he dado tiempo para arrepentirse".
Esos ocho años de relación tuvieron una breve interrupción hace tres. Ellos mismos han reconocido que la separación fue determinante para decidir que estaban dispuestos a afrontar juntos el reto de ser reyes en el siglo XXI.
Este largo noviazgo le ha permitido a Kate familiarizarse con las arcaicas costumbres de la familia real británica y formarse para su papel de princesa. Quizá esta es la clave de su, por ahora, éxito. Desde que se hizo público su compromiso solo ha cosechado alabanzas. A los británicos les gusta cómo se viste, cómo sonríe, cómo amadrina barcos y estrecha manos. Porque ese, de momento, ha sido su único papel como princesa en prácticas. Su primera reválida la pasará el día 29 de abril cuando se convierta en la esposa del heredero del heredero. Pero de momento tiene todas las encuestas a su favor. Los británicos ven en ella la perfecta sucesora de Diana, la mujer que acercó la fría monarquía británica al pueblo. Esos valores que Guillermo ha querido mantener vivos y que le han convertido en el preferido para suceder a Isabel II, desbancando a su padre que lleva más de 59 años esperando su momento.
Por eso la cita del próximo viernes reune todos los ingredientes para que sea la boda del siglo. Se casa uno de los miembros de la monarquía más importante del mundo y lo que es más importante para muchos: se casa el hijo de Diana.
Dos mil millones de espectadores seguirán, según el Gobierno británico, la ceremonia por televisión y 1.900 invitados acudirán a la ceremonia, entre ellos representantes de todas las casas reales. En esta pareja de jóvenes treintañeros están depositadas también muchas esperanzas de otras monarquías, preocupadas por encontrar sentido a su existencia en el siglo XXI. Guillermo y Kate saben que se tienen que ganar el puesto. Están preparados para cuando llegue su hora. La espera puede ser muy larga o corta. Todo depende de que Carlos y Camila les dejen paso o decidan seguir su camino al trono. En esta decisión pesará el recuerdo de Diana, que sigue vivo en muchos británicos.
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