Jane Jacobs, teórica y activista del urbanismo humanista
Su libro sobre la planificación de las grandes ciudades es todo un clásico
Jane Jacobs era una pensadora brillante y una revolucionaria en su disciplina. Sus teorías fueron claves para entender la gestión urbanística de ciudades como Nueva York y otros grandes núcleos urbanos en Norteamérica.
El pasado martes, 25 de abril, Jacobs falleció en un hospital Toronto (Canadá) a los 89 años, donde vivía desde 1968, tras abandonar Estados Unidos para evitar que sus hijos fueran alistados en el Ejército para ir a la Guerra de Vietnam. Le irritaba saber que sus impuestos servían para financiar el conflicto, hasta el punto de que se cuestionó su lealtad.
El próximo 4 de mayo iba a cumplir 90 años, pero su salud era delicada. Nacida en la ciudad minera de Scranton (Pensilvania), Jane Jacobs no tenía una formación académica en la disciplina que dominaba.
Pero como decía el alcalde de Toronto, David Miller, sus contribuciones y conocimientos cambiaron la forma en la que se desarrollan las grandes ciudades norteamericanas. Su trabajo más conocido se titula The Death and Life of Great American Cities, publicado en 1961, todo un clásico y referente en el mundo de la arquitectura urbana.
Era una persona exuberante, original, amable y con una mente privilegiada, genial. Su magia estuvo en transformar la visión tecnócrata que tenían los planificadores urbanísticos de la época, para que se fijaran más en las cuestiones humanas de las ciudades y en sus comunidades.
Y de esta manera se opuso frontalmente a la expansión descontrolada de las urbes, a la construcción de grandes autovías que tejieran los núcleos urbanos, a los coches como símbolo del progreso, a la separación de los barrios o a la idea de que las calles vacías eran una garantía de seguridad.
En su particular visión de la ciudad, Jacobs intentó cambiar las reglas que dominaban en su tiempo y trató de imponer nuevos principios, para hacer de las calles y de los barrios lugares vibrantes para vivir y trabajar, llenos de gente, con comercio, a la vez que se preservaba su naturaleza distintiva, atendiendo a sus raíces históricas. Y en esta nueva realidad que proponía, la iniciativa de la autoridad local jugaba un papel primordial frente a una burocracia centralizada. "Inspiró una especie de revolución", dijo su editor, Jason Epstein.
Antes de trasladarse a Toronto, Jane Jacobs, casada con el arquitecto Robert Jacobs, vivió durante algunos años en Nueva York. Su marido falleció en 1996. La ciudad de los rascacielos no es la única que se han impregnado de sus teorías y conocimientos. Hay otras menos conocidas, como Hércules (California) y Civano (Arizona) que han seguido las guías hacia el nuevo urbanismo surgidas del ingenio de esta pensadora.
Entre los numerosos galardones que recibió Jacobs por su obra están el que concede la National Building Foundation en Washington o la Orden de Canadá.-
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