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Adiós al ángel rubio

Ryan O'Neal despide a Farrah Fawcett en un funeral privado

Yolanda Monge

Fue un funeral privado al que acudieron 500 personas y al que, finalmente, pudo asistir su hijo Redmon, de 24 años, que cumple condena por tráfico de drogas. Portaba el féretro, cubierto de flores amarillas y naranjas, el que fuera su compañero durante el último cuarto de siglo, aunque con intervalos de separaciones que fueron titulares de la prensa más sensacionalista. Pero en los últimos años de su vida, Ryan O'Neal estuvo siempre al lado de la mujer que no pudo llegar a ser su esposa, ya que la muerte tenía otros planes para ella.

Farrah Fawcett descansa ya en paz. El destino quiso que muriese a los 62 años tras una brutal batalla contra un cáncer anal el mismo día en que Michael Jackson, el rey del pop, abandonaba este mundo. El fallecimiento de Farrah, hoy hace una semana, quedó eclipsado, como en gran medida ocurrió con el funeral del martes.

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Los informativos y medios escritos hacían un esfuerzo y metían con calzador la noticia del último adiós al símbolo sexual de los años setenta. La actriz de Los Ángeles de Charlie y la mujer cuyo cuerpo en bañador colgaba en un póster de los dormitorios de muchos adolescentes como objeto de deseo fue despedida entre discursos y música.

El primero en hablar fue su hijo Redmon. Junto a él, el policía que le escoltó en su ida y vuelta a la cárcel del condado, de donde obtuvo un permiso especial para asistir al homenaje a su madre. Entre los invitados, algunas caras famosas aunque ancladas en el tiempo de otras épocas mejores de fama. Allí estaban Kate Hudson y Cheryl Ladd, compañeras de reparto de Fawcett en Los Ángeles de Charlie. Por supuesto, no faltó Alana Stewart, ex mujer del cantante Rod Stewart y quien ha compartido algunos de los momentos más duros de su enfermedad, detectada en 2006, y que hizo posible el documental televisivo en el que Fawcett relata su batalla contra el cáncer.

Cuando finalizó el servicio religioso en la catedral de Nuestra Señora de Los Ángeles, los fotógrafos captaron una instantánea de O'Neal casi acariciando el coche fúnebre que transportó los restos mortales de la actriz hasta el cementerio. Quienes estaban cerca dijeron que susurró: "Hasta siempre, pequeña".

Ocupada como está en otras muertes, la ciudad de Los Ángeles encontró un hueco para despedir a su ángel rubio.

El desconsolado Ryan O'Neal durante el entierro de su compañera.
El desconsolado Ryan O'Neal durante el entierro de su compañera.AP

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Sobre la firma

Yolanda Monge
Desde 1998, ha contado para EL PAÍS, desde la redacción de Internacional en Madrid o sobre el terreno como enviada especial, algunos de los acontecimientos que fueron primera plana en el mundo, ya fuera la guerra de los Balcanes o la invasión norteamericana de Irak, entre otros. En la actualidad, es corresponsal en Washington.

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