_
_
_
_
Columna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las columnas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

Suicidios

David Trueba

Los medios de comunicación ignoran las noticias de suicidios para no fomentar la imitación. Sería fantástico que hicieran lo mismo con las declaraciones estúpidas, el cotilleo o la atracción por lo idiota, pero quizá nos sentiríamos menos representados. En los últimos años he leído dos libros que cuentan el suicidio de una manera cercana y cuidadosa. Amarillo de Félix Romeo, sobre la muerte de un amigo en sus 20 años, y Suicidio, el libro que Édouard Levé entregó a su editor tres días antes de quitarse la vida a los 42 años. Ninguno de ellos elude reflexionar sobre el egoísmo del suicidio, su componente de vanidad, pero en ambos casos se trasluce que la persecución de una serenidad imposible vence a cualquier otra forma llevadera de soportar la angustia.

Hace meses pude ver una extraordinaria película francesa titulada El padre de mis hijos. En ella, la joven directora, de apenas 30 años, Mia Hansen-Love retrata los días finales de alguien parecido al productor francés Humbert Balsan, que se quitó la vida acuciado por los problemas de dinero en los que su pasión por financiar películas de otros le había sumido. Desde directores artistas en persecución de su satisfacción autoral al margen de todo afecto, hasta el caos de un mercado plagado de tiburones y agujeros negros, la vocación soñada puede dejarte desnudo e indefenso. La película no retrata el cine dentro del cine, sino el veneno de la angustia.

Esa película radiante no trata del suicidio, que es tan solo un jalón de la trama. Trata de la belleza de la vida, del misterio de la paternidad, de la pasión por los oficios, del nacimiento de la vocación. Habla de los que sobreviven, salpicados por la muerte de alguien a quien quieren y necesitan, de cómo remontan, de cómo superan sentirse inútiles y abandonados. Es una película hermosa y disfrutable, como otras que no llegan a nuestras pantallas, oscurecidas por las imposiciones del mercado. Se puede ver mañana, en el Festival 4+1 de cine inédito que se programa al mismo tiempo en varios países latinoamericanos. Lo patrocina la Fundación Mapfre, una empresa aseguradora que quizá sabe que el mayor aprecio a la vida nace de conocer su duración efímera y su fragilidad.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_