Promociones
Yo estoy a favor de cobrar el sueldo cada mes. Por lo tanto, prefiero que mi empresa sobreviva a la crisis. Y también las demás, por supuesto. Si para sobrevivir hay que seguir ofreciendo cacharros a los lectores, bienvenido sea el bazar del quiosco. Qué se le va a hacer.
Dicho esto, maticemos. Porque hay curiosas coincidencias en los objetos que los distintos diarios españoles proponen a su clientela.
Este periódico, a cambio de cupones y algún dinero, da a su clientela una especie de máquina multiuso con lector de DVD, TDT y otras cosas. ABC y La Vanguardia ofrecen pequeños televisores de pantalla plana. El Mundo apuesta por un proyector de vídeo estéreo. Reparen en que todo son artilugios electrónicos y en que todos ellos sirven para muchas cosas, menos para fomentar la lectura. En realidad, fomentan muy directamente el consumo de televisión.
A uno le habría parecido más lógico que, por la vía de las promociones, se intentara difundir entre los lectores una maquinita como el Kindle u otro de los inventos que permiten leer prensa digital cómodamente, en cualquier sitio y sin cansar la vista. Aún son caros, cierto. Precisamente por eso conviene echar una mano al potencial usuario. ¿Que no hemos desarrollado todavía buenos sistemas de recarga? Vale. Tal vez la prensa, en su natural optimismo, espera que se ocupen de eso las empresas televisivas.
En un mundo ideal lleno de bondad y favores recíprocos, tendría su lógica que, dado el interés de la prensa en que veamos televisión, las televisiones se desvivieran por estimular la lectura de periódicos. Como éste no es un mundo ideal, pienso que lo más razonable sería que la prensa se encargara de lo suyo. No es el caso. Habrá razones que se me escapan, o complejas explicaciones multimedia.
Hablando de desgracias, sólo faltaba ahora el horroroso accidente aéreo en el Atlántico. No hay ninguna ironía en esto. Habrán reparado en que el grueso de la publicidad en los periódicos consiste en ofertas de viajes. Pues eso, que hasta las noticias conspiran contra los pocos anuncios que nos quedan.
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