Historia
Hay días en que el diario sale histórico. Ayer, por ejemplo: un gran despliegue conmemorativo de la caída del muro de Berlín (1989), una entrevista con el fallecido Sabino Fernández Campo en la que lamentaba cómo Suárez legalizó el PCE (1977) y un artículo sobre la vida retirada de Fidel Castro. Es bueno que la prensa reflexione sobre los grandes acontecimientos y personajes del pasado: ayuda a entender los acontecimientos del presente.
Es muy útil saber, por ejemplo, que los visitantes encuentran a Fidel Castro "feliz" y "relajado" en su residencia, y que su hermano Raúl le pide consejo sobre los asuntos importantes. Así sabemos el contexto en que se produjo la agresión policial a la bloguera Yoani Sánchez. Si el héroe de la revolución cubana está feliz y relajado, las cosas deben andar bien. Lo que ocurrió con la bloguera debe carecer de importancia.
Yoani Sánchez y otro bloguero, Orlando Luís Pardo Lazo, acudían a una manifestación contra la violencia cuando fueron introducidos en un coche policial y golpeados. Yoani Sánchez no es periodista, sino filóloga, y su blog, Generación Y, nació como un simple desahogo personal. Pero se popularizó y se convirtió en uno de los medios por los que muchos miles de personas siguen la actualidad cubana. El año pasado, la empresa editora de este periódico le concedió el Premio Ortega y Gasset en la categoría de periodismo digital. Podemos, por tanto, considerarla periodista, y de las importantes. Un detalle: Sánchez no pudo salir de Cuba para recoger personalmente el galardón.
Tenemos, pues, una periodista importante agredida por policías. Imaginemos que un importante periodista español, o estadounidense, hubiera sufrido una agresión policial de este tipo. ¿Cómo habría reaccionado la prensa? Con indignación. No digamos si el hecho hubiera acaecido en la Italia de Berlusconi. Hablamos, sin embargo, de algo más grave, porque los responsables del suceso no sufrirán en este caso ningún castigo. Quizá al contrario. Yoani Sánchez, en cambio, habrá comprendido la amenaza. Hablamos mucho del riesgo de que desaparezca el periodismo. Pero cuando el periodismo se encarna en una filóloga cubana, parece preocuparnos menos.
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