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Análisis:Cosa de dos
Análisis
Exposición didáctica de ideas, conjeturas o hipótesis, a partir de unos hechos de actualidad comprobados —no necesariamente del día— que se reflejan en el propio texto. Excluye los juicios de valor y se aproxima más al género de opinión, pero se diferencia de él en que no juzga ni pronostica, sino que sólo formula hipótesis, ofrece explicaciones argumentadas y pone en relación datos dispersos

Adolescencia

Enric González

Ciertos debates son inútiles. El que gira en torno a la adolescencia, por ejemplo. Basta con abrir los ojos: la eclosión hormonal se ha convertido en el centro de gravedad de nuestro consumo, de nuestra cultura, de nuestra civilización. Resulta ocioso discutir sobre la condición de nuestros adolescentes porque es hegemónica. Es nuestra condición, la condición del Occidente feliz.

Los padres abroncan a los hijos porque no quieren que hagan lo mismo que hacen e hicieron ellos: es una forma como cualquier otra de pasar el tiempo. Los adultos se distinguen por la hipoteca, por el empleo (o su ausencia), por una vaga sensación de experiencia acumulada e inservible. Y porque sufren por sus hijos, lo cual, bien mirado, constituye una penitencia merecida. Antes, el tiempo creaba una zanja divisoria: de un lado, el volcán sexual; del otro, la mansedumbre. Parece que la medicina ha acabado también con esa zanja.

Adoramos los valores adolescentes. Adoramos la gloria instantánea, la inmortalidad. El músculo del deportista, el grito del cantante, la piel tersa, la primavera perenne, la ausencia de dolor. Adoramos las sensaciones, la convicción que dura un minuto. La campaña electoral del PSOE ha sido modélica en ese sentido: la promesa de varios regalos, una Z onomatopéyica, un gesto circunflejo con el dedo.

Personalmente, nada en contra. Sólo una objeción: la ropa. Me parece triste envejecer y morir bajo un disfraz de niño.

Física o química, la serie que Antena 3 emite los lunes por la noche, intenta retratar a los profesores como alumnos y a los alumnos como profesores: es normal, son iguales. No existe escándalo en eso. Los personajes fornican, se drogan, acumulan errores, se hieren, se suicidan.

Es lo que hacemos. Se podría lamentar, quizá, el penoso nivel de los guiones y, en general, de todos los elementos que componen la serie. Pero sería estéril, como el debate sobre la adolescencia. Esa serie no es culpa nuestra. Es culpa de la sociedad, que nos ha hecho así.

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