Giancarlo Gramolazzo, líder mundial de los exorcistas
El religioso italiano dedicó 30 años a luchar contra el espíritu maligno y presidió la asociación internacional
En algún lugar de la Biblia se califica al Diablo como "el Príncipe de este mundo". El Diablo, en realidad, es uno más de los demonios del cristianismo, quizás el más conocido, aunque hay otros muchos también famosos, como Satanás, Belcebú o Lucifer. La escatología eclesiástica al uso decía que los demonios eran ángeles arrojados del Cielo por desobedecer a Dios o querer ser más que él. En la negra España de la dictadura nacionalcatólica (también en la Europa de la pos II Guerra Mundial: los grandes desastres hacen que la gente mire al cielo, para buscar ayuda o para maldecirlo), los demonios eran el coco con que asustar a los pequeños. Se contaban historias de personas endemoniadas, pero nunca aparecían cerca. Había que remontarse a los relatos evangélicos para imaginarse liberaciones y expulsiones de demonios por Jesucristo en hasta siete casos concretos de posesión.
Su funeral fue concelebrado por seis decenas de sacerdotes
También se conocía el ritual del exorcismo, con una repetición machacona de oraciones y órdenes de expulsión, y el uso de objetos que repelían al malévolo, como crucifijos, agua bendita o todo tipo de reliquias. En 1973 llegó a España, salvajemente censurada, una película titulada El exorcista, sobre la estupenda novela de William Peter Blatty. La versión completa se recuperó en 2000, con la imagen donde la niña protagonista, endemoniada hasta el paroxismo, se masturbaba con un crucifijo delante del sacerdote que intentaba librarla del demonio o de los demonios.
¿Pero existe el demonio? Debe (de) haber muchos, porque en cada diócesis hay habilitado el empleo fijo de exorcista, una carrera en toda regla reservada a un clérigo por delegación de cada obispo. La realidad es que en España es un empleo casi clandestino. Rara vez se conoce el nombre de alguno de los exorcistas, y mucho menos si se ven obligados a intervenir. El más conocido es José Antonio Fortea, que ejerce en la diócesis de Alcalá de Henares. Teólogo por la Universidad de Navarra, el padre Fortea tiene varios libros sobre el asunto, el último con el título de Tratado de demonología y manual de exorcistas. Summa Demoniaca, editada hace un par de años por La Esfera de los Libros.
Hago esta larga introducción para que no se tome a la ligera la noticia que acaba de emitirse en Ciudad del Vaticano. Se refiere al fallecimiento del más famoso de los exorcistas contemporáneos, el religioso Giancarlo Gramolazzo. Era el presidente de la Asociación Internacional de Exorcistas. Ha muerto en Roma a los 65 años tras una grave enfermedad, según informó el pasado viernes, 12 de noviembre, la radio vaticana.
El funeral por Gramolazzo se había celebrado el día anterior en la iglesia romana de Todos los Santos, presidido por monseñor Gianvanni D'Ercole y concelebrado por unos 60 sacerdotes, con la presencia de familiares, exorcistas y representantes de la Asociación Familia de la Inmaculada, fundada por Gramolazzo.
Nacido en Ortovo, en el norte de Italia, el famoso exorcista ingresó a los 12 años en la orden de San Luigi Orione, en la que fue ordenado sacerdote en 1973 para más tarde encargarse de la presidencia del Instituto de Huérfanos de Roma-Montemario, labor que compaginaba con su trabajo como látigo de todo tipo de demonios. "Don Giancarlo se dedicó a este delicado ministerio durante 30 años, convirtiéndose en presidente internacional de los exorcistas", señala una nota de su instituto, recogida por la agencia Efe.
La organización católica Asociación Internacional de Exorcistas fue fundada en 1993, presidida entonces por quien es considerado el exorcista más conocido del mundo, el padre Gabriele Amorth, que sigue siendo presidente honorario de la misma.
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