Gabriel Valdés, una fuerza conciliadora en la política chilena
Desempeñó un papel esencial en el plebiscito que derribó a Pinochet
Gabriel Valdés Subercaseaux, fallecido ayer en Santiago de Chile a los 92 años, fue un político que por su coherencia y rectitud inquebrantables no solo era profundamente querido por gran parte del pueblo chileno -que lo tuvo como protagonista de los principales hechos que el país vivió a lo largo de todo el siglo XX-, sino que también ejerció una enorme influencia en dirigentes de todas las tendencias. Chile ha sentido la pérdida de quien era conocido como El Conde, y el Gobierno de Sebastián Piñera ha decretado dos días de duelo nacional.
Hijo de un ingeniero y una artista, nació el 3 de julio de 1919 en Santiago. Su educación estuvo bajo una fuerte influencia europea: tuvo una institutriz belga y pasó largas estancias en Italia, donde su abuelo era embajador. Su vocación política fue precoz: siendo veinteañero fue uno de los fundadores de la Falange Nacional, la actual Democracia Cristiana, que hasta hoy desempeña un papel clave en el peculiar escenario político chileno. Desde ese partido, que ayer perdió a uno de sus principales referentes, cumplió diversas funciones durante su vida: ministro de Relaciones Exteriores, subsecretario general de Naciones Unidas, senador, presidente del Senado y, entre otros cargos, embajador en Roma durante el reciente Gobierno de la socialista Michelle Bachelet.
No respaldó al Gobierno del presidente Salvador Allende, al igual que toda la Democracia Cristiana (DC). Aunque era amigo del socialista, lo calificaba de "iluso, romántico, imprudente e ineficiente". Perteneció, sin embargo, a la fracción que no apoyó el golpe de Estado de 1973 y que se opuso al régimen militar.
Radicado en Nueva York hasta su regreso a Chile en 1982, a su retorno fue elegido presidente de la DC. En 1983 fue uno de los organizadores y presidentes de la Alianza Democrática, coalición política que aglutinó por primera vez a los partidos de la oposición a Pinochet con el propósito de derribar la dictadura usando el diálogo como única arma; su inequívoca apuesta por las vías pacíficas no le libró de pasar una temporada en la cárcel.
Valdés fue el político que más hizo desde el centro para que en 1987 la democracia cristiana y los socialistas, pese a haber sido adversarios durante el Gobierno de Allende, se unieran en el singular experimento histórico que fue la Concertación de Partidos por el No. Esa alianza de fuerzas fue la que en octubre de 1988 derrotó a Pinochet en el plebiscito que este convocó con la frustrada pretensión de perpetuarse en el poder.
Reinstaurada la democracia, dos veces estuvo cerca de ser candidato a la Presidencia, pero le faltaron apoyos suficientes entre sus correligionarios. A partir de 1990, desde el Senado, consolidó su reputación de hombre de consenso que hizo aportaciones decisivas a la estabilidad de Chile.
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