Francisco Hidalgo, dibujante de cómics y fotógrafo
Creó al Doctor Niebla y colaboró en varias revistas francesas
Francisco Hidalgo no sabía cuándo había empezado a dibujar. "Creo que nací dibujando", decía. Su primer recuerdo se remontaba a 1934, con cinco años. Era Navidad e intentaba copiar una página del calendario de Mickey Mouse. Una y otra vez, hasta que salía bien. Los cómics todavía se llamaban tebeos.
Francisco Hidalgo, fallecido en París el 25 de julio, a los 80 años, nació en Cabra del Santo Cristo (Jaén) y se crió en Barcelona. A los 16 años ya trabajaba como ilustrador en películas de dibujos animados. Después vinieron sus contribuciones en revistas como El Gran Chicos, por las que la editorial Bruguera le fichó para que idease una serie policiaca. Así nacía, en 1948, el Doctor Niebla: un justiciero que firmaba sus hazañas dejando a su paso una flor aromática de heliotropo. Los guiones los escribía Víctor Mora, el creador del Capitán Trueno. El Doctor Niebla perseguía malhechores en Londres y en Nueva York, en París y en El Cairo. Un Hidalgo adolescente viajaba con él, inspirado por el cine negro y Oscar Wilde, por Will Eisner y Fritz Lang.
En la Historia de los Cómics publicada por EL PAÍS (1987), Hidalgo reconocía que jamás lo había disfrutado tanto como en la época de Doctor Niebla. Preocupado por la perfección de sus dibujos, dedicaba cinco días a la semana a concebir tres páginas que lo mismo podían ambientarse en el peligroso puerto de Marsella que en un sórdido apartamento de San Francisco.
Publicará otros títulos históricos del cómic español, entre ellos Al Dany o Ángel Audaz, detective privado. En 1954 emigra a París, donde colabora con revistas como Spirou, Pierrot y Pilote. Creará series de calidad como Luc Lancier o el western Teddy Ted. Ya no era Francisco Hidalgo quien firmaba, sino Yves Roy, su álter ego afrancesado. Y a medida que Yves Roy crecía, la fotografía, que siempre le había apasionado, desplazaba al cómic. La disciplina de los lápices dio paso a la de los negativos, a la que dedicaba cada vez más horas, buscando en el aire la luz adecuada, la que antes había dibujado sobre el papel.
Piezas de coleccionista
En los sesenta viajará por el mundo contratado por agencias como Gamma y Getty, fotografiando los lugares con los que siempre había soñado: París, Venecia, Perú (de donde es originaria el heliotropo). Expondrá en Nueva York, en Tokio, en Ámsterdam, en Hong Kong... En 1974 recibirá el Premio Obelisco de Oro en Colonia; en 1976, el galardón del Festival de Arles.
Sus viñetas, escasas e irrepetibles, se convertirán en piezas de coleccionista. Cuando el cómic todavía no se llamaba novela gráfica, Hidalgo, en un tomo de la editorial Toutain, escribía que, aunque esfuerzo y dedicación son importantes, más lo es una buena idea: "Cometí el error de conceder demasiada importancia a la realización con objeto de conseguir la perfección. Perfección que no alcancé. He descubierto que lo que es importante en la vida es la concepción, no la realización".
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