Se venden 75 pazos gallegos. Razón, aquí
El 80% está en ruinas o necesita una reforma profunda. El más caro cuesta 3.600.000 euros, aunque los hay por menos de 500.000
"Se vende pazo del siglo XVII a restaurar, con capilla de retablo barroco, palomar, hórreo, río, molinos, blasones, fuente, bodega, caballerizas y cien hectáreas de terreno. Todo, por 700.000 euros. Ideal para geriátrico, turismo rural u organización de convenciones". Con anuncios más o menos cargados de historia, heráldica, metros cuadrados, musgo y goteras, las inmobiliarias gallegas ofertan, con los ojos puestos en la clientela de fuera, 75 pazos y casas solariegas que se venden, casi siempre, porque han muerto los caseros y los propietarios se han ido a la ciudad, han vendido las vacas y no pueden mantener aquello.
Ésa es la verdadera razón. Que los tataranietos de los antiguos hidalgos no quieren seguir viendo cómo sus heredades se deterioran, y antes de que se desplomen deciden desprenderse de ellas. Probablemente para disgusto de sus muertos. Según Alberto Quintas, fundador desde Ourense de pisosgalicia.com, un portal en el que se anuncian "la mitad" de las inmobiliarias que ofrecen propiedades de la nobleza gallega, "son, por lo general, familias bien situadas, pero no tanto como para poder pagar la restauración de todos sus bienes". Es por eso que suelen vender, más que por dividir el montante de la herencia entre varios hermanos. Lo que pasa es que, la mayoría de las veces, cuando al fin se ponen de acuerdo, es tarde. El mismo Quintas, que estos días anuncia en su página unas 40 casas nobles de las cuatro provincias, saca el porcentaje: "No exagero si digo que el 80% de los pazos que se venden están en ruinas o necesitan una gran reforma".
Lo primero que exige el comprador es una prueba de que el pazo no está protegido por la Xunta
Hace 5 años compraban pazos los hosteleros. Hoy, los adquieren, para vivir, irlandeses y madrileños
Los motivos de los vendedores no varían, pero lo que ha cambiado, en sólo un lustro, son las razones de los compradores. Hace cinco años, los demandantes de pazos eran gallegos que querían montar hoteles con encanto, casas de turismo rural o complejos para la celebración de bodas y congresos. Ahora, sin embargo, quizás por saturación del sector, se han extinguido los hosteleros que buscan pazos y quienes compran son, sobre todo, los extranjeros o españoles de fuera de la comunidad.
Irlandeses, ingleses, alemanes o escandinavos que piden una segunda residencia en un clima húmedo, pero mejor que el suyo, y casi siempre en el interior de Lugo y Ourense. O madrileños y catalanes que quieren una gran casa en la costa de Pontevedra y A Coruña, y que en su primer contacto con la inmobiliaria muestran un vivo interés por las labras heráldicas que adornan la fachada y el árbol genealógico de sus propietarios. Los extranjeros preguntan, por ejemplo, por el Pazo da Pena que, ya libre de una colonia de murciélagos, vende Isabel Pérez por 750.000 euros en Manzaneda. Y los nacionales se interesan por el de A Ramallosa (en la raia entre Baiona y Nigrán) o el de Cangas, también en venta.
"Hoy se lleva más el perfil del sibarita que el del hostelero", explica Quintas. Las llamadas son constantes, hay muchísimos interesados "porque hay mucha gente con dinero", pero, al final de año, los acuerdos que se cierran se cuentan con una mano. Y después de largas negociaciones, con abogados de postín de por medio.
En la primera reunión, lo primero que piden los representantes legales son documentos que demuestren que sobre esa propiedad no pesa el marchamo BIC. La declaración como Bien de Interés Cultural, que les obligaría a los nuevos dueños no sólo a abrir el pazo al público un día a la semana, sino a restaurarlo, decorarlo y conservarlo bajo la atenta mirada de los inspectores de la Xunta.
Se ofertan muchos y se compran pocos. Y eso que los pazos no caben dentro de la burbuja inmobiliaria: sus precios apenas varían desde hace años y, en proporción, resultan mucho más baratos que los pisos. Hoy, en Galicia, se encuentran casas blasonadas en Arbo, Valga o Castroverde por menos de 500.000 euros, aunque para adquirir una "habitable" hay que pagar, como mínimo, 1.500.000. Las gangas están en el interior, mal comunicadas y sin cubierta. Y la reforma suele costar tanto como el propio inmueble.
El más antiguo de los pazos en venta, del XIV, está en A Cañiza, y los más grandes son los de Cospeito y Caldas. Pero el más caro no es un pazo, sino una fortaleza. Es el Castelo do Cardeal, que ocupa, con sus adarves, sus troneras, sus garitas, sus escaleras al mar y sus 50.000 metros cuadrados de terreno, toda la punta Pión. Se construyó en el XVIII para defender, con 12 cañones, la ría de Corcubión. Hoy se vende, totalmente restaurado, por 3.600.000 euros, y su propietario ha pedido licencia para habilitarlo "como spa".
Otro de los inmuebles señoriales mejor tasados es el pazo de Preguecido, inaugurado en 1.556 en A Estrada. La heredera, Cruz Diz, lo vende por 2.500.000 euros. Tiene capilla, crucero, uno de los 7 palomares octogonales que hay en Galicia, 18 dormitorios y 250.000 metros cuadrados de finca, "la parcela más grande de Pontevedra". Los primeros en hacerle una oferta fueron un ex conselleiro y un concejal que, "para presionar", le "pusieron la protección máxima" a su terreno. Luego pasaron "madrileños, valencianos, catalanes", gente que quería montar un campo de golf, otro ex conselleiro y un gallego que soñaba con un cámping. Pero en año y medio, no ha habido trato.
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