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Reportaje:VIAJE EN COMPAÑÍA

El velero que huyó de los nazis

De O Grove a Ons a bordo del 'Nauja' entre naufragios, albariño y delfines

Alfredo Fernández Prieto (O Grove, 1950) es un aventurero de los mares que ha descubierto tesoros en las rías gallegas. Riquezas sumergidas que no se guardaban en cofres, sino en ideas empresariales pioneras. Entre ellas se encuentran la inauguración del primer acuario gallego, en su pueblo natal; así como la empresa Arousavela, una apuesta por el turismo sostenible en el Parque das Illas Atlánticas que oferta navegación en barcos tradicionales recuperados. Con él al timón, comienza esta travesía a la isla de Ons.

El Nauja es un cutter de 26 metros de eslora, 85 toneladas y cinco tripulantes que fue construido en un astillero de Frederikssund (Dinamarca). El barco se pensó como pesquero, pero nunca llegó a ejercer. Sus propietarios lo vendieron para labores de vigilancia y, desde entonces, ha llevado una vida agitada.

La nave llevó una vida agitada con cruceros, droga y labores sociales
La empresa Arousavela ofrece navegación en barcos tradicionales

Durante la II Guerra Mundial escapó por los pelos de los nazis y acabó en Groenlandia haciendo funciones de correo y nave hospital. Luego lo adquirió un alemán, que le dio un lavado de cara en Londres antes de dedicarlo a hacer viajes por el Mediterráneo. Pero resultó que no siempre eran cruceros de placer, y el Nauja fue capturado con un alijo de droga entre Marruecos y Almería. Las pagó realizando labores sociales: como nave de la Sociedad Española de Cetáceos usada para vigilar ballenas en Alborán. Alfredo lo adquirió en subasta hace ocho años y, tras la restauración, se desempeña como barco turístico, trabajando también con CEMMA (Coordinadora para o Estudo dos Mamíferos Mariños) en campañas ambientales de divulgación e investigación sobre los cetáceos y las aves.

Tras embarcar en O Grove, el barco despliega velas y avanza paralelo a la costa. Compartiendo la cubierta se encuentran turistas y varios ecologistas en misión de observación que, durante el recorrido, se prestan a explicar algo de la variedad de la fauna marina gallega. Alfredo ha encontrado aquí un nicho de mercado. Disfrutando de las vistas de Portonovo y la playa de Caneliñas, pero a salvo de la masificación dominguera, fondea para preparar un menú con algunas caballas desprevenidas pescadas en el corto trayecto, navajas y centollo. Menú marinero con albariño de O Salnés.

Por la tarde, el Nauja alcanza la isla de Tambo, entre Marín y Pontevedra. Este islote, cubierto de eucaliptos, es un gran desconocido para el turista. Su uso castrense ha impedido desembarcar aquí durante mucho tiempo, y aún hoy no hay costumbre de visitarlo. En la Edad Media, había un cenobio benedictino, pero los monjes sufrieron el ataque del pirata Drake, que sólo dejó en pie la Iglesia. Con desafortunada historia, este enclave también fue leprosería en el siglo XIX. El clipper pone proa a Ons y se adentra en el Parque das Illas Atlánticas, dejando a un lado Bueu y Aldán.

La tarde cae cuando el Nauja echa anclas en Ons. Buen momento para compartir una chiquita con los marineros en un par de tabernas de O Curro. Alfredo nos presenta a Cesáreo, lobo de mar de raza que ahora ya sólo sale en dorna para consumo propio, como impone la jubilación. Parco en palabras, los turistas logran a veces arrancarle historias de naufragios para acompañar las caldeiradas de pulpo, que tienen fama de ser de las mejores de Galicia.

Alfredo guía la vuelta al barco cuando algunos ya pescan calamares. Al amanecer, en las cercanías de la playa de Melide, paraíso nudista, se ve salir el sol sobre la ría de Pontevedra. Rodeando Ons, el clipper se encara con el islote Centolo. La virada permite disfrutar del "mar de fóra". Aquí el Atlántico rompe contra los cantiles y vence a la piedra en numerosas furnas, refugio de los cormoranes y de la pardela balear, ave marina que hace escala en las islas para alimentarse. Desde tierra se puede disfrutar de este espectáculo en el Burato do Inferno, un enorme agujero al que podemos asomarnos, protegidos por una valla, para ver el mar, allá abajo.

Entre Ons y la isla de Onza, los ecologistas compañeros de travesía suben al palo mayor para localizar toniñas (marsopas) o golfiños, que con frecuencia se dejan ver por aquí. Dicen que traen suerte a los navegantes, pero no a todos, si hacemos caso a los relatos de la víspera. En estos acantilados embarrancó, hace años, un submarino de la armada. Después de unos días, no quedó ni la sombra. Cuando el juez reclamó a los vecinos, todos siguieron la máxima de Fuenteovejuna. En la costa gallega, los naufragios también traían tesoros sin mapa.

El barco 'Nauja' navega en las proximidades de la isla de Ons.
El barco 'Nauja' navega en las proximidades de la isla de Ons.XURXO LOBATO

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