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Las pizarreras acumulan cada año 18 millones de toneladas de residuos

La restauración ambiental de las minas es imposible por su "altísimo coste"

Ourense es potencia mundial en la producción de pizarra y solo esta provincia comercializa casi tanto mineral como toda China. Pero más de 30 años después de que comenzara la extracción, las minas ya no pueden competir en precios con el gigante asiático y con Brasil, y se enfrentan con el problema ambiental que suponen las escombreras, uno de los grandes males provocado por "la irracionalidad de los métodos de explotación" que caracterizaron a estas empresas desde los años setenta.

Sin planificación en la acumulación de los desechos y sin proyectos serios de restauración medioambiental para las minas, abordar ahora la recuperación de estos espacios es "imposible" y económicamente inviable. La tesis doctoral, sobresaliente cum laude, del biólogo Francisco Gutiérrez sostiene que la acumulación durante 30 o 40 años de estos residuos sin ningún tipo de control supone que no se pueda llevar a cabo la restauración por el precio que supone. Una mina solo aprovecha el 4% del material que extrae. El resto, se acumula en una escombrera. "Por cada teja que se ve, hay 94 más tiradas", ejemplifica el catedrático del Instituto Geológico de la Universidade da Coruña y director de la tesis, Juan Ramón Vidal Romaní.

Solo se comercializa el 4% del material que se extrae de las canteras

Unas 100 canteras producen al año una media de 900.000 toneladas de pizarra. Los cálculos dicen que 18 millones de toneladas de residuos, que ocupan 10.000 metros cúbicos, se acumulan año tras año. No hay estimaciones sobre cuánto producto sobrante hay en escombreras, pero Vidal Romaní considera que se podría construir con él toda una muralla china alrededor de Galicia y sobraría material. Las minas a cielo abierto normalmente aprovechan una ladera de la montaña y los desechos y toda la tierra que queda por encima del yacimiento "se lanzan ladera abajo", muchas veces sin tener en cuenta el cauce de los ríos. Es el caso del Lor, nombra Vidal Romaní, que fluye por el corazón de la minería de pizarra, en Valdeorras. Los montes de escombros alcanzan alturas de hasta 200 metros y no están preparadas para acceder a ellos con, por ejemplo, camiones o palas para hacer una restauración.

Dejar el medio con sus características originales es el objetivo de la restauración. Los escombros se utilizan para rellenar el hueco de la mina, sobre ellos se vierte tierra vegetal y se planta encima hasta que se aseguren los terrenos. El coste de todo este proceso "es altísimo", inasumible, asegura Gutiérrez, para las empresas e incluso para la Xunta, que sería la responsable subsidiaria. Aunque es obligatorio desde 1982 presentar un proyecto de restauración para abrir una cantera, no se exigía que se realizase la recuperación. Las minas llevaban ya años abiertas y la regulación "llegó tarde". "Ahora es el momento, cuando están cerrando y tienen que hacer la restauración. No hay dinero, ni aunque no estuviéramos en crisis"

El sistema de extracción influye en que gran parte de la pizarra no sirva para su comercialización. "Hasta ahora se ha hecho en plan salvaje, sin preocuparse por nada", apunta Vidal Romaní. La minería subterránea, con un túnel que se dirija hacia el yacimiento más válido, supone un gran ahorro de residuos. El túnel, sin embargo, "requiere mayores investigaciones". Con un futuro que la tesis pinta negro, Gutiérrez recuerda la situación de la minería de carbón, que dejó de ser rentable en los años noventa pero que se sustenta a base de subvenciones.

Escombros que acumula una cantera en Ortigueira
Escombros que acumula una cantera en Ortigueira

China vende a la mitad de precio

Galicia vende su pizarra a 730 dólares la tonelada. Con una calidad similar, China o Brasil ponen su mineral en el mercado a 300 o 400 dólares, respectivamente. Y aunque la producción de 2009 descendió respecto a años anteriores y Galicia descendió hasta el 30% de cuota en el mercado internacional, el precio de la pizarra gallega subió entre un 8% y un 10%. "Es la burbuja que está creciendo y va a explotar", advierte Gutiérrez.

La producción gallega ya no puede competir con países en los que los salarios son más bajos y "va perdiendo fuerza" en el mercado internacional. El catedrático de Geología Juan Ramón Vidal Romaní apunta también a una "forma descoordinada de trabajar" que implica un aumento de precio. "Destrozan mucho más para mover grandes cantidades de roca. No se busca directamente la zona de pizarra buena", indica. Galicia exporta entre el 70% y el 75% de su pizarra, unas 600.000 toneladas en 2008 que hacen frente a las 690.000 que vendió China en el extranjero.

Si la diferencia de precio es ahora abismal teniendo solo en cuenta la mano de obra y el sistema de producción, el repercutir los costes medioambientales en el precio final de la pizarra supondría venderla a unos 1.000 dólares la tonelada. Imposible para el mercado. Esos costes, apunta Gutiérrez, tampoco se tienen en cuenta en la producción en China.

A la afectación ambiental "irreparable" se suma una situación económica insostenible para el sector. Gutiérrez advierte de que "el daño es social, económico y laboral, además de ambiental". "No podemos seguir subiendo un precio que ahora ya no es competitivo".

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