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Reportaje:

Los nuevos indianos traen a Shakira

Empresarios emigrados gastan lo que cuesta una casa en las fiestas de su aldea

Ramón Blanco se despidió el martes de Soutomaior. "Se acabaron las vacaciones, mañana salgo en coche para Barcelona a las cuatro de la mañana. Tengo que estar allá a las diez". Ramón, nacido hace 54 años en este pueblo de 80 vecinos, en el ayuntamiento de Taboadela, asegura que no esconde nada, que no blanquea, que cree que no es un hombre malo porque si cada año paga las fiestas a sus vecinos es porque es buen tipo. De hecho, un día subió al escenario y le dijo al público "espero que me tengáis por buena persona".

-Pero hay quienes tras su gesto filantrópico ven intereses espúreos.

-La mayoría me quieren mucho pero... ¿cómo se dice? Si la envidia fuera...

-Tiña.

"Estoy limpio. Vivo del trabajo y no me meto con nadie", defiende este indiano del siglo XXI. "Me levanto a las seis de la mañana y nunca vuelvo a casa antes de las 10 de la noche". Ramón tiene mujer, tres hijos a los que "les cuesta entender" lo que hace, y dos empresas de construcción en Barcelona. "Hago edificios por España. Donde me llaman", cuenta. Lleva ocho años organizando las fiestas de la Virgen de la Salud en la primera semana de septiembre, sólo, dice, "para subir este pueblo para arriba. Para ayudar a los vecinos a olvidar las penas de todo el año. Por puro capricho". Por sus padres no lo hace, "porque ya murieron", pero espera "que estén orgullosos" de él "ahí arriba".

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La crisis le ha obligado a despedir a 35 de sus 50 trabajadores, pero las fiestas de Soutomaior no han decaído. Este año, precisamente, han tenido más repercusión que nunca, porque durante bastantes días el constructor pagó un anuncio a toda página en la última de un periódico. En ella aparecían, por abajo, las fotos de los artistas, y encima, más destacada, la del propio Ramón. En el reclamo se especificaba que los vecinos, pese a no pagar, tendrían que pasar por casa de "el organizador", al lado del campo da festa, para recoger las entradas. Los de fuera, que llegaron "de Vigo, de A Coruña y hasta de Zamora", deberían abonar 10 euros por jornada, con derecho a consumición. Se juntaron, entre todas las actuaciones, casi "15.000 personas".

Por segunda vez desde que se ha metido a promotor de espectáculos, Ramón ha traído a la aldea a la Pantoja. Los otros del cartel, entre el 2 y el 6 de septiembre, fueron Barón Rojo, Ñu, Bustamante, Rosana y Camela. Desde el 29 de agosto, la gran novedad de este año fue una carpa de 3.000 metros cuadrados en la que se servían pulpo, empanadas o carne ó caldeiro. Como el empresario no tiene experiencia en esto de los cachés, negocia por él Espectáculos Camoeira, de Ourense. "En 15 días tanteamos a los representantes de los artistas y lo organizamos todo. Y no nos falló ni uno. Vinieron justo los cantantes que queríamos".

-¿Cuánto le costó la fiesta?

-Bastante, bastante.

-¿Cuánto es bastante?

-No se lo voy a decir.

-Cuánto, venga.

-Unos 130.000 euros. Pero hubo algún amigo empresario que me ayudó con mil euros, y los vecinos contribuyeron con la voluntad. Alguno dio hasta 300.

En el frenesí del concierto de la Pantoja, el benefactor local prometió a todos por la megafonía que en 2010 vendrán a Taboadela Julio Iglesias y Shakira. El jueves volvió a Barcelona con la idea en mente de "ganar dinero para conseguirlo". Si este año se gastó lo que costaría un pisito con vistas a la circunvalación, el que viene el "capricho" le va a salir por un chalé a pie de playa. "Esta es mi afición", justifica, "yo yate no tengo".

Pero el otro gallego emigrado en Barcelona que se ha hecho famoso por montar a lo grande las fiestas de su aldea, Jaime Veiga, de Lampazas (Samos), le recomienda al orensano que no se "vanaglorie" y no tenga "tanto afán de protagonismo", porque "traer a esos artistas va a ser imposible". "Uno, porque Julio ya sólo actúa si se lo pide un empresario amigo, por favor personal, y dos, porque Shakira no canta en lugares abiertos". De todas formas, Ramón no se rinde. A falta de auditorio en Soutomaior,propone montar de nuevo "la carpa gigante" para que la colombiana actúe.

Veiga, que sigue "por la prensa" el caso del constructor, cree que "es mejor ser humilde, porque a golpe de talonario se mata el espíritu de las fiestas". Hace diez años que paga los conciertos de su aldea. "No había fiestas desde mi Primera Comunión", dice, "y lo hice por mi madre": "Le pregunté, '¿y a ti quién te gusta?'. Me dijo que Julio Iglesias y Manolo Escobar. Y yo le dije, 'del primero olvídate".

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