El jurado pide indulto parcial para una mujer que mató a su marido
La homicida sufrió años de maltrato
Culpable por homicidio, pero con el atenuante de haber sido maltratada durante 34 años de convivencia. Dos días de deliberaciones le llevó al jurado emitir un veredicto contra María Teresa Sola, juzgada en la Audiencia Provincial de A Coruña por matar en el domicilio conyugal a su marido con una de las mancuernas que él, obsesionado por el deporte, siempre tenía a mano. La mujer, una vecina de 59 años del barrio coruñés de Agra do Orzán, es considerada culpable por el crimen ocurrido el 27 de mayo de 2009. Pero el jurado también pidió un indulto parcial, es decir que la Audiencia, cuando dicte la sentencia condenatoria, sea indulgente a la hora de imponer la pena porque quedó "probado" en el juicio que tanto Sola como su hija fueron víctimas de malos tratos continuados por parte de su marido y padre, Miguel Ángel Vilar.
El jurado no logró alcanzar una resolución por unanimidad. Por una parte, atendiendo a los argumentos de la fiscalía, que pidió 18 años de cárcel por asesinato, entendieron que hubo que alevosía ya que la víctima, según reconoció su esposa, "estaba tranquilo" momentos antes de ser golpeado de muerte. Los 30 golpes que le propinó con la pequeña pesa le provocaron una hemorragia cerebral. Aunque la acusada alegó en el juicio que le golpeó porque se asustó, ya que él se acercó amenazante con el puño en alto, el jurado descartó que fuera "una reacción pasional".
Los estremecedores relatos de continuas vejaciones y maltratos que hicieron tanto María Teresa Sola como su hija, quien incluso declaró haber sufrido abusos sexuales por parte de su padre, también pesaron entre los miembros del jurado. En su veredicto de culpabilidad, alcanzado con siete votos a favor y dos en contra, consideran "probado" que Vilar, marinero de 64 años, era un maltratador. Los informes de tres médicos forenses confirman que Teresa Sola sufre "el síndrome de la mujer maltratada".
Le tenía "pánico" a su marido, según confesó en el juicio. "Un miedo insuperable", en palabras de su abogado, que hizo que nunca hubiera denunciado las constantes vejaciones y la vida de infierno que padecieron ella y su hija, víctimas de un hombre que ambas retrataron en el juicio como un misógino que llamaba "zorras" a todas las mujeres sin excepción, obsesionado con el sexo y el deporte. La mujer incluso declaró en el juicio que su marido, cada vez que veía un crimen machista, exclamaba: "Una zorra menos".
Una sobrina de Miguel Ángel Vilar también declaró ante los magistrados que su tío había intentado cuatro años antes abusar sexualmente de ella. "Allí donde está ya no puede hacer daño a nadie", comentó durante el juicio la hija del matrimonio, quien destacó que ella se había librado de aquella vida de maltratos cuando se casó con 18 años y se fue de casa.
Pero su madre, una mujer "anulada", según su hija, siguió aguantando y callando, atemorizada. Hasta aquella noche del 27 de mayo de 2009, cuando tras una discusión cogió una mancuerna y mató a su marido. María Teresa llamó a su hija y luego se entregó a la policía. Siempre admitió ser culpable del homicidio.
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