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"No tienen ni idea de qué día es hoy"

Apenas unos centenares de personas acompañan a las víctimas del metro

Ignacio Zafra

Los pasajeros prestan una atención relativa a las dos mujeres de negro que se despliegan a uno y otro lado del vagón repartiendo octavillas. Algunos rehúsan aceptarla sin levantar la cabeza y hay quien pinza el papel contra la página de un diario deportivo sin echarle ni un vistazo. La mayoría, sin embargo, se detiene unos segundos a leerlo. Y entonces recuerda que un día normal, un día de rebajas de julio, un día más o menos cercano a las vacaciones como el de ayer, hace tres años, un convoy como el que viajan ahora descarriló en una curva dejando 43 muertos y 47 heridos entre pasajeros como ellos.

Las dos mujeres de negro forman parte de la veintena de miembros de la Asociación Víctimas del Metro 3 de Julio que ayer recordaron el tercer aniversario del accidente realizando el trayecto entre las paradas de Plaza de España y Jesús, que sus familiares no llegaron a completar. Y continuando después hasta Torrent, donde vivían 21 de los fallecidos, cumpliendo con el rito de apearse y guardar un minuto de silencio en las ocho estaciones de la Línea 1 que hay en medio.

"Nunca cojo el metro. No es por protestar. Es porque mató a mi hija"
"Hubiera bastado con un gesto: haber asumido responsabilidades"

"No tienen ni idea de qué día es hoy. Hasta que no lo leen es como si les dieras una propaganda más", cuenta María Teresa Navarro, que perdió a su hermana Pilar en el accidente.

Y una vez advertidos, ¿cuál es la reacción de los viajeros? "Lo primero que he pensado es que ya han pasado tres años y en que el tiempo pasa muy deprisa", dice José Luis Pacheco. Y María Núñez, de 62 años, contesta: "Yo me acuerdo muchas veces. Me acuerdo muchas veces de lo que pasó cuando cojo el metro, y ahora al leerlo se me han puesto los pelos de punta". Y añadía: "La seguridad no sé si ha mejorado. La justicia... yo creo que cuando se pierde a un ser querido que no volverá, la justicia...".

El primer aniversario resultó desgarrador. El de dolor de ayer parecía, en cambio, más viejo, más asentado. "Ahora estamos más tranquilos, pero lo tienes metido aquí dentro. Cuando faltan unas semanas para el aniversario te pones nerviosa, empiezas a llorar", cuenta María Teresa Navarro, que perdió a su hermana Pilar. "Piensas lo que es morir en un túnel como éste, sin luz ni nada. Y la impotencia que tienes. La impotencia de que no te han hecho caso".

Al salir de la estación de Jesús, punto de llegada del recorrido, y dejar atrás el aire denso, tibio y gastado de la Línea 1, Pedro Edo decía: "A pesar del tiempo, se lleva mal. Más si solo bajas al metro una vez al año, por el aniversario, porque yo no lo cojo. No es por protestar ni por no protestar. Simplemente, algo que mató a mi hija no tengo por qué cogerlo".

El viaje en metro duró algo menos de tres horas. Ya al aire libre los padres, madres, hermanos, hermanas e hijos de las víctimas, que por entonces se acercaban a los ochenta, ignoraron el monolito erigido por el Ayuntamiento en un parque y se dirigieron a un pequeño jardín de la calle de San Vicente, justo encima de la curva donde se produjo el accidente y justo enfrente de las obras de la nueva estación provisional del AVE. Y allí depositaron ramos de flores y aguardaron a que pasados unos minutos de la 1 del mediodía se cumplieran tres años de su pérdida.

Por la tarde, en un ambiente de celebración empapado en tristeza, la asociación pudo (inicialmente el Ayuntamiento les había prohibido instalar megafonía) leer ante algo menos de medio millar de personas textos en memoria de sus familiares y escuchar canciones, como las que Pau Alabajos compuso en memoria de las víctimas.

Por la mañana, al filo de la una del mediodía, sólo habló la hermana de una de las fallecidas: "... ya no hay nada que investigar porque todas las pruebas han sido destruidas. Hubiera bastado un gesto: reconocer que se podía haber evitado, y asumir responsabilidades".

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Sobre la firma

Ignacio Zafra
Es redactor de la sección de Sociedad del diario EL PAÍS y está especializado en temas de política educativa. Ha desarrollado su carrera en EL PAÍS. Es licenciado en Derecho por la Universidad de Valencia y Máster de periodismo por la Universidad Autónoma de Madrid y EL PAÍS.

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