"La nueva cultura del agua no es ni de derechas ni de izquierdas"
Pedro Arrojo, profesor de Análisis Económico de la Universidad de Zaragoza, ha visto reconocida su posición contraria al Plan Hidrológico Nacional (PHN) y a favor de una nueva cultura del agua con la concesión del Premio Goldman, considerado el nobel de la defensa del medio ambiente y que recogió en San Francisco (Estados Unidos) el pasado 14 de abril. Es el primer español que recibe este galardón, que quiere dedicar "a toda esa gente que apoya una nueva cultura del agua". Hoy lo compartirá con representantes de organizaciones valencianas en un acto en Valencia y una conferencia en Alzira.
Llega, pues, en la recta final de una campaña electoral en la que el PHN es arma arrojadiza del PP contra la oposición y se critica con dureza a cualquier detractor del proyecto. Pero no se siente en territorio enemigo, como afirma desde Zaragoza en una conversación telefónica: "Insisto en cualquier contexto en que la nueva cultura del agua no es ni de derechas ni de izquierdas, o aragonesa frente a valenciana, es una nueva forma de enfocar los problemas del agua para garantizar un desarrollo sostenible". Por contra, "el enfoque que le dan el Gobierno y el PP es el de la confrontación de pueblos, tienen una visión belicista y autoritaria de la vida". En esta situación, "es difícil auspiciar un clima de diálogo, o simplemente democrático, en el debate del agua", afirma Arrojo, que no obstante, cree "que las razones" de una nueva cultura del agua "se abrirán camino".
"La situación actual permite que se mate de éxito el litoral en una espiral de especulación"
Arrojo defiende que se ha falseado la realidad para involucrar en la guerra del agua a la Comunidad Valenciana, porque si bien en el sur de Alicante el "mal entendido desarrollo ha llevado a la insostenibilidad", en el caso del Júcar se han "forzado los cálculos" y el plan "concluye que hay unos mal llamados excedentes, como si sobrara agua" para repartir. "El uso integrado del agua en Valencia es ejemplar", lo que ha permitido superar épocas de sequía que en el Júcar no se han padecido. Sin embargo, proyectos como el del trasvase Júcar-Vinalopó ponen en riesgo la salud del río y sus reservas, según Arrojo: "Acabará como el trasvase Tajo-Segura, para el que se hicieron canales y tubos para 1.000 hectómetros cúbicos, y la media de agua trasvasada ha sido de algo más de 300, pero las expectativas de desarrollo se crearon para mil".
En el caso de Alicante o Murcia, "hay que poner orden, porque la situación actual permite que se mate de éxito el litoral bajo una espiral de desgobierno y especulación". "La zona tiene un problema de gestión del agua", dice Arrojo, y aunque "ciertos desarrollos son difíciles de devolver a la racionalidad", hay que apostar por la eficiencia y soluciones como la desalación y la doble red en el litoral, que supone usar "una para el agua del grifo y otra para la del jardín o la lavadora con agua reutilizada".
Sabedor de que la batalla en torno al PHN también se libra en la Comisión Europea, Arrojo destaca que en Bruselas se acumulan "los informes técnicos negativos", y su propio análisis económico indica que las pérdidas son como "un agujero negro". "Estamos aún en la fase de preanteproyecto, y hasta la licitación de obras la experiencia en grandes infraestructuras indica que los costes se elevan por encima del 30% de lo previsto".
"El PHN, que tiene cosas buenas y otras demenciales, ha priorizado el gran hormigón, los proyectos más impactantes, que tienen un futuro de colapso" tras tres años de "atasco", por lo que la comisaria de Medio Ambiente, Margot Wallström, se ha topado "con un nudo gordiano" que intenta abrir con una conferencia de expertos aún no convocada. Para Arrojo, las ayudas europeas "no están en cuestión". "Es una falacia que se diga que no va a llegar dinero, el asunto es a qué se dedica, porque la UE no puede destinar ayudas a proyectos que entran en contradicción con leyes comunitarias". "Los fondos vendrían sin discusión para modernizar el regadío, cuya eficiencia en el Júcar, es oficialmente del 40%", dice. "Y si realmente necesitamos más agua en algunos sitios y no queremos dar marcha atrás, aún será más razonable pedir el dinero europeo para la desalación", concluye.
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