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Tribuna:Elecciones municipales y autonómicas
Tribuna
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¡Es la educación, estúpidos!

Va para un año que la Unión Europea, a la vista de que la crisis no iba a constituir un acontecimiento excepcional que nos fuera a permitir reanudar nuestras ocupaciones como si nada hubiera ocurrido, decidió apostar por un nuevo modelo de crecimiento. Lo llamó Estrategia Europa 2020, una agenda comprometida con tres prioridades: un crecimiento inteligente, sostenible e integrador.

Tres prioridades concretadas en cinco objetivos emblemáticos. Uno de ellos, como no podía ser de otro modo, "un objetivo educativo centrado en los resultados, que aborde el problema del abandono escolar, reduciéndolo al 10% desde el actual 15% y que incremente el porcentaje de la población de entre 30 y 34 años que finaliza la enseñanza superior del 31% a por lo menos el 40% en 2020".

Partidos, agentes económicos y sindicatos deberían pactar un plan de acción 2011-2020, ante las cifras en educación

La Estrategia Europa 2020 vino precedida del importante informe Nuevas capacidades para nuevos empleos, en el cual se advertía que, hacia 2020, en la UE-25 más del 50% de los empleos requerirían una formación correspondiente a la educación secundaria de segunda etapa, y más del 30% requerirían un nivel de formación equivalente a la educación superior, dejando un exiguo 15% de los nuevos empleos para los niveles bajos de estudios (ESO o inferior).

Al igual que otros Estados miembros, España aprobó hace unos meses el Plan de Acción 2010-2011, arbitrando un conjunto de medidas con la vista puesta en lograr la reducción del abandono escolar prematuro de nuestro país hasta el 15% en 2020 (31,2% en 2009) y en llegar al 44% de la población de 30 a 34 años con estudios finalizados de educación superior (38,2% en 2009). Además, algunas de sus medidas han sido recogidas en la Ley de Economía Sostenible, recientemente aprobada por las Cortes españolas.

No obstante, las singularidades de un Estado compuesto como España por lo que se refiere, entre otras, a las políticas educativas, unido a las grandes diferencias territoriales en materia de Educación, explicarían las limitaciones de un Plan de Acción como el citado, así como de la antedicha ley. No pueden servir las mismas medidas para la Comunidad Valenciana (una tasa bruta de graduación en ESO de 61,7%, un abandono educativo temprano de 32,8% y un 34,7% de población de 25 a 34 años con educación superior, por un 37,7% con educación básica o inferior, todo eso en 2009) y para el País Vasco (el 86,9% de tasas de graduación en ESO, el 16% de abandono educativo temprano y 60,1% de población entre 25 y 34 años con educación superior, por 18,1% con educación básica o inferior, también en 2009). Por consiguiente, resulta más que evidente que, dadas las enormes diferencias territoriales en educación, los planes de acción comprometidos con la Estrategia Europa 2020 han de ser elaborados para cada comunidad autónoma y desde cada comunidad autónoma.

Estamos a poco más de un mes de unas nuevas elecciones autonómicas, incluso inmersos ya en una larga precampaña electoral. Sería lógico esperar que, vistos estos preocupantes indicadores de la educación valenciana, los partidos políticos, las organizaciones sociales y empresariales de nuestra comunidad hubieran encaminado conjuntamente sus esfuerzos hacia la definición de un Plan de Acción Valenciano 2011-2020 coherente con la estrategia europea mencionada. Un plan centrado en un único objetivo emblemático: la mejora de la educación valenciana, la mejora de cada uno de los cuatro indicadores apuntados en un 50% en la próxima década. Al fin y al cabo, solo nos jugamos la viabilidad de un crecimiento inteligente, sostenible e integrador para la Comunidad Valenciana. ¡Eso y el monumental coste del fracaso escolar valenciano: 17.000 jóvenes de 16 años por curso sin graduarse después de haber acumulado un gasto en su educación de unos 55.000 euros por estudiante..., son muchos euros cada año!

Sin embargo, mientras el debate político general -no sé si será cosa de la Mediterrània o del talento- aparece focalizado en enredos propios de una novela negra (caso Gürtel, caso Brugal, transfuguismos diversos, etcétera...), el debate educativo parece entretenido en cuestiones seguramente importantes, aunque poco relevantes para la consecución de las prioridades señaladas. Verbigracia, los conspicuos planes de mejora que, con una inestimable pasión burocratizada, están elaborando nuestras escuelas, mientras las campanas no dejan de tañer anunciando recortes diversos con escaso sentido.

Para finalizar, una conocida historia. Fue James Carville, asesor de Bill Clinton en la campaña presidencial de 1992 contra Bush padre, quien ideó el conocido eslogan electoral ¡La economía, estúpido! con el que aquel ganó sorpresivamente las elecciones, al conseguir enfocar la campaña sobre cuestiones más relacionadas con las preocupaciones más importantes de la sociedad norteamericana de finales del siglo pasado. Y, ¿qué cuestión es más importante, ahora mismo, para la sociedad valenciana que el fortalecimiento de su sistema educativo, sin el cual no resulta verosímil ni viable una salida inteligente y sostenible de la crisis económica?

Rememorando a Machado, ¿sabrán estar los protagonistas de la presente campaña electoral a la altura de las circunstancias, o se quedarán au dessus de la mêlée?.

Vicente Díaz Rodríguez es inspector de Educación y profesor de la Universidad Alicante

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