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Elecciones municipales y autonómicas
Columna
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Todo para los curas

El domingo que viene hay elecciones y como parece que ya está todo el pescado vendido pues apenas si ha habido debate político. ¿Ha logrado alguien atisbar alguna reflexión sobre qué servicios públicos queremos? ¿Y en torno a cuál haya de ser su coste y cómo lo pagaremos? Porque a poco que aspiremos a que sean de nivel europeo parece lógico pensar que la fiscalidad debiera ir pareciéndose también a la del norte de los Pirineos, por ejemplo. Y de algún sitio habrá que sacar el dinero. ¿Se ha discutido con seriedad sobre el modelo económico al que deseamos tender y qué políticas son necesarias para ir en esa dirección?

Da la sensación de que aquí se debate poco en torno a esos temas porque hay un modelo que es no sólo el del PP sino que se ha convertido en socialmente hegemónico y que, por este motivo, admite poca discusión. Sin embargo, en la medida en que tiene elementos aberrantes, vale la pena tratar de ilustrar sobre ellos, con la esperanza de que se incoe cierto debate. Y si no llegamos a tiempo para el domingo, pues a ver si la cosa toma carrerilla a partir de esa fecha.

Un factor definitorio del modelo es que la Generalitat Valenciana está actualmente en manos de personas que desconfían de la prestación directa por parte de la Administración de los servicios públicos. En sanidad ello nos ha llevado a poner en marcha y extender un modelo de gestión indirecta, donde se paga a empresas por encargarse. El límite a la extensión del mismo está siendo, de momento, la tesorería. Como la broma nos sale por un riñón y parte del otro el comatoso estado de las cuentas de la Generalitat hace que hasta la fecha el absceso no se haya extendido todo lo que podría haberlo hecho.

Tampoco en educación a la Generalitat valenciana le apetece demasiado tener que cargar con la pesada tarea de prestar directamente el servicio. Cada año hay más centros concertados, mientras falta dinero para invertir en la red pública. En nuestra Comunidad se concierta ya hasta el Bachillerato a la vez que se congelan las oposiciones que han de dotar de personal a los centros gestionados por la consejería. Se anuncia, incluso, que vamos a ceder suelo público para que los empresarios de la educación puedan hacer allí sus nuevos colegios, mientras a los maestros y profesores de los centros públicos se les masacra con unas condiciones laborales sencillamente indignas.

El modelo educativo del futuro, ya anunciado, aspira a replicar lo que se ha hecho experimentalmente en educación superior. ¿Cómo crear una Universidad al gusto de los nuevos gestores? Pues resulta bien sencillo. Todo para los curas. Dinero, subvenciones de todo tipo, cesiones de suelo, favores sin cuento (rozando abiertamente la ilegalidad) para autorizar grados... todo para una entidad privada controlada por la Iglesia a la que equiparamos a todos los efectos a la red pública (de momento, con la excepción de la matrícula, pero todo se andará). En la enseñanza Primaria y Secundaria el futuro se avizora semejante. Ya nos están diciendo que hay que hacer más y más conciertos y, de nuevo, como en sanidad, tratarán de justificarlo con estudios económicos de baratillo que afirmarán que sale mucho más barato entregar todo el dinero a los curas y que ellos se encarguen de educar a nuestros hijos a que lo hagamos como una sociedad madura y moderna. ¿De verdad nos gusta más un país así?

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