Algo es algo
El fenómeno de las bandas adolescentes es tan antiguo como el propio rock and roll. Desde los Bay City Rollers hasta Take That, pasando por New Kids On The Block, Backstreet Boys o Hanson, han sido decenas los grupos, generalmente prefabricados, que han asaltado las listas de ventas en todo el mundo al olor de una presa tan fácil como es ese público de no más de 16 años, carne fresca por su condición de masa susceptible de ser engatusada a las primeras de cambio.
Aquejadas por una caducidad más que cantada (al tiempo que sus fans crecen y -es de suponer- maduran, estos ídolos de barro dejan de tener razón de ser), desaparecen en menos de un lustro hasta que pasan unos años para la siguiente remesa de jóvenes. Y si bien sus claves no cambian demasiado de generación en generación, la marea de móviles encendidos para recibir a McFly en el pabellón de la Fuente de San Luis que no llegó a la media entrada demuestra que el entusiasmo que suscitan ahora se modula en tiempo real.
McFly+Doctor Pitangú
McFly: Danny Jones: voz y guitarra; Tom Fletcher: voz y guitarra; Dougie Poynter: bajo; Harry Judd: batería; Isaac Clarke: teclado. Pabellón de la Fuente de San Luis. Valencia, viernes 6 de mayo de 2011.
Últimamente lo que se llevaba son los sucedáneos emo, y es de agradecer que los británicos sólo hayan compartido con esa marea la estética de sus primeros trabajos, tal como demostraron con una escenografía muy sencilla, minutos después de que los valencianos Doctor Pitangú calentasen el ambiente. Porque más allá de que Party Girl, If You See Kate y tantas otras recuerden mucho a los insulsos Maroon 5, o de que en Transylvania se pongan golfetes para pasar por unos Muse con menos delirios de grandeza, los ecos beatleianos de It's All About You, el rock'n'roll clasicote de Smile, la línea de bajo de I Need a Woman (prestada del My Girl de The Temptations) o la colección de poses springsteenianas de Danny Jones (quien reconoce saberse de memoria los DVD del Boss) son pruebas de que no todo está perdido. Al menos para una muchachada que, pasados unos cuantos añitos, no debería ser irrecuperable.
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