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Trump cumple un sueño póstumo de Fidel Castro al silenciar Radio y TV Martí

Washington suspendió la actividad del medio anticastrista, que dejó de transmitir por primera vez en 40 años. “Es un gol a favor de La Habana”, dice uno de sus periodistas emblemáticos

Fidel Castro y Donald Trump.
Carla Gloria Colomé

Corre el verano de 2023 y un avión HC-144 Ocean Century, de la Guardia Costera de Estados Unidos, despega de la base aérea de Opa-locka, al noroeste de la ciudad de Miami, en un día de nubes despejadas y mar tranquilo. Por cinco horas, la tripulación patrullará las costas del sur de Florida y llegará, con cuidado de no violar el espacio nacional, a unas 20 millas al norte de Cuba. Se habla de la mayor estampida de todos los tiempos, que para ese entonces alcanza la cifra de casi un millón de cubanos en dos años. Aunque el Gobierno estadounidense se ha deshecho de leyes que los amparaban, siguen navegando en balsas caseras las casi 90 millas que separan La Habana de Miami.

En algún momento del recorrido, la tripulación divisa una embarcación donde se amontonan 23 balseros. El periodista Ricardo Quintana, de Radio y Televisión Martí, invitado por la Guardia Costera, capta en cámara el hallazgo: un punto con vida en medio de tanto mar. “Yo observaba, con un nudo en la garganta, los monitores del avión”, recuerda Quintana, de 65 años. “La imagen ha quedado grabada de manera inmortal en mi memoria como una sombra silenciosa que no se desvanece”. Es una de coberturas que atesora el periodista, una de las tantas en 26 años de trabajo en un medio que, junto con Voz de América, Radio Asia o Radio Free Europe, ha suspendido sus actividades por primera vez en 40 años, como parte de la cruzada emprendida por la administración de Donald Trump contra la Agencia para los Medios Globales (USAGM), que en su conjunto empleaba a unos 3.500 trabajadores y distribuye noticias a unos 427 millones de personas en casi 50 lenguas.

Quintana se niega a creer que se trate de un desmantelamiento de la Oficina de Transmisiones para Cuba (OCB, por sus siglas en inglés), que supervisa el trabajo de Radio y TV Martí. El periodista, que amasa seis premios Emmy por su trabajo, cree que si aún existe el régimen cubano, no hay motivos para que no exista Radio y TV Martí. “La génesis sigue vigente en un sistema totalitario que censura, restringe el acceso a la información y castiga a quienes intentan emitir noticias de manera independiente”, dice Quintana, jubilado hace poco. “De concretarse el cierre, sería un gol a favor de La Habana que, desde el inicio, ha calificado las transmisiones de “contrarrevolucionarias e ilegales” y ha pedido su clausura.

Lo que suceda en adelante con Radio y TV Martí está por verse. Pero, con esta medida, Trump ha cumplido con un sueño que siempre tuvo Fidel Castro: silenciar un medio contestatario de su Gobierno que transmitía desde Miami y que, desde que fue creado el 20 de octubre de 1985, consiguió irrumpir el cerco mediático bajo el que tenía a Cuba. La orden del estadounidense ha hecho que, por primera vez en casi cuatro décadas, Radio Martí no llegue a los hogares cubanos, ni su sitio web publique la denuncia de algún preso político en la isla, ni el testimonio sobre un episodio represivo contra disidentes por parte del Gobierno de Miguel Díaz-Canel.

Ricardo Quintana durante una entrevista para Radio TV Martí.

Este no es el primer golpe que recibe Radio y TV Martí, pero sí el más contundente. En el último año de la primera presidencia de Trump, el medio vio reducido su presupuesto de unos 29 millones de dólares a 12,9, y despidió a más de 100 empleados. Hasta mediados de este mes, operaba con más de 25 millones de dólares anuales y 68 trabajadores. Pero el 14 de marzo, el presidente firmó una orden ejecutiva para la suspensión de varios medios que recibían financiación federal alegando que ya no le servían, que promueven la agenda de la izquierda radical y dañan de manera considerable las arcas del Estado.

Kari Lake, nombrada por Trump como asesora principal de la USAGM, que en 2024 contó con un presupuesto de 886 millones de dólares, aseguró que se trataba de una agencia corroída por “el despilfarro, el fraude y el abuso”, y la tildó de haber incurrido en violaciones masivas de la seguridad nacional. “Esta agencia no tiene salvación”, apuntó.

Algunos de sus trabajadores, que ahora permanecen bajo “licencia administrativa”, le dijeron a El PAÍS que la suspensión les había tomado por sorpresa. Primero llegó la cancelación del contrato de arrendamiento del edificio Jorge Mas Canosa, en Miami, donde está la sede de Radio y TV Martí, como parte de la tarea del hombre más rico del mundo de vigilar cada centavo que considera un despilfarro. A Elon Musk y su Departamento de Eficiencia Gubernamental esta decisión les ahorra 5,32 millones de dólares. Después, vinieron los despidos a parte del personal, algunos contratistas (el 40%), otros empleados federales, que recibieron un correo informándoles de su despido. Uno de ellos fue Abel Fernández, quien se desempeñaba como director digital del portal Martí Noticias, y que hasta el 6 de marzo era empleado federal. Dice que no se esperaba una decisión así porque la dirección de Martí estaba “muy satisfecha con la labor que estaba realizando”.

La noticia también resultó inesperada para la audiencia, e incluso para algunos congresistas republicanos como Mario Díaz-Balart, Maria Elvira Salzar o Carlos Jiménez, quienes han prometido luchar por la revocación de la medida.

La guerra de La Habana contra la “emisora del enemigo”

Radio Martí se creó con la aprobación de la Ley de Transmisiones a Cuba, impulsada por el presidente de la Fundación Cubano Americana, Jorge Mas Canosa. Contó con un amplio respaldo bipartidista y con el apoyo del entonces presidente, Ronald Reagan, quien aseguró que la iniciativa tenía un objetivo claro: “romper el monopolio de Fidel Castro sobre las noticias y la información dentro de Cuba”. Según Reagan, por primera vez en 25 años “de dominación comunista”, el pueblo cubano podía comenzar a “oír la verdad”.

El estudio de grabación de Radio TV Martí, en Miami, Florida.

Para el castrismo, siempre fue una piedra en el zapato. En primer lugar, porque se apropiaban del nombre de José Martí, probablemente el icono más importante de la revolución cubana. El fallecido locutor Moisés López, quien le puso voz a la primera transmisión hacia Cuba, recordó que, ese día, Mas Canosa le extendió el micrófono y le dijo: ‘Toma, para que te saques la flecha que tienes en el corazón". Desde sus inicios, y ante la ausencia de otros medios fuera del monopolio de La Habana, la emisora sirvió de conexión a Cuba con su exilio, y viceversa.

Wilfredo Cancio Isla, periodista cubano que dirigió Noticias de Radio Martí entre 2017 y 2018, cuenta que, en los noventa, el medio tenía índices de audiencia considerablemente altos. “El atractivo no fue solo por los contenidos informativos, sino también por franjas de entretenimiento en la música, el humor, las radionovelas, con primeras figuras que estaban censuradas dentro de Cuba”, recuerda. “No hay dudas de que Radio Martí logró tocar una sensibilidad popular y el Gobierno lo vio como una preocupante amenaza a su monopolio informativo”.

Desde Estados Unidos, la emisora transmitía en onda corta y onda media en la frecuencia 1180 AM, que podía oírse en la Florida y en Cuba. De inmediato, se desató una especie de guerra “radioelectrónica”: mientras desde Estados Unidos se hacía todo lo posible por transmitir, desde Cuba trataban de interferir y bloquear una emisora que consideraban “ilegal” y esencialmente “anticubana”. El Gobierno cubano, incluso, denunció su existencia ante la Unión Internacional de Telecomunicaciones, de la ONU.

Se cuenta que, en zonas urbanas de la isla, se escuchaba una especie de pitido cuando se trataba de sintonizar, pero en zonas rurales la señal llegaba con mejor calidad. Radio y TV Martí estuvo tan demonizado en Cuba que la gente jugaba al clandestinaje. Oírla era una manifestación de la desobediencia, y hasta de la disidencia. Cancio recuerda que muchos “la escuchaban más bajito”. “Le pusieron Radio Casualidad, porque en las conversaciones más o menos formales, para no asumir que se oía la emisora, muchas personas decían: “Yo estaba en un lugar y por casualidad tenían puesta Radio Martí”.

Aunque no hay registros de que se haya detenido o condenado a alguien por escuchar la emisora, hacerlo te situaba en el blanco de la policía política cubana o los llamados Comités de Defensa de la Revolución (CDR). “Los hogares donde se escuchaba Radio Martí estaban marcados como problemáticos”, apunta Cancio. “Eso fue cambiando aceleradamente al ritmo que le impuso la vida cotidiana. Se generaron otras fuentes alternativas de información y también se desmoronaron mecanismos de control en medio del deterioro general del país”.

Ricardo Qjuintanar en el estudio de TV Martí.

En esos años, Radio Martí informó al pueblo de Cuba de hechos que, de lo contrario, hubiesen quedado a oscuras, secuestrados por la narrativa castrista: la deserción en 1987 del General de Brigada Rafael del Pino de la Fuerza Aérea Cubana y su posterior aterrizaje, junto a su familia, en la base naval de Boca Chica; el trágico hundimiento del Remolcador 13 de Marzo en 1994, que terminó con la vida de 41 cubanos; el Maleconazo de La Habana, que dio paso a la llamada crisis de los balseros de los noventa; el derribo de las avionetas de Hermanos al Rescate por el Gobierno cubano en 1996; la guerra de Angola; la llamada Primavera Negra de 2003 y los juicios a 75 personas encarceladas, o el naciente movimiento de las Damas de blanco ese mismo año. Más recientemente, el medio ha sido espacio para cubrir las más importantes protestas antisistema, o ha dado voz a disidentes y presos políticos de toda la isla.

En la década del noventa apareció TV Martí, del cual, según algunos entrevistados, no existe confirmación de que se haya visto dentro de Cuba. Luego, con Internet, también llegaría su versión digital. Por años, el medio ha sido blanco de críticas de un bando y de otro: algunos señalan que nació para complacer a los exiliados pudientes; otros dicen que ya cumplió su objetivo en los años de Guerra Fría, que su público meta, el cubano, apenas lo ha consumido; y también se ha cuestionado la excelencia periodística del medio.

En los últimos años, Radio y TV Martí se ha profesionalizado y ha diversificado su redacción, ha ampliado los temas de su cobertura y tiene una mayor alcance dentro de Cuba, a través de los contenidos en redes sociales y por la presencia cada vez mayor de internet en la isla. Su pérdida, coinciden sus periodistas, no solo dejaría en el limbo a decenas de personas y sus familiares que dependen de ella, sino que sería una gran pérdida para los cubanos. “El trabajo de Martí Noticias es esencial para su audiencia, que es el pueblo de Cuba”, insiste Abel Fernández. “Tengo esperanza de que esta situación se va a revertir, y espero que pronto todos los empleados podamos volver a Martí”.

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Sobre la firma

Carla Gloria Colomé
Periodista cubana en Nueva York. En EL PAÍS cubre Cuba y comunidades hispanas en EE UU. Fundadora de la revista 'El Estornudo' y ganadora del Premio Mario Vargas Llosa de Periodismo Joven. Estudió en la Universidad de La Habana, con maestrías en Comunicación en la UNAM y en Periodismo Bilingüe en la Craig Newmark Graduate School of Journalism.
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