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El regreso del dólar a Cuba, una mano larga hasta el bolsillo del exilio

El Gobierno de Díaz-Canel anuncia una “dolarización parcial” en su último intento de encaminar una economía completamente quebrada

Pesos cubanos.
Pesos cubanos.Ramon Espinosa (AP)

Cuando los cubanos despertaron en 2025, el país era el mismo, pero sus gobernantes les aseguraron que las cosas serían distintas: no solo es el año en que de forma gradual se eliminará la histórica libreta de abastecimiento que garantiza un mínimo de alimentos a la familia cubana, o el año en que el monopolio de las comunicaciones ETECSA aumentará mucho más las tarifas de sus servicios, sino en el que vuelve a circular el dólar de manera oficial en algunos sectores de la economía. La recaudación de divisas a toda costa —esa mano larga que sale de La Habana y se extiende directamente hasta el bolsillo de los exiliados— parece ser la última alternativa que encuentra el país para encaminar su economía completamente quebrada. Las autoridades le han pedido al pueblo, una vez más, que vuelva a confiar, pero la gente no entiende por qué habría que hacerlo, por qué deben creer que este año les irá mejor que el anterior.

Un nuevo supermercado en el vistoso barrio de Miramar se muestra como la antesala del país que será Cuba en adelante. En la instalación de 3ra y 70, gestionada por la cadena MGM Muthu Hotels y el grupo Gaviota, no aceptan pagos en Moneda Libremente Convertible (MLC), la moneda virtual que hace unos cinco años el Gobierno dijo que resolvería los problemas de la economía cubana, el sustituto del Peso Convertible Cubano (CUC), que a su vez sustituyó al dólar. El nuevo mercado —surtido con embutidos, cervezas, variadas carnes, confituras o aseo personal, por precios que normalmente no puede permitirse el cubano común y que no están en las vitrinas de otras tiendas— acepta pagos en dólares en efectivo y tarjetas tipo Clásica, Visa o Mastercard, que mayormente recargan los familiares desde el exilio, ese otro país disperso al que en menos de tres años se ha sumado la cifra de casi dos millones de emigrados.

El cubano Iker Rafaeli Ruiz está convencido de que ni el nuevo supermercado ni la vuelta del dólar a la economía cubana “calmará el hambre de nadie”. “¿Por qué? Porque no toda la población cuenta con familiares en el exilio que les manden dólares y esas tiendas son para turistas, gente que recibe dólares y gente del Gobierno”, asegura.

Una “dolarización parcial” de la economía

A pesar de que el pasado año las autoridades implementaron varias medidas para salir de lo que ellos mismos nombraron una “economía de guerra”, en diciembre, el gobernante Miguel Díaz-Canel reconoció que tenían “la insatisfacción” de no haber “avanzado con la necesaria celeridad” que demanda la crisis que hoy viven los cubanos. Para finalizar el año, su Gobierno anunció lo que ya hoy es un hecho: una “dolarización parcial de la economía” que, según el primer ministro, Manuel Marrero Cruz, “busca mejorar la gestión, control y asignación de divisas a los actores económicos del país”.

Para ello, han permitido el uso del dólar en ventas mayoristas y minoristas, en servicios de comercio exterior, pago de aranceles, en formas de gestión no estatal, en algunos establecimientos destinados al turismo y otros sectores. También fue aprobado un nuevo régimen cambiario de divisas frente al mercado informal que, según los dirigentes, es el culpable de la dolarización ilegal que ahora buscan poner bajo control.

La recaudación de divisas es la última baraja del gobierno cubano para sacar a flote a un país golpeado por los últimos desastres naturales, a donde llegan cada vez menos turistas, con una inflación de casi el 30%, con un sistema electroenergético añejo que provoca apagones casi diarios y un gran déficit de alimentos y medicinas que dificulta la vida en la isla. “Cuba es una economía que padece una escasez crónica de divisas. Cuando hay desequilibrios fiscales y monetarios, la moneda nacional pierde relevancia porque es más inestable y, por tanto, menos confiable”, asegura el economista cubano Ricardo Torres, exinvestigador del Centro de Estudios de la Economía Cubana y profesor en la American University de Washington. “Las autoridades ahora dolarizan una parte del comercio minorista y otros servicios, buscando captar directamente los dólares que se han quedado en los hogares y el sector privado”.

Aun así, la prensa oficialista ha tildado la dolarización de “un mal necesario”, a tono con la narrativa de amor-odio que por décadas ha tenido el Gobierno frente a la moneda estadounidense.

Los dólares con los que hoy ciertos cubanos pagarán en algunas de las tiendas del país son los mismos por los que, años atrás, no pocos terminaron en la cárcel por el delito de “poseer monedas extranjeras”. En 1993, en medio de una gran crisis económica tras la pérdida de la URSS como principal socio comercial, Fidel Castro suprimió el delito del Código Penal y los cubanos pudieron comprar libremente en tiendas antes solo destinadas a extranjeros. Luego el dólar ha tenido presencia o no en la economía cubana, según el Gobierno ha entendido su necesidad, o según lo ha dictado la política de Estados Unidos hacia Cuba. En 2004, Castro apareció en la televisión nacional para anunciar que el uso del dólar quedaría relegado por el uso del CUC, a modo de respuesta a las presiones estadounidenses sobre bancos foráneos que imposibilitaba a la isla poder depositar en ellos las divisas recolectadas.

Aunque, según la versión oficial, la nueva medida es un intento más de recaudación de divisas extranjeras, el economista cubano Pavel Vidal, quien trabajó en el Banco Central de Cuba (BCC), cree que la verdad detrás de la dolarización es otra. “A veces el Gobierno dice que dolariza por la necesidad de recaudar divisas, pero eso no tiene sentido, porque todos los países tienen que recaudar divisas y no necesitan la dolarización”, sostiene. “Ellos necesitan el dólar porque el peso cubano no es una moneda creíble, no es una moneda estable, el sistema de pago asociado al peso cubano es disfuncional, el peso cubano no es convertible, entonces por eso necesitan la dolarización”.

La dolarización genera “segmentaciones y desigualdades”

Los economistas y los cubanos en la calle coinciden en que el Gobierno sigue tomando medidas cosméticas y pone el peso de salvar la economía en los hombros del exilio, en un país donde el salario promedio apenas alcanza los 20 dólares. El economista Ricardo Torres insiste en que no tienen un “plan claro, ni un diagnóstico meridiano de la situación del país ni de sus causas”. “Cada vez, los hogares dependen menos de los frutos del trabajo de sus integrantes y más de lo que envían los que viven en el extranjero. Es una situación insostenible, crea malestar y resentimiento dentro y fuera de la isla. Y, sobre todo, es tremendamente injusto que personas que se dejaron la vida trabajando en un sistema que dilapida el trabajo, se vean marginadas de consumos incluso básicos porque no tienen dólares”, dice.

En este intento desesperado de recaudación de divisas, los economistas no ven una medida propiamente contraproducente. Lo que sí es un hecho es que marcará mucho más la brecha entre quienes pueden acceder a dólares y quienes no. Torres considera que la dolarización puede tener “algunos efectos positivos” y hacer “más transparente ciertas transacciones o ampliar el uso de una moneda más estable”, pero el gran problema consiste en que “se hace de forma fragmentada, para unos actores sí y para otros no”.

“El Gobierno va a recaudar más divisas, pero la experiencia indica que no ha sabido hacer un buen uso de esos recursos”, sostiene Torres. “¿Por qué sería diferente ahora? En definitiva, el efecto redistributivo de estos esquemas es muy limitado, y lo es todavía menos en la actualidad. Por lo que, desde el punto de vista del consumo, se benefician los que tengan acceso a dólares, el resto no verá ninguna mejoría”.

Las remesas, junto al turismo y la exportación de servicios médicos, han sido por años los sectores que sustentan la economía cubana. En un informe del pasado año, el economista cubano Emilio Morales aseguró que en 2023 el envío de remesas a Cuba había experimentado una caída de 3,31%, más de 1.972 millones de dólares menos que en 2022, cuando el país recibió 2.040 millones. El Gobierno ha dejado en las manos del exilio la responsabilidad de sostener a quienes dejan atrás. Pero aunque cada vez son más los cubanos en el exterior, muchos de los que quedan en la isla no tienen ayuda de familiares que estén fuera.

Pavel Vidal asegura que la dolarización genera “segmentaciones y desigualdades” y que, además, no garantiza una recuperación general de la economía. “Deja atrás todas las industrias y mercados que no están dolarizados y genera desigualdades en las familias que no tienen acceso directo a remesas u otra fuente en divisas, son los que quedan excluidos de estos mercados donde hay más abastecimiento”.

Una alternativa que no es “idónea”, pero sí necesaria

Aunque el Gobierno cubano no pocas veces ha jugado a quitar y poner el dólar del esquema económico, Ricardo Torres cree que es “imposible eliminar esa influencia” cuando se trata de la moneda del país donde residen la mayor parte de los cubanos en el extranjero. “Cuando la economía dependía mayormente del campo socialista, y luego de Venezuela, el Gobierno cubano pudo darse el lujo de reducir su papel en la economía. Pero sin ayuda externa significativa, su rol es mayor porque las remesas, el turismo desde Estados Unidos y la importación de alimentos se convierten en flujos claves. Ahora estamos en esta etapa”, asegura.

Aún así, ve un factor político y hasta de “orgullo” en el hecho de que esta apertura a la moneda extranjera se solo parcial. Pavel Vidal cree que esta es una alternativa que no es tan perfecta para el Gobierno, ya que tras recibir los dólares en su economía “tiene que colocarlos en el mercado financiero internacional”, algo que no es tan sencillo a causa de las restricciones bancarias que impone el embargo económico de Estados Unidos hacia Cuba.

“La dolarización no es idónea, pero hay momentos en que el Gobierno valora que los beneficios son mayores que los costos, como hoy en día, que hay una crisis tremenda, que el peso tiene una inflación de tres dígitos, hay una tasa de cambio en el mercado informal que ellos no logran controlar”, dice el economista. “Les permite garantizar el funcionamiento de algunos mercados, hoteles, industrias, pero no la van a extender a toda la economía por el mismo hecho de que el dólar es la moneda del país que sanciona a Cuba y le generaría una vulnerabilidad financiera no recomendable. También creo que por tema de orgullo. El peso cubano es un símbolo de autonomía, de independencia, y renunciar al peso cubano nunca ha estado entre las opciones políticas del gobierno”.

A inicios de un año repleto de incertidumbres sobre el futuro económico de la isla, muchos saben que la dolarización no es la opción definitiva a la crisis que vive el país. No resulta un escenario fiable ese donde circulan varias monedas —algo que pretendió cambiar en 2021 la llamada Tarea Ordenamiento y finalmente no pudo— ni donde solo se sigan tomando medidas parciales. “Una economía que funcione bien y maneje de forma prudente su política fiscal y monetaria debería tener una única moneda y una única tasa de cambio”, dice Vidal. “Desde la caída del campo socialista, el Gobierno ha aplicado algunos cambios en el modelo de economía centralmente planificada, pero no ha aplicado una reforma integral del modelo económico. Y llevar toda la economía a una única moneda, a una tasa de cambio que flote, implicaría aplicar reformas más importantes a las que el Gobierno se ha venido resistiendo”.

Es algo que los economistas han dicho antes: no habrá un cambio real en Cuba mientras el Estado sea el que controle todos los sectores de la economía. “Se necesita un programa de estabilización macroeconómica de amplio alcance, que frene y reduzca los desequilibrios fiscales, el exceso de emisión de dinero, que detenga la inflación y reformas estructurales que garanticen más eficiencia en la economía, mayor participación del sector privado, menos monopolio de las empresas estatales. Esta multiplicidad de monedas responde a estas lógicas de reformas aisladas, fragmentadas y la resistencia a aplicar una transformación profunda e integral del fracasado modelo de economía centralmente planificada. Es la reforma más integral a la cual se han estado resistiendo”, insiste Vidal.

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