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Columna
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A oscuras

‘Apagón’ posee calidad, es angustiosa, a ratos hipnotiza. Aunque pertenezca a la ciencia ficción, conecta con el real y generalizado acojonamiento del personal

Una imagen del cuarto capítulo de 'Apagón'.Vídeo: Movistar +
Carlos Boyero

Algunas personas inteligentes y con responsabilidades laborales me cuentan que al llegar de noche a sus casas buscan en la televisión cositas light, o que les provoquen una sonrisa boba, o que les aletarguen. Allá ellos. Como les tengo cariño, no les aconsejaría a los que pretenden dejar su mente en blanco que vieran la serie de Movistar Plus+ Apagón. Posee calidad, es angustiosa, a ratos hipnotiza. Aunque pertenezca a la ciencia ficción conecta con el real y generalizado acojonamiento del personal ante el tenebroso estado de las cosas, ante unos años en los que todo ha ido mal y la fundada sospecha de que todo puede ir a peor. Ocurre que una improbable tormenta solar ha llegado. Y todo es oscuridad, terror, y durísima supervivencia en la tierra.

Devoro de un bocado sus cinco capítulos y me otorgan variadas sensaciones, agradecibles la mayoría de ellas. Es muy bueno el inicio del desastre, el retrato de un grupo de científicos y gestores que prevén el espanto e intentan anticipar remedios para la catástrofe. Te contagian su miedo y su incertidumbre. El director Sorogoyen borda esa tensión. Y triste y temible el segundo, dirigido por Raúl Arévalo y centrado en los hospitales, en el esfuerzo y la impotencia de médicos y sanitarios para aliviar tanto dolor y caos. Y piensas inevitablemente en lo que debió de ocurrir ahí con la peste del covid. El cuarto episodio, dirigido por alguien con tanto sentido del cine como Alberto Rodríguez, me parece espléndido. Sientes la lluvia, la nieve y el frío acompañando a un pastor de cabras que se lleva bien con su ancestral soledad, pero que se sentirá acorralado por depredadores humanos y tendrá que defenderse cuando la huida es imposible.

En el tercer y quinto episodio, dirigidos por Isa Campo e Isaki Lacuesta, me entra un ligero temblor ante la certeza de que va a aparecer la tesis, la moraleja humanista, la bendición entusiasta de los ministerios de Igualdad y de políticas sociales. No tengo pesadillas esa noche. Aunque me hable del horror, si el cine es bueno, las ahuyenta. Apagón lo es.

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