Cáncer de ovario, el más rebelde de los tumores ginecológicos
Cuatro de cada cinco tumores se diagnostican en estadios ya avanzados
El cáncer de ovario es el octavo en incidencia en las mujeres, apenas representa el 3% de los tumores. Sin embargo, es la cuarta causa de muerte por cáncer en este sector de la población tras los de mama, pulmón y colon. Esta desproporción se debe a que su tasa de supervivencia a los cinco años se situaba hasta ahora por debajo del 50%, mientras que, en el cáncer de mama, el de mayor incidencia, ronda el 90%. Cuatro de cada cinco tumores de ovario se diagnostican en estadios avanzados y eso condiciona el éxito de los tratamientos.
Ana Oaknin, jefa de la Unidad de Tumores Ginecológicos del Instituto de Oncología Vall d’Hebron de Barcelona, apunta una realidad científica que juega en contra de un diagnóstico precoz: “El cáncer de ovario de alto grado, el 80% de los tumores, no tiene una lesión premaligna. Se desarrolla ex novo y muy rápidamente″. Pero Oaknin incide en que hay un campo en el que sí hay un amplio margen de mejora, el de la detección precoz, cuando la persona ya tiene un tumor y hay señales que pueden ser claras. “Pasan con frecuencia desapercibidas porque en atención primaria no son suficientemente conscientes de los síntomas tan variados vinculados a un cáncer de ovario: hinchazón, dolor de estómago, depresión, estreñimiento…”. Un mejor conocimiento de este tumor evitaría que las pacientes deambularan de consulta en consulta. “Es muy frecuente, hay mujeres que esperan meses hasta que son diagnosticadas”, apunta Charo Hierro, presidenta de la Asociación de Afectadas por Cáncer de Ovario (ASACO).
Escuchar en la consulta que el tumor está en fase avanzada, como les ocurre a muchas mujeres, supone de entrada un mazazo. La primera sensación es que no hay camino por delante y el futuro se nubla. Hasta hace unos años esa perspectiva se acercaba mucho a la realidad. La supervivencia a los cinco años entre las mujeres diagnosticadas en fases avanzadas (estadios III y IV) se situaba entre el 20% y el 30%. “Empieza a no ser así, incluso en una situación de enfermedad avanzada ahora podemos transmitir esperanza a las pacientes″, señala Antonio González Martín, codirector del Departamento de Oncología Médica de la Clínica Universidad de Navarra y presidente del Grupo Español de Investigación en Cáncer de Ovario (GEICO).
¿Qué ha cambiado para que el horizonte del cáncer de ovario sea mejor que hace cinco o diez años? Los avances en el conocimiento de la biología de este tumor han sido claves porque han modificado dos cosas: por un lado, la forma de entender la enfermedad y su pronóstico, y por otro, la manera de tratarla a partir de esa información seleccionando el tratamiento más adecuado para cada paciente.
Oaknin explica la trascendencia del primer parámetro que valoran los especialistas: “Determinar si existe una mutación genética es crucial desde el punto de vista terapéutico porque puede marcar el tipo de tratamiento que va a recibir el paciente y el beneficio que pueda obtener″.
El 20% de los cánceres de ovario tiene este origen genético, el resto se debe a una conjunción de factores, el más importante es la edad. Los tumores aparecen generalmente después de la menopausia, muy rara vez antes de los 40 años. Haber tenido el primer embarazo después de los 35 años también incrementa las probabilidades de sufrirlo. Asimismo, otros factores vinculados a hábitos de vida, como el sobrepeso o el tabaquismo, parecen tener relación, aunque en menor medida, con el cáncer de ovario.
Sabemos que las pacientes con mutaciones en algunos genes pueden tener un mayor beneficio con tipos específicos de terapia dirigida, un tratamiento que identifica y combate las células cancerosas sin arrasar con las células normales que las rodean.
Cómo anticiparse al tumor
El segundo parámetro que evalúan los oncólogos es la inestabilidad genómica del tumor. Las células disponen de un mecanismo, denominado recombinación homóloga, para reparar los daños que se producen en la doble cadena de ADN. En ocasiones, el mecanismo no funciona y se produce un déficit de recombinación homóloga (HRD), una situación que puede detectarse en las pacientes mediante un test. Esa alteración molecular se convierte en el cáncer de ovario en una ventaja porque hace muy sensible al tumor a algunas terapias dirigidas. El doctor González Martín explica que “es un tratamiento que aprovecha alguna alteración molecular de la enfermedad para dañar las células del tumor y eliminarlas”.
El análisis genético juega también un importante papel en la prevención del cáncer de ovario. Según los especialistas, no tiene sentido hacer un cribado masivo a la población para detectar las mutaciones descritas, pero sí está indicado en mujeres sanas con precedentes familiares de cáncer de ovario con esas alteraciones. Si se detectan, cabe la posibilidad de anticiparse al desarrollo de un tumor mediante una cirugía preventiva. “En estos casos, a partir de los 35 años se les recomienda se les recomienda que valoren la extirpación de los ovarios y las trompas para minimizar el riesgo de desarrollar un tumor″, señala el doctor González Martín.
En el tratamiento convencional del cáncer de ovario la cirugía es un pilar fundamental, junto a la quimioterapia y los nuevos abordajes con terapias dirigidas para evitar las recaídas. El impacto de estas terapias ha sido determinante en el cáncer de ovario, según Oaknin: “Cuando identificamos a las pacientes que tienen alteraciones genómicas somos capaces de aportarle un tratamiento adicional a lo que es la quimioterapia de primera línea que impacta drásticamente en la disminución del riesgo de recurrencia″.
Por su parte, la cirugía se considera crítica porque, como apunta el presidente de GEICO, “conseguir quitar en la primera operación toda la enfermedad aumenta la supervivencia de las pacientes”. Es un factor importante, incluso en estadios avanzados. Por ese motivo, sostiene que “las pacientes deben ser valoradas por equipos multidisciplinares muy expertos, con cirujanos ginecólogos oncólogos altísimamente especializados”.
Conocerlo mejor para detectarlo antes
Uno de los objetivos de la Asociación de Afectadas por Cáncer de Ovario (ASACO) es darle visibilidad al cáncer de ovario entre las mujeres. “No hemos oído hablar de él antes de padecerlo, a no ser que alguien de tu entorno lo haya padecido”, reconoce su presidenta, Charo Hierro. Al margen del pronóstico, el tratamiento produce un gran impacto “porque te quitan los órganos genitales internos y eso provoca complicaciones psicológicas y de relación con la pareja”. Los efectos son tan severos que ASACO ofrece a través del Proyecto Bienestar ayuda psicológica a pacientes y familiares.
Tan importante como dar visibilidad al cáncer de ovario entre las mujeres es facilitar su conocimiento a los profesionales de atención primaria, el primer escalón del sistema sanitario, y con frecuencia el talón de Aquiles en la detección temprana de la enfermedad. A Charo Hierro se lo diagnosticaron en 2010. “Tuve una inflamación abdominal, fui al médico de atención primaria y me dijo que eran gases. Supe que tenía un tumor cuando unos días después acudí de urgencia al hospital porque no podía respirar”.