Cuál debe ser el papel de España en la educación superior de Latinoamérica
El auge de la educación en línea y las medidas antinmigración en Estados Unidos ponen a las universidades españolas en ventaja para atraer a estudiantes del continente
La población de América Latina llegará en 2050 hasta los 784 millones, de acuerdo con una proyección de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL). Hoy son 620 millones de habitantes. El número de estudiantes se duplicará un poco antes. Para 2040, se espera que pasen de los 30,4 a 65,6 millones. Aunque el impacto de la covid-19 en el continente —el más castigado, con un cuarto de las infecciones y un tercio de los fallecimientos mundiales— puede poner en riesgo esta previsión, el crecimiento va a continuar. Las universidades se encuentran ante al reto de doblar esfuerzos y recursos para absorber tal cantidad de estudiantes.
“El aumento de la demanda va a ser tan grande que las universidades presenciales no van a poder afrontarla”, vaticina Rafael Puyol, exrector de la Universidad Complutense y presidente de la Universidad Internacional de La Rioja (UNIR). Puyol cree que, ante esta situación, los centros superiores deberán recurrir a la educación en línea.
La crisis actual ha acelerado el proceso de digitalización en este ámbito. Todas las universidades han tenido que adaptar sus programas a la educación no presencial. El proceso está en marcha.
Pero la adaptación también debe llegar a los recursos. En muchas zonas la viabilidad de los estudios pasa por paliar la falta de medios como ordenadores, teléfonos inteligentes y conexiones a Internet. En la Universidad Estatal de Milagro (UNEMI), cerca de Guayaquil, en Ecuador, esperan doblar el número de alumnos para 2022. Pasarán de 20.000 a 40.000, de los que 30.000 realizarán estudios en línea. “Aquí, muchos ciudadanos tienen problemas para cubrir los gastos de transporte y residencia, no tener que trasladarse hasta el campus es una ventaja”, explica Fabricio Guevara Viejó, rector de la UNEMI. Ecuador es el territorio del continente con mayor penetración de Internet, el 81% de sus habitantes cuentan con conexión.
Hasta junio de 2019, en América Latina y el Caribe aproximadamente el 67% de la población tenía acceso a Internet, según CEPAL y el Foro Económico Mundial. Este porcentaje es inferior en las zonas rurales, en las que tan solo el 23% puede entrar en la Red. Entre países también hay grandes diferencias, tanto de acceso como de la calidad de la señal, algo determinante a la hora de conectarse tanto para recibir lecciones.
En ese proceso de digitalización, las universidades españolas pueden desempeñar un papel importante, dado su prestigio, según Puyol. “Cuando viajas por América Latina te recuerdan la Universidad Complutense o la de Salamanca. Precisamente la Universidad Nacional Mayor de San Marcos, en Lima, se autodenomina la Complutense de Perú porque sus dimensiones, su estructura y su funcionamiento son similares a los de la madrileña”, reconoce Puyol.
Además de los lazos culturales y lingüísticos que unen a ambos territorios, los centros españoles llevan tiempo desarrollando estrategias educativas en línea. Las universidades no presenciales españolas tuvieron 245.421 matriculados en el curso 2018-2019, lo que supone el 15,4% del total de alumnos.
“Hemos pasado por toda una serie de transformaciones universitarias que pueden ser útiles allí”, asegura Rafael Puyol, de UNIR. La mitad de los alumnos de esta institución están en América Latina. Los estudiantes extranjeros no requieren visado para cursar estudios online en centros de educación superior españoles.
“Aquí ya tenemos universidades 100% en Internet y, al igual que muchas empresas nacionales trabajan allí, nuestra acción en el continente americano se debe traducir en ofrecer nuestros conocimientos sobre técnicas de educación online”, continúa. La UNEMI es un ejemplo de ello. “Con el apoyo de UNIR hemos montado nuestra plataforma con 10.000 estudiantes por Internet”, detalla su rector.
Además del aprendizaje digital, la universidad española puede aportar su experiencia en la formación de doctores. Algo de lo que, según Rafael Puyol y Fabricio Guevara, adolece América Latina. “Nos parece relevante el nivel académico y los resultados en investigación de la universidad española en cuanto a los doctorados. Los grupos con más experiencia de España colaboran con nuestros equipos y así podemos avanzar”, argumenta Guevara. “Son campos en los que no se ha llegado ni a la mitad de lo que se puede hacer acá”, agrega optimista.
¿Cómo atraer a los estudiantes latinoamericanos a las universidades españolas?
La incertidumbre ante la evolución de la crisis sanitaria y las restricciones de movilidad complican la llegada de estudiantes extranjeros. Durante el curso 2018-2019 el sistema universitario español contó con 39.878 alumnos no presenciales procedentes de América Latina y el Caribe, 1.000 estudiantes más que el año anterior. “La supresión de la selectividad y la posibilidad de homologar el título de Bachillerato han contribuido al aumento paulatino. Ya no tienen que pasar esos exámenes que para muchos eran administrativamente engorrosos”, argumenta Puyol. Este año, sin embargo, ese aumento podría paralizarse momentáneamente por la pandemia.
Estados Unidos sigue siendo el destino favorito de los estudiantes de América Central y Sudamérica. Allí estudian en torno a 60.000 jóvenes procedentes de estas regiones. El prestigio de los centros superiores de EEUU explica que reciban la mitad de los universitarios latinoamericanos que estudian fuera, según la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE).
Las políticas antinmigración de gobierno estadounidense no se lo están poniendo muy fácil a los estudiantes extranjeros. Trump ha amenazado con retirar los visados a todos los foráneos que en este nuevo curso estudien vía online, una fórmula que muchas universidades del país americano han adoptado ahora como medida preventiva contra la propagación de la covid-19. Este panorama da cierta ventaja a España. “Si las universidades que hablamos español no somos capaces de liderar la educación superior en nuestro propio idioma, serán las anglosajonas quienes aprovechen esta falta de unidad para crecer entre el público latinoamericano”, argumenta Rafael Puyol.
Por eso, el exrector de la Complutense cree que habría que tomar nuevas medidas para estimular la llegada de estudiantes. Entre ellas, destaca la agilización de los trámites educativos y la creación de nuevas becas que se sumen a las ya existentes, como Erasmus Mundus —que proporciona recursos a estudiantes latinoamericanos para que asistan a universidades europeas—. “Debemos promover una política que atraiga talento tanto para que se quede aquí como para que regresen a sus países de origen para aplicar el conocimiento adquirido aquí”, completa.
El reto de un gran espacio internacional en español
El grupo Proeduca, al que pertenece la Universidad Internacional de La Rioja (UNIR), está comprometido con el reto de crear un Espacio Iberoamericano de Educación Superior. “Las universidades españolas y latinoamericanas, públicas y privadas, deben unirse para fortalecer el espacio natural donde vive mayoritariamente la lengua española” señala Rafael Puyol, presidente de Proeduca y exrector de la Universidad Complutense.
Una de las iniciativas para responder a ese reto es el consorcio Cofuturo, una alianza académica de universidades españolas y latinoamericanas, entre las que figura UNIR. Su objetivo es activar programas académicos para la formación de docentes y estudiantes y la realización de doctorados conjuntos interuniversitarios y planes de movilidad virtual, como el programa Mejía Lequerica, que ha impulsado UNIR con 15 universidades ecuatorianas.