Así funciona un centro especial de empleo
Tres de cada cuatro personas con discapacidad encuentran trabajo a través de estos centros que, cada vez más diversos, ofrecen apoyo en la vida laboral y personal del trabajador y adecúan el itinerario profesional a su perfil y habilidades
Adrián Elizalde, abogado navarro de 32 años, no siempre ha sido una persona ciega. Con 20 años le diagnosticaron una enfermedad degenerativa y, desde entonces, mientras estudiaba la carrera de Derecho, fue perdiendo la visión. Hoy trabaja en Integra, un centro especial de empleo (CEE) donde su progresión no se ha frenado. Al contrario: “Quise que se reconociese mi condición en el trabajo. No como lacra, sino para contar con las herramientas oportunas. Aquí mi carrera profesional se ha adaptado a mis necesidades”, detalla.
Qué es un CEE
Un CEE es una empresa que, como tantas otras, proporciona bienes y servicios. Así lo explica Daniel-Aníbal García, secretario de Finanzas de la Confederación Española de Personas con Discapacidad Física y Orgánica (Cocemfe): “No son una ONG. El fin de los CEE es dar empleo remunerado a personas con discapacidad. El trabajo digno y remunerado es el elemento más potente para lograr la autonomía personal y económica”.
En España, tres de cada cuatro trabajadores con discapacidad han encontrado empleo a través de un CEE, según el Observatorio sobre Discapacidad y Mercado de Trabajo nacional. Adrián Elizalde estudió en la Universidad Pública de Navarra. Cuando le sobrevino la enfermedad, hizo un máster en Discapacidad, Autonomía y Atención a la Dependencia. Después pasó por varias empresas ordinarias antes de recalar en Integra, una filial de Clece donde es responsable de las relaciones laborales desde el prisma legal: “Mis experiencias pasadas fueron buenas, pero las empresas y escuelas ordinarias no cuentan con las mismas herramientas de flexibilidad, accesibilidad o apoyo que tienen los CEE para las personas con discapacidad”.
Según datos de diciembre de 2021 del Servicio Público de Empleo Estatal (Sepe), en España hay 2.321 compañías de este tipo. Un 97% son pymes. Emplean a 114.843 personas, de las cuales 98.714 tienen discapacidad. La Administración Pública y las entidades sociales que representan a las personas con discapacidad –Once, en el caso de Elizalde– son la vía de acceso más habitual, una cantera de la que beben los CEE. Luis Cruz, director general de Integra, ensalza esta colaboración: “El 60% de los candidatos viene a través de las más de 400 entidades públicas y sociales con las que trabajamos. Sin ellas sería complicado encontrar aspirantes”, explica.
Los antecedentes de estos centros datan de principios de los ochenta: “Entonces, las personas con discapacidad física se agrupaban en talleres para trabajar. Surgieron de manera espontánea y ellos mismos se autogestionaban”, detalla Daniel-Aníbal García. En la actualidad, los CEE reciben una serie de bonificaciones estatales y están regulados por un Real Decreto de 1985 que les exige dos características esenciales: que al menos el 70% de sus plantillas estén conformadas por personas con una discapacidad reconocida y que habiliten unidades de apoyo, un gabinete de expertos sociales que ayuda al trabajador en su vida laboral y personal.
Cómo funcionan las unidades de apoyo
Adrián Elizalde afirma que para su enfermedad no había tratamiento. Lo bueno, dice, es que desde el principio le pusieron nombre y apellidos: “La afronté mejor de lo que se puede pensar. Sabía cómo iba a evolucionar y qué iba a pasar. Esa certidumbre me ayudó a tomarlo mejor”.
En el caso de Elizalde, que ahora se sirve de un sistema de voz para efectuar sus tareas, su adaptación fue muy fluida, señala Luis Cruz, director general de Integra: “Me sorprendió cómo desde el principio trabajaba sin aparente dificultad. Convive con sus circunstancias y es algo admirable”.
De que esa integración sea óptima velan las unidades de apoyo, un órgano propio de los CEE formado por trabajadores sociales y psicólogos, entre otros perfiles profesionales, que analiza factores como la situación económica, social y sanitaria del empleado para hallar el mejor encaje posible. En palabras de Gregorio García, presidente de la Confederación Nacional de Centros Especiales de Empleo (Conacee): “Lo primordial es que diseñan la trayectoria del trabajador en función de sus capacidades. Después se hace un ajuste continuo de acuerdo a su evolución”. Esta asistencia también se produce fuera de la empresa: “Incluso en tareas cotidianas como ir al banco o tramitar unos papeles. Muchas veces, el personal de las unidades se convierte en una presencia familiar para el empleado”, amplía.
Pluridiscapacidad, un reflejo de la sociedad
Otro rasgo pujante de los CEE es la pluridiscapacidad. Integra, con más de 4.200 empleados, tiene en nómina a trabajadores de perfiles muy diversos: “Hemos llegado al 30% de trabajadores con discapacidad severa, la más difícil de insertar. Tenemos una amalgama que nos enriquece. La clave es procurar que la discapacidad de las personas que seleccionamos no sea limitante a la hora de desarrollarse plenamente dentro de la compañía”, argumenta el director general Luis Cruz.
Es una búsqueda, entiende Daniel-Aníbal García, de Cocemfe, por convertirse en un espejo de la sociedad, cada vez más plural: “Los CEE hoy son omnicomprensivos. Distintas discapacidades se complementan bien y pueden llegar a los puestos más altos de dirección. En uno de estos centros fue donde yo hice carrera”.
Adrián Elizalde admite que se sorprendió al ver el grado de diversidad en toda la jerarquía de la empresa: “Comprobé que se puede crecer igual que en la empresa ordinaria. Existe un ámbito de discapacidad cualificada que accede a puestos de responsabilidad y que hay que reivindicar”.
Cada vez afloran más destinos laborales para este colectivo, que tradicionalmente se encuadraba en tareas poco cualificadas. “Ahora el empleo dentro de los CEE se está abriendo a toda clase de actividades. Es la forma de mejorar la competitividad respecto a las empresas ordinarias, retener el talento y operar en cualquier mercado”, incide Gregorio García, de Conacee.
Precisamente, la transición de los trabajadores con discapacidad al mercado laboral ordinario, prosigue García, debería darse siempre que el empleado quiera y mediante una figura similar a las empresas de trabajo temporal, que puedan ubicarlo en un puesto con encaje real a sus necesidades y unas condiciones concretas: “Un proceder similar al de los propios CEE”, sintetiza el experto.
Elizalde, que ha pasado por ambos mundos, quiere continuar donde ahora mismo dice ser feliz: “No es solo la calidad humana que he encontrado, sino el enriquecimiento profesional y las facilidades para crecer. Me veo muchos años más aquí”.
Los retos de los CEE
En la actualidad, existen dos clases de centros especiales de empleo (CEE): los de iniciativa social, aquellos participados en más de un 50% por entidades sociales o sin ánimo de lucro; y los de iniciativa empresarial. Uno de los grandes retos del sector, entiende Gregorio García, presidente de Conacee, es alcanzar la equiparación de ambos modelos: “El objetivo de todos los CEE es el mismo: la integración de personas con discapacidad. Si existen diferencias en su tratamiento legal se desvirtúa el mercado y las condiciones de los trabajadores“. Estas desigualdades en su consideración legal, amplía García, se materializan en, por ejemplo, la imposibilidad de concurrir a las mismas licitaciones públicas, más restringidas para los centros de iniciativa empresarial, o en la aplicación de diferentes tablas salariales en función de la naturaleza del centro.
La patronal incide además en otro desafío: la necesidad de que se mantengan las ayudas estatales a la contratación de personas con discapacidad. “Es la principal vía para que siga aumentando la contratación. En términos de empleo, las personas con discapacidad no es que estén atrás, es que se ubican en el vagón de cola. Por ello, debería haber un incremento de las políticas activas y en ningún caso un retroceso”, reclama García.