Un gen anticáncer combate también la obesidad en ratones

El CNIO descubre un fármaco con el mismo efecto

Que los obesos tienen más incidencia de algunos tumores ya se sabía. Pero es del todo “inesperado” haber encontrado una base genética que puede explicar este comportamiento. Es lo que ha hecho un equipo del Centro Nacional de Investigaciones Oncológicas (CNIO) dirigido por Manuel Serrano.

El hallazgo, que publica Cell Metabolism, es que ratones con varias copias del gen PTEN, u...

Suscríbete para seguir leyendo

Lee sin límites

Que los obesos tienen más incidencia de algunos tumores ya se sabía. Pero es del todo “inesperado” haber encontrado una base genética que puede explicar este comportamiento. Es lo que ha hecho un equipo del Centro Nacional de Investigaciones Oncológicas (CNIO) dirigido por Manuel Serrano.

El hallazgo, que publica Cell Metabolism, es que ratones con varias copias del gen PTEN, un poderoso anticancerígeno, pueden comer más que los demás sin engordar. “Esto último es un fenómeno del todo insospechado y novedoso”, indica el CNIO en una nota.

La relación es clara: con el doble de copias del gen la masa de los animales era un 28% inferior después de seguir la misma dieta que sus congéneres.

Más información

La causa está en el descubrimiento más destacado en el campo de la obesidad de los últimos tiempos: la grasa parda. Este tejido adelgaza cuando se activa, y ese parece ser uno de los efectos del gen.

Esto se ha descubierto mediante un sistema que copia la cascada de reacciones naturales que lleva desde el gen y su primera manifestación, una proteína, a la que actúa sobre este peculiar tejido adiposo. Una vez descrita la ruta (por desgracia casi nunca la relación entre genes y sus efectos visibles es de un solo paso; la naturaleza no es tan sencilla), el CNIO ha sintetizado una molécula similar a la del último paso, y ha visto que el efecto se repite al suministrársela a ratones. En este caso se trata de la llamada CNIO-PI3Ki, que inhibe la PI3Ki, lo que activa la grasa parda.

La conclusión de este trabajo, según Serrano, es que ahora es posible plantearse en un futuro la existencia de “una píldora que estimule los supresores tumorales o que elimine los excesos de nutrientes”.

Archivado En