De la caja reciclada al papel de semillas: la moda busca la forma de que hasta el envoltorio de nuestra ropa sea sostenible
Las navidades sirven para tomar el pulso a la cantidad de embalaje que envuelve nuestras compras, pero el compromiso por reducirlo se extiende a todo el año. Estas son algunas de las fórmulas más sostenibles que está poniendo en práctica la industria de la moda
El envoltorio es la primera impresión que recibimos de una compra. Una máxima con la que cumplimos cada Navidad, prestando tanta dedicación a la decoración como a la elección del regalo. El papel que utilizaremos para envolverlo, la destreza con la que lo ejecutamos y todos esos pequeños detalles, como lazos, cintas o etiquetas, que completan el mensaje entre líneas de cuánto nos importa su destinatario. El espectáculo es breve, sí. Emocionante, también. ¿Sostenible? La industria de la moda lleva años tratando de resolver esa pregunta. El packaging es también su forma de comunicarse con los clientes, tanto para trasmitir sus valores de marca como para hacerlos sentir especiales, pero la cuestión trasciende de su embalaje: las firmas se han comprometido a analizar su cadena logística para encontrar la forma más idónea de hacernos llegar sus diseños —durante las fiestas, según el último informe de consumo de Google, se producen el 30% de las compras online del año y la moda es uno de sus principales bienes—, sin renunciar ni a la sostenibilidad ni a la emoción.
Para Ruth Fraile, responsable de Sostenibilidad de Smurfit Kappa España, Portugal y Marruecos, uno de los proveedores líderes de embalajes de cartón y papel, “el embalaje constituye una prueba tangible y visual del compromiso que las marcas del sector tienen con la sostenibilidad. Es indispensable que se adapten a las crecientes demandas medioambientales de los compradores. De lo contrario, se arriesgan a perder clientes o a dañar su reputación”. Se apoya en los resultados del estudio elaborado por el proveedor en colaboración con la consultora de investigación True Global Intelligence: el 51% de los compradores españoles admite que características como que pueda reciclarse, que sea biodegradable o esté hecho con materiales reciclados influyen en su decisión de compra. “Además, creemos que las imposiciones legislativas que vienen desde Europa, como es la Propuesta de Reglamento de Envases y Residuos de Envases, serán un impulsor para dar el paso a un embalaje más sostenible en el comercio electrónico del sector de la moda”, puntualiza.
¿Qué características debe cumplir un embalaje sostenible? En Smurfit Kappa apuestan por embalajes circulares y monomateriales, hechos de materiales reciclables como el cartón ondulado. “Tiene la tasa de reciclaje más alta de Europa, por encima del 90%, un indicador de su valorización como residuo”, puntualiza Fraile. “Es el packaging que marcará el camino en el sector de la moda tanto en retail como en eCommerce, por su naturaleza renovable, reciclable y 100% biodegradable, pero sin perder un ápice el estilo y la innovación que requiere esta industria”. La experta destaca la importancia de que las marcas puedan expresarse a través del packaging, ofreciendo soluciones versátiles y personalizables, sin perder de vista su funcionalidad: la de garantizar la integridad y seguridad del producto. “También en eCommerce es importante contar con un embalaje que haga más sencilla y económica la logística inversa, un valor diferencial que determina si un cliente repetirá la compra o no”.
La información es la clave para que las firmas encuentren el embalaje más adecuado para su producto. Las empresas de embalajen se apoyan en herramientas, como LCA Lite en el caso de Smurfit Kappa, para analizar el impacto de sus elecciones. “Así obtienen información sobre las emisiones de gas de efecto invernadero y conocen el porcentaje de probabilidad de que dicho envase o embalaje acabe siendo incinerado. O, en el peor de los escenarios, acabe convirtiéndose en un desperdicio incontrolado en la naturaleza. Es una gran herramienta para tener más consciencia sobre qué y cómo contaminan los envases y embalajes”, apunta Fraile.
Despedirse del plástico
“¿Qué pasaría si todos pudiéramos cambiar la forma en la que se empaquetan nuestros productos, reemplazando los materiales obsoletos por opciones más respetuosas con el medio ambiente?”, se preguntan desde Responsible Packaging Movement, un movimiento impulsado por la marca prAna, que busca minimizar el exceso de embalajes y, en especial, de plástico a lo largo de la cadena de suministro. La firma deportiva lo ha logrado con un método muy sencillo, Roll Packing, con el que enrollan sus prendas para protegerlas durante el transporte, sosteniéndolas con tan solo una brida de papel. “Hay poco desperdicio. Es completamente reciclable. No hay plástico involucrado”, explicaba en una entrevista a Forbes Rachel Lincoln, directora de Sostenibilidad y Cumplimiento Social de la empresa, que aspira a convertirlo en un estándar dentro de la industria.
Las soluciones biodegradables, como el papel o el cartón, también van ganando popularidad. Las grandes firmas del mercado le están plantando cara a las bolsas de plástico que protegen las prendas a lo largo de la cadena de distribución, sustituyéndolas por otras hechas a base de pulpa de celulosa, procedente de bosques gestionados de manera sostenible. “Es una solución de embalaje que le cuesta menos al planeta, ya que no procede de combustibles fósiles, como sí lo es el plástico; y las emisiones de carbono son mucho menores. Se podría decir que las emisiones derivadas del uso de fibra de celulosa son, como mínimo, la mitad del CO₂ emitido por materiales como el plástico”, apuntan desde el Consejo de Administración Forestal (FSC), respaldándose en las cifras de un estudio comparativo publicado por Elsevier. Según los resultados de la evaluación, la fabricación de los envases de plástico tiene un impacto medioambiental de entre 3 y 5 kilos de emisiones de CO₂ por kilo, mientras que en los envases basados en fibras de celulosa apenas alcanzan 1,5 kg de CO₂.
“La demanda de producto certificado incrementa la certificación forestal de nuestros montes y cuantos más bosques estén gestionados de forma responsable, más garantías tendremos de disponer de recursos forestales a largo plazo”.FSC España
Desde la organización forestal insisten en la importancia de conocer su procedencia: “El desafío es asegurar que el papel y el cartón proceden de fuentes responsables y controladas, y concienciar a las empresas para que utilicen packaging certificado FSC y así contribuir a la gestión forestal sostenible”. Etiquetas forestales como FSC garantizan que no solo proviene de fuentes responsables, sino que a lo largo de toda la cadena se cumple con los estrictos estándares ecológicos. “Para demostrar la sostenibilidad del material hay que verificar su trazabilidad y garantizar que procede de bosques gestionados de forma responsable y fuentes controladas, donde la actividad forestal y lo que llamamos aprovechamientos son realizados bajo estrictos estándares medioambientales y sociales que aseguran la protección de las masas forestales, la conservación de la biodiversidad, así como los derechos de los trabajadores y los intereses de las comunidades locales”, desgranan desde FSC.
Cerrar el círculo
La economía circular no solo está transformando la moda, también el uso que hacemos del embalaje. El cambio lo comenzamos a ver en tienda, cuando las bolsas de plástico comenzaron a ser sustituidas por soluciones de cartón reciclado y las tote bag de tela se colaron entre nuestros accesorios diarios. Ahora el foco está en el comercio online. Las firmas tratan de concienciar a sus clientes del impacto medioambiental de sus envíos y buscan la forma de implicarlos en su circularidad, ofreciéndoles la posibilidad de elegir el tipo de embalaje o animándolos a hacer las devoluciones utilizando el mismo paquete. Frente al #unboxing, el fenómeno viral que consiste en desenvolver frente a la cámara nuestras adquisiciones, la pasada Navidad Ecoembes cerró el círculo impulsando el movimiento #reboxing, para concienciar de la importancia de reciclar aquellos envoltorios que ya no nos sirven.
“La circularidad en los embalajes implica asegurar que los materiales siguen un ciclo continuo, evitando así que se conviertan en residuos y maximizando su reutilización o reciclaje”, defiende la co-fundadora de Sheedo, Gala Freixa, una empresa española que, a través de soluciones de embalaje sostenibles, busca devolver a la tierra los recursos que nos presta. En el sentido más estricto, destaca su papel con semillas. “Está fabricado con residuos textiles de algodón y tiene semillas en su composición. Una vez el papel ha cumplido su uso, se puede plantar y convertir en una planta de tomate, zanahoria o flores silvestres. Este papel tiene un gramaje más fino por lo que no se puede utilizar para cajas resistentes de envío, pero sí para sobres o detalles como etiquetas de ropa o tarjetones para comunicar los valores de la marca”. Para la empresaria, estas soluciones plantables —los chips de relleno elaborados a base almidón de maíz o rafia también han ido ganando popularidad como sustitutivo del plástico de burbujas —, “te reconectan con la naturaleza y te hace entender que hay que cuidarla”.
Freixa confirma el interés de las firmas por este tipo de soluciones. “Al principio eran solo pequeñas marcas que llevaban en su ADN la sostenibilidad, pero a día de hoy estamos trabajando con grandes firmas internacionales, incluso con marcas de lujo. La principal demanda se centra en encontrar un packaging reutilizable y reciclado, que vaya acorde con los valores de la empresa y que además sea llamativo para el consumidor”, asegura la experta, destacando la buena acogida de productos como las cajas recicladas, el papel de algodón residual o de vaqueros o el relleno de periódicos reciclados. Reconoce que el camino hacia la sostenibilidad requiere tiempo y esfuerzo continuo. Entre sus principales retos, destaca la búsqueda y creación de soluciones sostenibles que todavía no están consolidadas en el mercado y el riesgo, principalmente económico, que asumen las marcas a la hora de apostar por ellos. “Tenemos la misión de hacer que la sostenibilidad sea más accesible para todos y lo queremos lograr igualando los productos sostenibles en precio, diseño y calidad a aquellos productos que no lo son. Una manera de lograrlo es consiguiendo que más empresas se pasen al merchandising sostenible”, defiende. La sostenibilidad florece con cada pequeño gesto.
Regalar a conciencia
Si envolver las compras navideñas es un arte, hacerlo de forma sostenible es un auténtico regalo. Lo mejor es que no depende tanto del presupuesto, sino de la imaginación.
Reciclaje creativo. No subestimes el poder estético de un periódico: Pinterest está lleno de ejemplos de cómo convertir la actualidad diaria y las revistas viejas en un llamativo papel de regalo. Los mapas viejos también son una buena alternativa.
Bolsas de cartón. Es el recurso favorito de los que no son muy diestros con los envoltorios ni las manualidades y, en honor a la verdad, las que sobreviven año tras año a la Navidad porque no se rompen al abrirlas y son fáciles de guardar. Podemos reutilizar las de alguna de nuestras firmas favoritas o, en el caso de comprarlas, asegurarnos de que estén hechas de materiales reciclados o certificados.
Oda al furoshiki. Se trata de una técnica de origen japonés que consiste en envolver los regalos con telas. Podemos elegir un pañuelo bonito, transformando el envoltorio en otro regalo, o darle una nueva vida a esos tejidos o prendas que tenemos por casa.
No uses adhesivos. Para no comprometer el reciclaje del papel y cartón, apuesta por cintas adhesivas naturales, como el caucho. Los cordeles de yute o las lanas también son una alternativa sostenible y llamativa.
Inspiración natural. Hojas, ramitas, flores secas... Los elementos naturales, además de ser biodegradables, tienen una capacidad innata para elevar cualquier regalo.