Enfermedad cardiovascular: más allá del hombre mayor de 60 años
Al contrario de lo que se pueda pensar, las patologías relacionadas con el corazón también afectan a la población joven y femenina. Según los expertos, cada vez aparecen antes por factores como el estrés, el sedentarismo o la mala alimentación. La prevención y la rehabilitación son claves en el antes y el después de su aparición
Hasta hace unos pocos años, Camila siempre notaba un cansancio exagerado tras dar un paseo o correr unos cuantos metros. “Y era extraño, no sabía por qué”, explica por teléfono esta joven de 18 años desde Sevilla, la ciudad en la que ahora reside. A su lado, su padre Marco Larriba, de 49 años, narra cómo durante meses removió cielo y tierra en busca de una explicación médica a la enfermedad de su hija. Nunca sospecharon del corazón: Camila era demasiado joven. Tras varios diagnósticos fallidos, los especialistas dictaminaron finalmente que sufría una miocardiopatía restrictiva, una patología muy infrecuente y grave. Su corazón tenía un tamaño más grande de lo normal y, si seguía creciendo, pronto no le cabría en la caja torácica. La solución era el trasplante. “Como padre te trastoca la vida. No piensas que tu hija, teniendo 14 años, pueda tener un problema de este tipo”, confiesa Larriba. Camila, en cambio, explica que, al enterarse, sintió alivio: al fin descubría qué le ocurría, al fin confirmaba que “no estaba loca”. El trasplante fue un éxito: “A los cinco días estaba montando en bici. Ahora hago deporte, viajo… La mayoría de las cosas que hace la gente normal”, cuenta.
En España, las enfermedades cardiovasculares son la primera causa de mortalidad femenina y la segunda en hombres, según los últimos datos (2021) del Instituto Nacional de Estadística (INE). Diversos estudios indican que, además, en estas patologías rige un sesgo de edad –a más años, mayor prevalencia– y de género –afectan tres veces más al hombre que a la mujer–. Pero los expertos advierten de que en ningún caso son dolencias exclusivas de la población masculina de más 60 años, como se suele creer.
Un ejemplo es lo que le sucedió a Camila. Y no es el único, ni mucho menos, explica el doctor Pablo Sutelman, especialista en Cardiología y jefe de la unidad de Insuficiencia Cardíaca del Instituto del Corazón Quirónsalud Teknon (Barcelona): “Estamos observando que la enfermedad cardiovascular aparece cada vez más en gente joven –aquella menor de 50 años–. Algunas de las causas son el aumento del estrés, un estilo de vida más sedentario que antaño en el que colabora la conectividad permanente a dispositivos móviles, menos actividad física, peor alimentación…”, argumenta.
Prevalencia de la cardiopatía isquémica por grupos de edad y sexo
La prevalencia de la cardiopatía isquémica aumenta con la edad. Supera los 100 casos por cada 1.000 habitantes en hombres mayores de 70 años, en los que la prevalencia es 3 veces mayor que en las mujeres.
En vista de la penetración y diversidad de la enfermedad cardiovascular, la comunidad médica plantea un abordaje basado en el antes y el después: hay que atender tanto a la prevención de la patología como a la rehabilitación cuando el suceso ya ha tenido lugar. “Solo así minimizaremos la incidencia de la enfermedad. Y solo así garantizaremos una calidad de vida óptima y una reducción de la mortalidad tras una dolencia de este tipo”, resume Sutelman.
El antes: de la prevención primaria a la prevención primordial
La diversidad de casos en las cardiopatías es cada vez mayor, como señalan los expertos y corroboran los datos de incidencia. Precisamente por eso, la prevención y el control temprano, sea de una cardiopatía congénita o una sobrevenida, es el principal caballo de batalla de la enfermedad. Borja Ibáñez, cardiólogo en la Fundación Jiménez Díaz y director científico del Centro Nacional de Investigaciones Cardiovasculares (CNIC), resalta la trascendencia de cuidarse lo antes posible: “Da igual que hablemos de mujeres u hombres, de jóvenes o mayores. El mensaje que tiene que calar en la población es que nunca es pronto para controlar los factores de riesgo cardiovascular”. Unos riesgos que, en esencia, no han cambiado a lo largo de los años, pero en algunos casos sí han aumentado: “No estamos inventando la rueda: los principales son la mala alimentación, el consumo de sustancias como el alcohol o el tabaco o el sedentarismo”, enumera Ibáñez.
Lo que la población desconoce, entiende el doctor, es que cualquier mínima mejora en estas parcelas conlleva un grandísimo impacto en la salud cardiovascular. Principalmente en la prevención de la acumulación de colesterol en las arterias, un fenómeno llamado aterosclerosis que es el desencadenante de la dolencia más frecuente: la cardiopatía isquémica, una insuficiencia del riego sanguíneo de la que pueden derivar infartos o ictus, entre otros.
Incidencia de la cardiopatía isquémica en España
Es la enfermedad cardiovascular más frecuente en España, según los últimos datos del INE (2021). El 2,3% de la población la sufre.
3%
son hombres
1%
son mujeres
Aunque la aterosclerosis no solo se asocia a la dolencia cardiaca: un reciente estudio del CNIC ha demostrado que también tiene “una fuerte relación” con una reducción del metabolismo cerebral: “La gran epidemia de deterioro cognitivo y enfermedades como el alzhéimer o la demencia puede tener aquí su explicación. Sabemos ahora que la aterosclerosis de algunas arterias no se manifiesta solo en forma de infarto”, detalla Ibáñez.
La preocupación por el colesterol y la tensión suele llegar a partir de los 40 años, estima el doctor Borja Ibáñez. Sin embargo, el especialista también considera que vamos tarde: “Hay que cambiar el paradigma. Pequeñas bajadas de colesterol a edades tempranas tienen una incidencia brutal en la salud cardiovascular; es como el que va ahorrando poco a poco. Por eso hay que lograr que los jóvenes se conciencien”, prosigue. Hace unas décadas, tener la glucosa por las nubes no era nada extraordinario. Hoy sí lo es. Lo mismo ha de pasar en el ámbito cardiovascular. “Hay que adquirir una nueva cultura: que los jóvenes vean como algo normal controlarse el colesterol y la tensión. Ya no hablamos de prevención primaria, sino de prevención primordial”, sintetiza.
El colesterol, el gran enemigo
El doctor Borja Ibáñez pone números al beneficio de controlar los niveles de colesterol cuanto antes: "Se ha demostrado que pequeñas bajadas del mismo a la edad adulta pueden reducir un 25% el riesgo de enfermedad cardiovascular. Y esa misma reducción, si se efectúa entre los 20 y los 30 años, reduce ese mismo riesgo en un 60%", ejemplifica.
El después: la importancia del apoyo emocional
El gerundense David Grau, de 61 años y jefe del servicio de Deportes de la Universitat de Girona, también se sale del patrón mayoritario de paciente cardiovascular. Practicó durante toda su vida deporte a alto nivel, pero hace 16 años, cuando tenía solo 45, sufrió una muerte súbita a consecuencia de una obstrucción arterial mientras jugaba al baloncesto. En su familia no había antecedentes, que él supiera. Salvó la vida porque en el polideportivo había un desfibrilador olvidado en un maletín y la mujer de uno de sus compañeros de equipo sabía manejarlo. “Un mes y medio después me hicieron un doble bypass en el corazón y me instalaron un desfibrilador automático. Hoy hago deporte cuatro veces a la semana, sigo una dieta y tomo medicación”, explica.
Grau dedicó mucho tiempo a la rehabilitación física, una rutina que incluso hoy ha retomado. Pero también recurrió a la ayuda profesional para restaurar la confianza mental perdida y alejar el miedo a una posible recaída. “Lo que cuesta más es la recuperación psicológica. Por ejemplo, perdí la capacidad de concentración: era incapaz de leer más de una página seguida. Luego está la inseguridad: el primer año, a la primera molestia (por ejemplo, subiendo escaleras) me asustaba fácilmente”, describe.
El doctor Pablo Sutelman, del Instituto del Corazón Quirónsalud Teknon de Barcelona, incide en que hay que prestar la misma atención a la herida emocional que a la física, sobre todo en los más jóvenes: “En este grupo de edad a veces estigmatizamos la enfermedad cardiovascular. Y queda el temor. Hay que entender que es un proceso, que los altibajos son normales. Recurrir a la ayuda profesional, mantener una actitud positiva y apoyarse en la familia y los amigos es básico para una recuperación psicológica exitosa”, detalla.
Grau, con el apoyo de especialistas, perdió el miedo a hacer una vida normal. Y retomó el deporte, su pasión. “Sigo con el rugby, el baloncesto… Desde hace tiempo no tengo miedo a que me pase algo o a reconocer posibles síntomas. Tampoco me da ansiedad no recordar lo que pasó durante las dos horas que rodearon al síncope”, relata.
Camila y su padre Marco Larriba encontraron otro tipo de apoyo psicológico: las asociaciones de pacientes. “Lo que le pasaba a Camila era una probabilidad de una entre dos millones. Y te asustas. Tienes la idea de que las personas trasplantadas quedan muy débiles, que siempre estarán entre alfileres. Pero conoces a gente que ha pasado por lo mismo y te tranquiliza la información que te dan y ver cómo están de bien, cómo lo han superado”, asegura.
Tanto Grau como afectado directo como Larriba como familiar han virado hacia el activismo tras su experiencia con la enfermedad cardiovascular. Grau da charlas “siempre que me lo piden” en facultades o escuelas sobre el deporte y la muerte súbita. Marco ofrece su apoyo a familias que están pasando por situaciones similares a la que atravesó su hija Camila y reivindica la importancia del apoyo al prójimo y la donación de órganos. “La historia de mi hija puede ayudar a familias como en su momento otras historias nos ayudaron a nosotros. Es predicar con el ejemplo. Nos sirve como terapia”, dice. Camila ya cursa segundo de Bachillerato con la normalidad de cualquier otro adolescente y tiene claro que quiere estudiar Psicología. El motivo: “Igual así puedo ayudar como me ayudaron a mí”.