Los peligros de la cirugía ‘low cost’
Desde hace unos diez años, Turquía se ha convertido en el destino de las cirugías e implantes de bajo coste, y no siempre sale tan barato como proponen
A raíz de la noticia que 67 personas se han infectado de botulismo en Europa, tras someterse a una intervención de pérdida de peso en Turquía, con el uso de la toxina botulínica, se ha puesto de manifiesto cuánto de seguras son estas intervenciones. Desde hace unos diez años, Turquía se ha convertido en el destino de las ...
A raíz de la noticia que 67 personas se han infectado de botulismo en Europa, tras someterse a una intervención de pérdida de peso en Turquía, con el uso de la toxina botulínica, se ha puesto de manifiesto cuánto de seguras son estas intervenciones. Desde hace unos diez años, Turquía se ha convertido en el destino de las cirugías e implantes de bajo coste, y no siempre sale tan barato como proponen. En España aún no se ha registrado ningún caso de botulismo, pero todos los hospitales están en guardia por si sucediera.
La causa del botulismo es iatrogénica, es decir, que se da como consecuencia de una intervención médica, pero se desconoce el origen, es decir, si se ha producido por una mala praxis o bien por una contaminación de la toxina.
Para empezar, la utilidad de la toxina botulínica para la pérdida de peso no está descrita más allá de ensayos clínicos. Se está usando sin evidencia científica y asumiendo unos riesgos que, para empezar, se desconocen. El uso de la toxina, mediante inyección intragástrica, busca relajar las paredes musculares del estómago, con lo que se ralentiza el vaciado gástrico y la persona percibe más saciedad, lo que llevaría a una pérdida de peso al ingerir menos cantidad de comida. Todo esto es en teoría, porque, insisto, no hay estudios que lo demuestren. En el caso de que este método funcionase, debería repetirse cada cinco o seis meses, debido a que la toxina va perdiendo eficacia, lo que supondría pasar por quirófano de forma periódica.
A mi consulta han llegado pacientes que se habían hecho una cirugía bariátrica en Turquía, y no sabían ni qué técnica habían utilizado, ni tenían un informe, ni mucho menos pautas postoperatorias. Básicamente, les habían intervenido, habían pasado dos días de reposo y se habían subido de vuelta en un avión, con todos los riesgos que esto conlleva. No dudo de que haya clínicas que hagan las cosas correctamente, pero mi experiencia es esta: pacientes que no saben muy bien cómo continuar una vez hecha la intervención, sin revisiones postoperatorias, sin pautas nutricionales, ni un mínimo control médico.
La cirugía bariátrica está contemplada cuando la reeducación alimentaria ha fracasado, y hay un índice de masa corporal (IMC) mayor o igual a 35 kg/m², independientemente de la presencia, ausencia o severidad de las comorbilidades que tenga. Y también se considera con enfermedad metabólica e IMC entre 30 y 34,9 kg/m² (SECO Sociedad Española de Cirugía de la Obesidad).
Además, ha de valorarse el estado psicológico del paciente, si padece trastornos de la conducta alimentaria, o si hace un consumo de sustancias tóxicas. Por ello, lo deseable es que sea un equipo multidisciplinar compuesto por cirujanos, nutricionistas y psicólogos o psiquiatras, los que valoren la idoneidad del candidato. Además, debe hacerse un seguimiento postoperatorio.
¿Por qué cuento todo esto?
Cuanto todo esto porque, aunque la cirugía bariátrica es necesaria y resulta exitosa en la mayor parte de los casos, creo que hay una parte de la que no se da tanta información, o que no se tiene en cuenta al decidir entrar en un quirófano.
Por muy bien que esté hecha la cirugía, la persona que se somete a ella tendrá que hacer unos cambios de por vida, en cuanto a su alimentación, actividad física y cuidados; esto no es cuestión de operarse y listo. Además, hay que tener en cuenta los riesgos que conlleva cualquier paso por quirófano.
El cambio de alimentación, en la mayor parte de los casos, comienza antes de la intervención, donde se suele pautar dieta líquida al menos dos semanas antes de la intervención, para minimizar los riesgos en el quirófano, así el paciente llega con menos peso a la cirugía. En el postoperatorio también se recomienda dieta líquida, después se va haciendo una reintroducción de alimentos en función de la tolerancia de estos, hasta una dieta sólida completa. Al estar el sistema digestivo tocado, puede haber vómitos, diarreas, dificultad para tragar, un síndrome de Dumping (vaciado gástrico rápido después de comer, si es precoz a los 10 minutos y tardío a las 2-3 horas).
A nivel nutricional hay que hacer un control para evitar carencia de nutrientes y dificultades en el abordaje de la pauta. Además de guiarle, para que se adhiera a una alimentación saludable conforme a sus necesidades, estilo de vida, contexto social y económico.
El cambio físico es muy llamativo cuando hay una operación de este tipo, por lo que se recomienda que haya un seguimiento psicológico, el cuerpo cambia muy rápido, pero la cabeza necesita asimilar estos cambios de mano de un profesional. Generalmente, queda en el cuerpo un remanente de piel excesivo y cambios corporales a los que hay que confrontarse y aceptar. Y, por supuesto, hay que sumarle las revisiones con cirugía como en cualquier intervención.
Es un proceso mucho más complejo de lo que se escucha por ahí. Es importante que, si se toma una decisión, se haga bien asesorado y teniendo en cuenta todo el trabajo y cambio que implica, porque, de nuevo, la salud no es solo cuestión de kilos.
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