La mitad de los apagones y bloqueos digitales de 2021 fueron en África subsahariana

Los cortes intencionados de internet y redes sociales afectaron el año pasado a 171 millones de usuarios en 21 países de todo el mundo, 11 de ellos al sur del Sáhara, y costaron casi 2.000 millones de euros

Un ciudadano navega por internet desde su móvil junto a un locutorio en una calle de Abiyán, Costa de Marfil.LUC GNAGO (Reuters)

El Gobierno ugandés tiene el dudoso mérito de haber inaugurado los apagones digitales en África en 2021. Con unas controvertidas elecciones presidenciales en el horizonte, el día 13 de enero por la tarde internet dejó de ser accesible a través de las redes móviles del país de África oriental. Era la víspera de las votaciones. El apagón, ordenado por una instrucción gubernamental a las principales operadoras de telefonía, se mantuvo durante cinco días, hasta el 18 de enero, y las redes sociales continuaron experimentando interrupciones hasta el 10 de febrero. Oficialmente, la medida pretendía evitar que se difundiesen resultados falsos y mensajes de odio que alentase la violencia durante los comicios. La sociedad civil considera que con el apagón se intentaba dificultar la organización de la oposición, neutralizar las denuncias de abusos durante las votaciones y evitar la difusión de mensajes críticos.

El coste económico del bloqueo en Uganda se ha cuantificado en unos 100 millones de euros. Las consecuencias sociales son más difíciles de valorar. Algunas organizaciones denunciaron que, durante este periodo, los ugandeses corrieron un riesgo innecesario, ya que, por ejemplo, algunos servicios sanitarios se vieron afectados, sin contar con la violencia de la represión que se produjo cuando las redes se silenciaron.

El esquema del episodio ugandés es bastante representativo del balance de interrupciones intencionadas de internet en la región de África subsahariana durante el pasado año, donde se localizan más de la mitad de los países que las sufrieron. Según los datos del observatorio Top10VPN, en 2021, se produjeron apagones digitales en 21 países de todo el mundo, once de ellos en África subsahariana. Estos afectaron a 171 millones de usuarios y tuvieron un coste económico de más 1.770 millones de euros.

En la mayoría de las democracias que se están consolidando, la gente ... participa cada vez más en el espacio cívico y en la gobernanza. A menudo a las autoridades no les gusta este cambio en la dinámica del poder e intentan controlarlo

“Los cortes de internet están aumentando en África. En la mayoría de las democracias que se están consolidando, la gente es cada vez más asertiva e intenta estar más informada; a la vez, participa cada vez más en el espacio cívico y en la gobernanza. A menudo a las autoridades no les gusta este cambio en la dinámica del poder e intentan controlarlo. La mayoría de los cierres ordenados por los gobiernos africanos tienen lugar en torno a las protestas y las elecciones, con el fin de silenciar a los disidentes”, resume Felicia Anthonio, activista de Access Now y una de las encargadas de la campaña KeepItOn, que monitoriza y lucha contra esta forma de censura.

Por otro lado, la organización Surfshark también publica un informe anual, aunque este solo contempla los cierres de redes sociales, por lo que sus cifras son relativamente distintas. Sin embargo, según este otro balance, de los 17 países afectados en 2021, diez se encuentran en África subsahariana. La diferencia radica fundamentalmente en la evolución, ya que los datos de Surfshark revelan un descenso de estos episodios respecto a 2020.

Pero más allá de los matices en las metodologías, lo que preocupa y moviliza a los defensores de los derechos digitales es el impacto de estos apagones. “La observación que hacemos es que es muy habitual en muchos países africanos, cuando se acercan periodos delicados como las elecciones, los cortes sean frecuentes”, advierte Qémal Affagnon, responsable en África Occidental de la organización Internet Sin Fronteras. “Esta es una observación que atestigua el fracaso del marco democrático en estos países”, continúa el activista, “porque sabemos que en algunos países, cuando se censuran los medios de comunicación, por ejemplo, internet es el último lugar al que puede acudir la gente para expresar su descontento”.

Para Affagnon, como para otros analistas, esta migración de las voces críticas hacia el espacio digital explica el mayor control de las redes por parte de las autoridades: “En este tipo de situaciones, los poderes públicos no dudan en cortar radicalmente internet. Vemos cómo a partir de cierto momento, los países africanos están más dispuestos a organizar estas elecciones, pero al mismo tiempo, en esos períodos, en lo que se refiere a la comunicación o a la circulación de los resultados, las cosas no siempre suceden como deberían, y seguimos asistiendo, desgraciadamente, de manera recurrente a los bloqueos del ciberespacio”.

El informe de Top10VPN revela que en África subsahariana se encuentran más de la mitad de los países donde se produjeron interrupciones, y que igualmente albergó más de la mitad del tiempo de estas: 15.963 horas de las 30.179 que se produjeron en todo el mundo. Pero que Asia es el continente más golpeado por estas medidas en lo que se refiere a los usuarios afectados y en el coste provocado.

Uno de los datos que señala el aumento de la amenaza en África subsahariana es que recurrir a esta forma de censura se ha hecho más habitual. En 2020 la sufrieron ocho países de la región, frente a los once del año pasado, y la duración ha aumentado más del doble, de 6.929 horas en 2020 a las mencionadas 15.963 en 2021. Todos esos elementos preocupan a la sociedad civil. Anthonio, por ejemplo, alerta sobre los malos ejemplos que suponen la falta de reacciones por los apagones. “Cuando un Gobierno ve cómo sus vecinos cierran internet y salen con más poder y sin consecuencias, es más probable que se anime a intentar la misma táctica. Para invertir esta tendencia, debemos hacer que los mandatarios sean responsables de sus actos y dejar claro que los días de impunidad han terminado”, sentencia la activista de Access Now.

Los apagones son impuestos tanto por regímenes democráticos como autoritarios en todo el mundo
Felicia Anthonio, activista por los derechos digitales

Por otro lado, resulta preocupante el perfil de algunos de los países censores, que se encuentran entre los que tiene prestigio democrático. “Los apagones son impuestos tanto por regímenes democráticos como autoritarios en todo el mundo”, señala Felicia Anthonio, “y la principal razón por la que los gobiernos de África cierran internet es para controlar la narrativa e impedir el flujo de información”. Affagnon cita uno de los casos más sorprendentes del año pasado: “En marzo de 2021, por ejemplo, Senegal, que a menudo se cita como modelo en términos de práctica democrática, experimentó un período de alta tensión política, relacionada con la detención del opositor Ousmane Sonko y que fue interpretada por sus partidarios como un secuestro. Esta situación provocó una serie de manifestaciones violentas, saqueos y la muerte de personas durante los enfrentamientos con la policía. En este contexto, se cortó internet y, una vez más, se observó rápidamente que se vulneraban derechos, como la libertad de expresión, por ejemplo”.

Lo cierto es que la situación de los primeros meses de 2022 no resulta demasiado halagüeña. Algunos de los casos, sin ir más lejos, demuestran esta continuidad, vinculadas a ciertas situaciones de inestabilidad. “El 23 de enero, las autoridades burkinesas tomaron la decisión de cortar la red por tercera vez en pocos meses. Lo hicieron mientras circulaban informaciones de que se habían escuchado disparos en la capital y el presidente estaba siendo retenido por soldados amotinados”, recuerda el representante de Internet Sans Frontières. Concretamente, el Gobierno burkinés cerró internet en noviembre en el marco de una ola de manifestaciones contra el paso de un convoy militar francés por el país. Repitió la operación el 8 de enero, coincidiendo con lo que se anunció como una operación contra un Golpe de Estado. Y volvió a hacerlo el 23 de enero, cuando un levantamiento del ejército derrocó al presidente Roch Kaboré. En lo que va de año se han registrado incomunicaciones intencionadas, además de en Burkina Faso, al menos, en Sudán, Etiopía, Zimbabue y Nigeria.

Ante esta situación, Felicia Anthonio disecciona el fenómeno de los apagones: “Son un ataque a la democracia y a los derechos humanos. Son actos intencionados de los gobiernos para silenciar a la gente y controlar la narrativa, precisamente, cuando la gente está buscando información esencial o que puede salvarle la vida en medio de una crisis, o luchando por sus derechos fundamentales”.

Para cimentar su denuncia, la activista de Access Now recuerda lo que ocurre cuando se desconecta la red: “Seguimos documentando graves violaciones de derechos humanos cada vez que las autoridades cierran internet. Esta obstrucción dificulta que los periodistas y activistas puedan exigir responsabilidades a los autores de estos delitos y alimentan una peligrosa cultura de impunidad. Los bloqueos desgarran a las familias y las amistades, ya que las personas se quedan aisladas, otras pierden trabajos, becas u otras oportunidades, y profundizan la brecha digital de género entre hombres y mujeres”. Anthonio envía un mensaje firme que puede servir de resumen de la situación: “Una cosa está clara, no importa la justificación que den los gobiernos: los cierres de internet destrozan vidas y nunca deben ser normalizados”.

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