El Caribe de Bad Bunny

Los lectores sobre el cantante puertorriqueño, el veto a TikTok en Estados Unidos, una iniciativa de reforestación y el uso por los políticos de las tragedias

Admiradores de Bad Bunny hacían cola el día 15 en San Juan (Puerto Rico) para comprar una entrada para uno de sus conciertos.Ricardo Arduengo (REUTERS)

Reducirlo a un mero cantante de reguetón es limitarse a lo trivial. Bad Bunny es un artista irreverente, exuberante e intrépido, capaz de denunciar las desigualdades, las violencias de género o la homofobia. Lo admiro porque tiene la capacidad de reinventarse y atreverse. Demuestra que no es necesario ajustarse a los estándares de belleza para ser atractivo e interesante, desafiando los cánones heteronormativos. En su último álbum unifica e identifica la esencia de Puerto Rico con ese tono alegre y melancólico a la vez. No solo captura la esencia de su tierra, sino que logra, en un momento de creciente polarización, recordarle a su gente el valor de sus raíces. Es un llamamiento de resistencia a la gentrificación y colonización, un recordatorio de la identidad y la unión como fuerzas poderosas.

Minerva Cano Domínguez. Madrid

TikTok en EE UU

El Supremo de EE UU ha avalado una ley que obliga a TikTok a cesar sus operaciones en ese país, argumentando riesgos para la seguridad nacional por su vinculación con la empresa matriz en China. TikTok se ha convertido en un espacio clave para la expresión, la interacción social y la creación de comunidades basadas en intereses compartidos. Su desaparición podría generar sentimientos de aislamiento en algunos usuarios y afectar especialmente a los creadores de contenidos. La decisión también abre la puerta a reflexionar sobre el impacto de las redes sociales en la vida cotidiana.

Alba Cruza Escudero. Castelldefels (Barcelona)

Árboles por goles

El futbolista keniano Lesein Mutunkei tuvo un día una idea mientras daba toques al balón y veía la llanura pelada: plantar 11 árboles por cada gol que marcase. En poco tiempo llegaron a mil; ahora ya son parques inmensos. Mutunkei quiere que la FIFA haga lo mismo y adopte el plan Trees for Goals. No tenemos por qué esperar a que los futbolistas profesionales consigan dianas. Podemos plantar árboles por cada gol que marquemos, por cada canasta que encestemos, por cada kilómetro que corramos. Por cada vez que nos salga bien la comida, cada hora que dejemos de pelear con el móvil, cada error que cometamos. También por cada acierto, por cada nuevo amigo que conozcamos, por cada canción que bailemos. Y por las que no bailemos. Once árboles plantados por cada cosa.

Emmanuel Rueda Girondo. Vigo

Usar el sufrimiento como arma política

Soy profesora de Lengua Castellana y Literatura. Igual que un zapatero se fija en los zapatos o un peluquero en los peinados, yo me fijo en cómo utilizamos las palabras. Vivo en Getafe. No tengo familiares en Valencia. Ninguna persona querida ha perdido la vida, su casa, su trabajo… Tampoco he vivido una guerra. No he sentido el desgarrador dolor en las entrañas cuando alguien a quien quieres pierde la vida, un brazo, se muere de hambre o se va apagando de pena. Pero cuando escucho a los políticos utilizar el sufrimiento de las personas como arma contra sus adversarios, me desgarro emocionalmente. Los políticos deberían estar bien preparados, pero, sobre todo, deberían tener corazón.

Esther García Ruiz. Getafe (Madrid)


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