El daño de Milei

El presidente argentino empaña con su deriva autoritaria la estabilidad económica conseguida en sus primeros 12 meses de gobierno

Milei, el día 6 en un acto con empresarios uruguayos en Montevideo.Federico Gutierrez (EFE)

Javier Milei cumple hoy un año como presidente de Argentina. El 10 de diciembre de 2023, el ultraderechista —hasta entonces un economista extravagante que lanzaba insultos en la televisión— llegó a la Casa Rosada con la promesa de terminar con la inflación y desguazar el Estado. También de luchar contra “la casta”, un término donde incluye a conveniencia a políticos, periodistas, empresarios, sindicalistas o artistas críticos. Le bastaron dos meses para convertir en superávit el déficit fiscal que Argentina arrastraba desde mediados de los 2000. Y un semestre para domar el IPC, que pasó del 25% mensual en diciembre del año pasado a menos del 3% en octubre. Los mercados abrazaron eufóricos al nuevo mandatario: subieron los bonos de la deuda argentina, bajó el riesgo crediticio y se anunciaron inversiones. Milei llega a su primer aniversario con una popularidad de más del 50% en los sondeos.

La euforia, sin embargo, oculta que no todo es lo que parece. La pobreza afecta a más de la mitad de los argentinos, y la apertura indiscriminada de importaciones pone en riesgo a miles de pequeñas empresas. Son cada vez más los economistas liberales que advierten de que el tipo de cambio está artificialmente atrasado respecto al dólar, una estrategia —condición necesaria para el milagro económico junto a las restricciones para comprar dólares libremente— que ya en el pasado terminó con devaluaciones abruptas, más pobreza y pérdida masiva de empleos. Para Milei, sus críticos son “econochantas [impostores]”, “libertarados” o simplemente “zurdos [izquierdistas] de mierda”. Las responsabilidades institucionales no han hecho corregir sus malas formas al presidente argentino.

Milei mina día a día los consensos que ha forjado la democracia argentina durante los últimos 40 años. Es negacionista de los crímenes de la dictadura militar y del cambio climático. Sus diatribas contra la “justicia social”, que considera una aberración, se materializan en la quita de medicamentos gratis a los jubilados o en la propuesta de gravar la salud y la educación de los extranjeros, mientras los sectores más reaccionarios de su Gobierno censuran en las escuelas libros que consideran “pornográficos”. “No hay plata”, dice, para las universidades o la ciencia, pero el Ejecutivo destina millones de euros a la compra de equipos para las Fuerzas Armadas.

Hay sectores financieros que miran con admiración los números de Argentina, pero también es necesario prestar atención a la deriva autoritaria de un Gobierno que no parece dispuesto a detenerse ante nada. Milei se considera depositario de una misión divina destinada a terminar con lo que llama “el comunismo internacional” liderando una cruzada emprendida por “las fuerzas del cielo”. No todo vale a cambio de reducir la inflación.

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