Un nuevo guion para Europa
Para derrotar a los ultras de derechas es necesario dar respuestas a quienes ven un futuro negro
Los populares han ganado las elecciones europeas, pero el avance de las fuerzas ultranacionalistas, euroescépticas y xenófobas ha sido arrollador. Todavía los partidos que llevan desde el comienzo las riendas de la Unión pueden seguir gobernándola, los democristianos y los socialdemócratas, desde hace un t...
Los populares han ganado las elecciones europeas, pero el avance de las fuerzas ultranacionalistas, euroescépticas y xenófobas ha sido arrollador. Todavía los partidos que llevan desde el comienzo las riendas de la Unión pueden seguir gobernándola, los democristianos y los socialdemócratas, desde hace un tiempo ya con la ayuda de los liberales y convendría seguramente que ahora contaran también con los verdes; esta vez, sin embargo, a su lado se levanta una densa sombra que puede nublarles y distorsionarles la mirada. Van a convivir con el ruido permanente de cuantos no creen en un proyecto cosmopolita y abierto, que procura la convivencia entre los diferentes, y que se sostiene en la democracia y el Estado de derecho. Mal asunto el fracaso de las distintas izquierdas y de los liberales en estas elecciones. No han sabido dar respuesta a los que se encuentran devorados por el creciente malestar de no conseguir ver un futuro por delante. Si Europa lo tiene, si sus maneras y logros y objetivos siguen siendo necesarios en el próximo mundo que está amaneciendo en esta época confusa, las fuerzas que defienden su proyecto tenían que haber hecho durante la campaña el esfuerzo de explicarlo, contarlo y acercarlo a quienes están sucumbiendo al desaliento.
Se olvida con demasiada frecuencia la sensibilidad que los grandes líderes de la extrema derecha del siglo XX tuvieron por los descontentos. El fascismo de Mussolini los protegió con su corporativismo y les dio vuelo dentro del rugido de las masas para exaltar la modernidad y la juventud y el brío y la virilidad de su proyecto totalitario. También el nazismo procuró mimarlos y tenerlos de su lado. Hitler decía que “el socialismo real” había que conquistarlo en “la forma suprema del Volk”. “El marxismo no es socialismo’, afirmaba, ‘yo arrebataré el socialismo a los socialistas”. La frase la recoge el historiador británico Brendan Simms en su Hitler. Solo el mundo bastaba (Galaxia Gutenberg), publicado en España en 2021 y donde procura mostrar ese otro componente que alimentaba la obsesión del Führer por dominar el mundo: su odio a todo lo que significaban entonces el Reino Unido y Estados Unidos.
También esas fuerzas que avanzan hoy en Europa llevan dentro una maquinaria bien engrasada que fabrica odio hacia Bruselas, pero han decidido trabajar en el interior de sus instituciones para ir minando desde dentro sus fortalezas. La Unión Europea no es ese monstruo que les quita poder a los Estados nacionales, tal como la pintan, sino un proyecto que ha logrado, por ejemplo y recientemente, que esos países tan diferentes unieran sus fuerzas para combatir los efectos anómalos y destructivos de una pandemia y para salir de sus terribles efectos económicos a través de los fondos Next Generation.
Europa está trabajando para las próximas generaciones en un contexto muy difícil y en el que pierde cada vez más peso, y va a tener graves complicaciones para incorporar a los que están heridos y dañados en un proyecto en el que la prosperidad llegue de verdad a todos. De eso tenía que haberse hablado más en la campaña, de cómo diablos hacerlo. Los guionistas prefirieron, por lo menos en España, que el relato tuviera el vuelo corto de las insidias domésticas y que el protagonismo recayese en el miedo al ascenso de la ultraderecha. Así que iluminaron sus reclamos (acaso) más de la cuenta para que se les vieran los colmillos. Quizá toque ahora construir un nuevo guion, que arrastre y seduzca, y que no solo asuste y provoque pesadillas.