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Las urnas ‘zapato’ donde Sheinbaum y Gálvez obtuvieron todos (o casi todos) los votos

En la pasada elección presidencial hubo casillas con más sufragios que los previstos en el padrón y otras donde todos los votos posibles fueron a una opción política. Las irregularidades o incluso delitos electorales apenas supusieron el 1% del total

Una funcionaria del INE durante el recuento de votos que implica el cómputo distrital, este 5 de junio.
Una funcionaria del INE durante el recuento de votos que implica el cómputo distrital, este 5 de junio.INE
Zedryk Raziel

En las elecciones presidenciales del pasado domingo, en el municipio serrano de Tamazula, Durango, al norte de México, la casilla básica de la sección electoral 1298 recibió 702 votos para Morena, la formación de Claudia Sheinbaum, la candidata del oficialismo; y cero votos para el resto de los partidos en la boleta. En el padrón había 712 personas registradas, de modo que prácticamente todos los habitantes de la sección acudieron a votar a una sola opción política, según lo asentado en el acta de escrutinio de ese colegio electoral. A más de 2.000 kilómetros de ahí, en el sur selvático de San Cristóbal de las Casas, Chiapas, una casilla de la sección electoral 1927 —la urna contigua 2— recibió 595 votos para la alianza del PAN, PRI y PRD, que postulaba a Xóchitl Gálvez, y solo 14 sufragios para la coalición oficialista. Otras urnas de la misma sección en Chiapas registraron el mismo comportamiento de una enorme votación por la alianza opositora y saldos mínimos para Morena.

En México, en cada elección, sucede el fenómeno de las urnas zapato, aquellas que parecen “hechas a la medida” de un partido o candidato. La votación en esas casillas suele ser anómala, y puede indicar —aunque en menor medida— falsificaciones de cifras en los colegios electorales, o —lo que es más común— el control territorial de cacicazgos que marcan a la gente la ruta de cómo votar. Otro fenómeno es el de casillas en las que se cuentan más sufragios que los que estaban previstos en el padrón (urnas embarazadas, en el argot político mexicano). Los datos del Programa de Resultados Electorales Preliminares (PREP) del INE dan cuenta de que en la elección presidencial del domingo hubo decenas de urnas con alguna de esas características.

El acta de un centro de votación en Tamazula (Estado de Durango) donde todos los sufragios fueron para Claudia Sheinbaum.
El acta de un centro de votación en Tamazula (Estado de Durango) donde todos los sufragios fueron para Claudia Sheinbaum.INE

Los especialistas advierten de que, aunque se trata de anomalías e incluso de delitos electorales, no alteran el resultado de los comicios, pues ocurrieron en una porción mínima (menos del 1%) de las casi 170.000 casillas instaladas, además de que la diferencia entre la candidata ganadora y la que quedó en segundo lugar fue de más de 30 puntos. A ello hay que añadir que el Instituto Nacional Electoral (INE) ha iniciado este miércoles los cómputos distritales, en los que se vuelven a contar los resultados anotados en las actas de escrutinio de cada colegio electoral. El INE también ha anunciado que se reabrirá el 60% de las casillas para hacer un recuento. En esos ejercicios de control se localizan las urnas con irregularidades. Las inconsistencias son corregidas, o bien, las urnas son anuladas, si la gravedad lo amerita, de modo que el espacio para el fraude es mínimo, apuntan los expertos.

Las urnas irregulares

Hay algunos ejemplos de urnas que resultaron embarazadas simplemente por errores de captura de datos. Es el caso de la casilla básica de la sección 581 en el municipio de Tlapa, Guerrero. Allí, el PREP detectó más votos que personas inscritas en la lista nominal. Al comparar los datos capturados con los datos en el acta, se advierte el origen del problema: el PVEM —parte de la alianza oficialista— obtuvo 50 votos, pero se capturaron 560. Los cómputos distritales del INE permitirán ajustar la cifra correcta.

Sin embargo, hubo otros ejemplos que exceden la lógica del mero error. Es el caso de la urna básica de la sección 593 en Cancún, Quintana Roo. El padrón era de 463 personas. Los resultados fueron: 859 votos por la coalición de Sheinbaum y 21 por la de Gálvez, más 76 para Movimiento Ciudadano —que postuló a Jorge Álvarez Máynez— y cuatro nulos. Llama la atención que en esa casilla solo estuvieron los representantes de Morena y el PT, de la alianza oficialista. En el bando opuesto hay ejemplos parecidos. Un caso ocurrió en la urna básica de la sección 218 de Ramos Arizpe, Coahuila. Se esperaba la votación de 464 ciudadanos empadronados, pero en el acta de escrutinio se asentaron 846 sufragios para la candidatura de Gálvez y 124 para la de Sheinbaum, además de 15 nulos.

Las urnas zapato pueden estar dispersas territorialmente y aparecer pespunteadas en el mapa mexicano. Otras, sin embargo, siguen una lógica territorial, según los datos del PREP. Un ejemplo de esto último ocurrió en San Cristóbal de las Casas, en Chiapas, en algunas secciones del distrito electoral 5. En siete casillas de las secciones 1927 y 1929, de cada diez votos, entre ocho y nueve fueron para la candidatura de Gálvez, a través del PRI (el PAN y el PRD prácticamente no recibieron apoyo). Si se amplía el rango a los puntos de ese distrito donde más del 60% de los sufragios fue para Gálvez, se tiene que, en 28 urnas de 13 secciones, dicha candidata obtuvo casi 13.000 votos (la mayoría al PRI), contra 1.500 para Sheinbaum. Prácticamente en todas las casillas hubo solo representantes priistas y panistas, aunque en varios casos estuvieron también representantes de Morena.

El acta de un centro de votación en Zinacantán (Estado de Chiapas) donde la gran mayoría de los sufragios fue para Xóchitl Gálvez.
El acta de un centro de votación en Zinacantán (Estado de Chiapas) donde la gran mayoría de los sufragios fue para Xóchitl Gálvez.INE

También hubo casos parecidos de urnas zapato territoriales a favor de la candidata oficialista, pero en Guerrero. Los datos preliminares del PREP arrojan luz sobre las urnas en varias secciones electorales del distrito 1, con cabecera en Ciudad Altamirano, y el 3, en Zihuatanejo. Se hizo una selección de 73 urnas donde más del 80% de los sufragios fueron para la candidatura de Sheinbaum. En términos nominales, en la selección hubo casi 20.000 sufragios para el oficialismo contra casi 900 para la oposición (en un tercio de esas urnas, la candidatura de Gálvez obtuvo de cero a dos votos).

La enfermedad y el antídoto

El especialista electoral Luis Miguel Carriedo señala que el embarazo de urnas y las casillas zapato son prácticas ilegales que datan del siglo XX, cuando el PRI dominaba la política y había un temor al fortalecimiento de la oposición. La apertura democrática de finales de siglo trajo mecanismos para ir expurgando de la médula de las instituciones las posibilidades del fraude. Dichas herramientas van desde el hecho de que el INE, una institución autónoma, sea la que resguarde el padrón electoral y no la Secretaría de Gobernación, hasta el uso de tinta indeleble, boletas infalsificables y urnas transparentes. Los cómputos distritales y el recuento de urnas son otro método contra la falsificación de la voluntad popular.

“Sí hubo algunos incidentes, pero son menores frente a la dimensión de las 170.000 casillas que se instalaron”, contrasta Carriedo. “No podemos hablar de una elección técnicamente lastimada. Las prácticas de acarreo, compra de voto o coacción, por supuesto que se dan en el país. Las casillas zapato son un síntoma de que algo puede estar mal, pero eso se reporta. Es decir, son prácticas que han ocurrido en México, pero hay elementos institucionales para contenerlos, hay solvencia para detectarlos y corregirlos. Yo no veo en esta jornada electoral que haya ganado la trampa”, apunta.

El académico explica que, de manera automática, el INE detecta y manda a recuento las urnas en las que los votos exceden el listado nominal y aquellas donde el 100% de la participación favoreció a un partido o candidatura. También van a recuento urnas donde los votos nulos son mayores a la diferencia entre el primer y segundo lugar (en elecciones muy cerradas, unos cuantos sufragios mal contados hacen la diferencia). “Los cómputos distritales son un instrumento de certeza donde se corrige, se clarifica y transparenta todo lo que pudiese generar duda. O sea, si lo que dicen las actas no lo dijeron los votos, eso se va a saber en el cómputo distrital, y se corregirá. Así está el modelo electoral mexicano”, detalla.

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Sobre la firma

Zedryk Raziel
Reportero de EL PAÍS México, especialista en la cobertura de asuntos políticos y de corrupción. Licenciado por la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la UNAM. Ha sido colaborador en el diario Reforma y el portal Animal Político. Es coautor de ‘El caso Viuda Negra’ (Grijalbo, 2022).
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