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La caída de Unifin: un nuevo golpe a las pequeñas empresas en México

Los pequeños y medianos negocios generan casi el 80% del empleo en el país, pero son excluidos por la banca comercial, lo que les obliga a financiarse con prestamistas

Interior de las oficinas de Unifin en Ciudad de México
Interior de las oficinas de Unifin en Ciudad de México.Unifin (RR.SS.)
Isabella Cota

La mayor arrendadora de pequeñas y medianas empresas en México, Unifin, anunció recientemente que no pagará parte de los intereses de su deuda para convertirse en la tercera prestamista no bancaria del país en default, o impago. Su caída impactará a los negocios que, históricamente, han sido excluidos por la banca comercial. El momento es particularmente duro, ya que estas no han encontrado apoyo en el Gobierno.

Unifin es la prestamista más reciente en caer, pero no la única. Hace un año, la estadounidense AlphaCredit cayó en impago después de que se encontraran errores inexplicables en su contabilidad. Eventualmente, se acogió a la ley mexicana del concurso mercantil, una especie de bancarrota. Después vino Crédito Real, la prestamista de microcréditos más grande de México, la cual está ahora, al igual que Unifin, en proceso de reestructuración.

En México, como es en otras economías emergentes incluyendo la china, el mercado para una empresa que ofrezca créditos pequeños, ya sean personales o empresariales, es muy grande por una razón: los bancos comerciales no prestan al grueso de la población. Una combinación de factores, entre ellos la falta de incentivos y la enorme demanda de crédito de los gobiernos, coloca a México como uno de los países en donde el crédito al sector privado es muy bajo en comparación con el resto de América Latina, limitando su potencial económico.

Unifin llegó a llenar ese vacío con un modelo de arrendamiento en el que un empresario obtiene un crédito para comprar maquinaria o algún activo, el cual funciona como un colateral o respaldo. Este mercado equivale al 5% de la cartera de créditos a empresas de la banca comercial, de acuerdo con datos de Redd Intelligence, firma global de información financiera especializada. Entre el 30% y el 40% de ese mercado está en manos de Unifin. La empresa no respondió a una petición de comentario de EL PAÍS.

El hueco es tal que se ha creado en México este sector conocido como “banca en la sombras”, conformado por empresas que, por no tener una licencia bancaria, no tienen permitido captar recursos de sus clientes. En cambio, se financian a través de bonos de deuda y créditos bancarios e invierten en agresivas campañas de recolección. En el caso de Crédito Real, su mercado más importante eran los créditos de nómina a empleados gubernamentales.

De acuerdo con el Banco de México, el 63% de las empresas en el país se financian a través de sus proveedores, es decir, compran un insumo o servicio con la promesa de pagar después sin que acumule interés. La banca del desarrollo es la menor fuente de recursos para las Pymes, con solo el 2,5%.

Las pymes sintieron desde 2020 la ausencia del Gobierno, cuando el presidente Andrés Manuel López Obrador decidió no subsidiar el desempleo durante los confinamientos por la pandemia de la covid-19. México gastó cerca del 1% del producto interno bruto (PIB) en programas de apoyo por la pandemia, la tasa más baja en la región latinoamericana y una de las más bajas del mundo. Como consecuencia, cerraron más de 1,5 millones de negocios. El 78% del empleo en el país lo generan pequeñas y medianas empresas, de acuerdo con el Instituo Nacional de Geografía y Estadística (Inegi).

En marzo, el secretario de Hacienda Rogelio Ramírez de la O anunció que el Gobierno destinaría 10.000 millones de pesos para créditos a pymes que se otorgarían de manera coordinada con la Asociación de Bancos de México (ABM). Pero el plan no se ha materializado.

“Estamos muy avanzados”, dijo el miércoles en conferencia de prensa Daniel Becker, presidente de la ABM, “estamos simplemente esperando algunas definiciones de criterios por parte de uno de los reguladores; estamos también pidiendo una simplificación de carácter administrativo para que sea más fácil acreditar a estas empresas pequeñas y medianas”. Peticiones de información hechas por EL PAÍS a la Secretaría de Hacienda no fueron respondidas.

Riesgo de contagio

Uno de los factores que llevaron a Unifin a incumplir en el pago de su deuda fue la pérdida de confianza de los bancos después de que sus competidores, AlphaCredit y Crédito Real, admitieron errores de años en su contabilidad. “La cartera de crédito y arrendamiento del prestamista no bancario mexicano Unifin puede ser de peor calidad de lo que la compañía ha dejado entrever”, escribió en un reporte a clientes la especialista Xochitl Herrera, de Redd Intelligence. Esto ha prendido las alertas entre analistas.

Unifin aseguró que su impago se debe a que los bancos cortaron sus líneas de crédito. La decisión sugiere un contagio de desconfianza que empezó hace un año con AlphaCredit y se exacerbó con la reestructuración de Crédito Real. Mientras tanto, el resto de las prestamistas no bancarias, pudieran sufrir nuevas trabas en su propio financiamiento.

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Sobre la firma

Isabella Cota
Es corresponsal económica para América Latina. Como periodista de investigación trabajó con Quinto Elemento Lab, NHK, BusinessWeek y OpenDemocracy, entre otros. También fue staff de Bloomberg News y Reuters en Centroamérica y Reino Unido. Es licenciada en Comunicación y Máster en Periodismo de Negocios y Finanzas por City University London.

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