El Movimiento del Sombrero, de un proyecto regional a la primera línea de la política mexicana
El asesinato de Carlos Manzo ha catapultado a la corriente política que fundó el alcalde asesinado y que ahora amaga con captar a los desencantados con el oficialismo en Michoacán


Un sombrero se ha convertido en símbolo de resistencia ante la crudeza de la violencia en México. También es el legado de Carlos Manzo en Uruapan, Michoacán, después de que fuera acribillado en la plaza del pueblo durante las festividades del Día de Muertos. Ese mismo sombrero, un morral cruzado al pecho y una vestimenta modesta, atuendo típico en muchas regiones del país con vocación campesina, distinguieron a Manzo en su paso por el Congreso mexicano (2021-2024) antes de convertirse en alcalde y perder la vida en ese cargo. Cuando el michoacano tomaba la palabra como diputado, el sombrero descansaba en la tribuna, ese sefacilitaba su identificación cuando la bancada mayoritaria de Morena era aún un compendio de nuevos rostros, incluido el suyo. El final de ese periodo legislativo marcó el fin de su corta relación con el oficialismo y el nacimiento ese mismo año de su proyecto político integrado por liderazgos locales sin partido: el Movimiento del Sombrero.
El nombre que dio a la apuesta política encarrilada electoralmente como independiente, en alusión a su característico accesorio, simbolizaba entonces al pueblo, a la clase trabajadora del campo, y ahora aglutina a muchos críticos con la situación de inseguridad, que han alzado la voz o se han sumado a la ola opositora aprovechando la efervescente indignación que dejó el asesinato de Manzo a manos del crimen organizado.
En 2024, el Movimiento del Sombrero logró colarse en el mapa político, ganando espacios en todos los niveles. Manzo, con 95.000 votos, se convirtió en el primer presidente municipal de Uruapan en llegar a ese cargo sin partido. Su corriente, también conocida como La Sombreriza, ganó a Morena, el segundo mejor posicionado, tres diputaciones: dos locales, con Carlos Bautista Tafolla y Conrado Paz, y una federal con Guadalupe Mendoza. Todas por Michoacán. Un despegue remarcable para tan joven agrupación.
Ahora ha dado un salto decisivo a la primera línea de la política mexicana. El asesinato de Manzo y la crisis de violencia en esa y otras regiones del país, ha catapultado por el momento a su agrupación política hasta el punto de que las casas encuestadoras la ven con posibilidad de pelearle el poder al oficialismo, al menos en Michoacán, uno de los Estados más golpeados por el puño del crimen organizado. Aunque la duración del efecto del sombrero aún es incierta y, antes de cualquier pronóstico aventurado, los herederos políticos de Manzo deberán sostenerse más allá de esta etapa coyuntural.
El analista político Salvador Camarena considera prudente no adelantarse. “Un movimiento requiere varias pruebas de ácido, qué pretenden y cuál es su agenda”, argumenta. Ha pasado menos de un mes desde el asesinato del alcalde, los ánimos siguen encendidos y cualquier pronóstico sobre los alcances de La Sombreriza son inciertos. “No minimizo ni la legitimidad de sus demandas ni que ha venido de una región del país y ha sacudido el centralismo de un Gobierno federal ensimismado, pero es muy pronto para dar por sentado que ha llegado un movimiento que a mediano o a largo plazo se constituirá en un referente”, recalca, mientras plantea que sea un efecto estrictamente coyuntural.
Morena, el partido más poderoso de México fundado por el expresidente Andrés Manuel López Obrador, transitó por caminos largos y pedregosos antes de ganar las presidenciales. A su registro como agrupación política nacional en 2014 le antecedió casi una década de campañas, de recorridos por el país, de mítines sin quorum, de plantones en el Zócalo y en las avenidas más transitadas de Ciudad de México. Paso por tres campañas presidenciales antes de llegar a la silla de poder. A este otro movimiento, el del sombrero, le ha bastado un asesinato y la indignación colectiva para avanzar 41 puntos en la preferencia electoral -el porcentaje con el que ganó el gobernador de Michoacán, Alfredo Ramírez Bedolla, en 2021-, según las encuestas locales. Los integrantes del movimiento que enarboló Manzo se han sujetado del efecto político que ha despertado el asesinato del alcalde. “Váyanse despidiendo de los lujos del poder, de las tranzas y la corrupción que a todas luces brilla, porque ahora nos toca a nosotros, a los del Movimiento del Sombrero”, lanzó contra el oficialismo Guadalupe Mendoza desde la tribuna de la Cámara de Diputados.
Hace unos días, en la entrada del Congreso de Michoacán, resonaba una arenga. “¡Pura sombreriza!, ¡pura sombreriza!, ¡pura sombreriza!“, decenas de personas enardecidas agitaban los sombreros en mano. En paralelo a la protesta, Grecia Quiroz, viuda de Manzo, abrazada al sombrero de su esposo, recibía el Gobierno que al padre de sus dos hijos le costó la vida. “Este Movimiento del Sombrero no lo callaron y no lo van a callar”, lanzó, flanqueada por legisladores ataviados con el accesorio, frente a un Legislativo de mayoría oficialista. Un día antes, sombreros ensangrentados y veladoras cubrieron las curules de la oposición en la Cámara de Diputados durante la discusión del presupuesto del Gobierno de Sheinbaum para el próximo año.
“Quienes mandaron matar a Carlos Manzo no supieron que este sombrero tiene una fuerza imparable, incansable con la que en el 2027 les vamos a dar un voto de castigo porque nos vamos a hacer valer y vamos a honrar la memoria de Manzo”, dijo Quiroz de nuevo el fin de semana durante una jornada de protestas en Uruapan, ya como presidenta municipal en funciones. El mensaje político en un Estado gobernado por el morenismo ha sido directo. La tragedia en Uruapan ha marcado un punto de inflexión en la política mexicana. La viuda de Manzo ha delineado sus objetivos. “Voy a seguir los pasos de Carlos Manzo, les voy a dejar un Uruapan, un Michoacán y un México que él hubiese querido”, dijo en su toma de protesta.
El Movimiento del Sombrero se enfrenta este fin de semana a su primera prueba. La convocatoria a una marcha multitudinaria en Ciudad de México, en memoria del alcalde de Uruapan y en contra de la violencia. Grecia Quiroz, se ha desmarcado. “No somos quienes estamos encabezando esta marcha”, dijo este jueves después de la reunión que sostuvo con el secretario de seguridad, Omar García Harfuch. La movilización confluirá con la de la generación Z, que ha sido desacreditada por Sheinbaum como una campaña internacional de desinformación. Antes del deslinde de la presidenta municipal de Uruapan los integrantes de La Sombreriza habían llamado a una manifestación pacífica. “Esta marcha debe ser símbolo de un México que exige justicia, que está cansado de los circos del poder, de los abrazos falsos y las promesas vacías”, dijo Carlos Bautista. La movilización pondrá a prueba cuánto músculo ha ganado El Movimiento del Sombrero, mientras los tiempos políticos definen si llegó o no para quedarse.
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