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El misterio del barco en el Golfo de California: el hallazgo de 27 menores apunta a una posible red de trata de personas

Las autoridades de Sinaloa creen que los adolescentes, de entre 13 y 17 años, trabajaban ilegalmente como jornaleros en Baja California Sur

Misterio en las aguas mexicanas. El hallazgo este jueves de una embarcación con 27 adolescentes —todos entre los 13 y 17 años de edad— y una joven de 18 años en el Golfo de California disparó sospechas en un país que lo ha visto casi todo. ¿Eran jornaleros? ¿Migrantes? ¿Mano de obra para el crimen organizado? Después de horas de dudas y versiones encontradas, las autoridades del Estado de Sinaloa, donde se encuentran ahora los menores, creen que el grupo se dirigía a los campos agrícolas en el municipio de Comondú, en Baja California, para la siembra de espárragos.

La secretaría de Marina ha informado en un comunicado que las 28 personas llegaron “por sus propios medios” al puerto de La Paz, en Baja California. Las autoridades detectaron entonces que el arribo era atípico. El grupo no estaba acompañado y todos tenían consigo maletas. Los marinos ayudaron a trasladar a los adolescentes a Topolobampo, Sinaloa, en el ferry Santa Marcela II, que comunica la península de Baja California con el México continental.

Claudia Sánchez Kondo, la fiscal sinaloense, ha confirmado a este diario que se ha iniciado una investigación por “trata de personas en la modalidad de explotación laboral” que cuenta con el apoyo de la Fiscalía General de la República. Los menores, que están en buen estado de salud, se encuentran en un albergue estatal, donde se les brinda ayuda médica y social. La fiscal ha informado que los adolescentes están declarando ante las autoridades para determinar quién los contrató en La Paz.

“El Ministerio Público ha realizado entrevistas a 25 de las personas rescatadas, quienes de manera coincidente manifestaron que viajaban de forma voluntaria a Baja California Sur para realizar trabajos agrícolas”, informó la Fiscalía General. Algunos menores ya habían trabajado en los campos de Comondú. Las autoridades, no obstante, han decretado que se encontraban trabajando como jornaleros agrícolas en la comunidad de Valle Constitución de forma ilegal, pues no contaban con la autorización de sus padres.

Para algunos de los menores, este ha sido el final de un trayecto de cientos de kilómetros. “Algunos traen consigo una acta de nacimiento del Estado de Chiapas”, señala la fiscal. Hay otros adolescentes que no han podido confirmar la nacionalidad mexicana, algo que los investigadores tendrán de determinar en las pesquisas sobre una posible red de trata de personas.

No todos los adolescentes hablan español. Traductores de lenguas indígenas del sur de México los han ayudado a declarar. Algunos de los menores han podido incluso hablar con sus familiares vía telefónica.

La embarcación, dentro de la que se encontraban las 28 personas, fue localizada a la deriva y sin rumbo fijo cerca de la Terminal Dos del puerto de La Paz. Se ignora hasta el momento si había alguien que la navegara, lo que llamó la atención de los marinos. Estos hicieron un operativo, se acercaron y llamaron a los responsables de la nave. Al no tener respuesta, un grupo ingresó pensando que podía ser una nave cargada con drogas. En su interior, en cambio, encontraron a los jóvenes “como esclavos”.

El Gobierno de Baja California Sur afirman que detectaron que existía un grupo de menores trabajando en sus campos, por lo que fueron llevados al ferry para que iniciaran el viaje de vuelta al sur de México. El Gobierno de Sinaloa, sin embargo, se dispuso a recibirlos y apoyarlos. “El humanismo te obliga a que tengas que atender todo sin pensar que le pertenece la obligación a tal o cual gobierno”, afirmó el jueves el gobernador de Sinaloa, Rubén Rocha Moya. Los periodistas que lo interrogaron quisieron saber por qué los adolescentes no fueron atendidos en La Paz, lo que sigue siendo una incógnita.

“Sigue siendo alarmante la indiferencia y el desconocimiento frente a la explotación laboral en el campo mexicano, así como la desesperación de las familias que, ante la falta de alternativas, permiten y a veces buscan que sus hijas e hijos migren hacia el norte de México o hacia Estados Unidos, donde viven múltiples violencias”, dijo la investigadora Iliana Padilla, Doctora en Estudios Regionales con énfasis en América del Norte por la Universidad Autónoma de Sinaloa (UAS).

Y Padilla añade: “La persistente necesidad de atribuir el mal al narco, como si todo lo que ocurre en México se explicara por esa figura. Cuesta más aceptar que detrás de la migración a los campos agrícolas hay empresarios ‘respetables’ y un sistema en el que también participan las autoridades”.

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