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África Express, la Torre de Babel musical: “Este es un experimento que nos permite darnos cuenta de que el mundo no es tan grande”

La agrupación, cofundada por el inglés Damon Albarn, festejó en México 20 años de romper fronteras y celebrar la diversidad a través de la música: “Se trata más de sabores. Lo increíble es que todos tenemos un sabor diferente y através de él entiendes la cultura”

Carlos S. Maldonado

Una calurosa mañana de finales de octubre Camilo Lara, del Instituto Mexicano del Sonido, formaba parte de un particular cónclave musical. Varias decenas de artistas de todo el mundo se habían encerrado en las instalaciones de la Universidad de Guanajuato, en el centro de México, para ensayar el que prometía ser un espectáculo mayúsculo: la clausura del Festival Internacional Cervantino, uno de los mayores eventos culturales de América.

Bajo la dirección del músico inglés Damon Albarn, cofundador de la agrupación Gorillaz, Lara y otros 50 artistas provenientes de los cuatro continentes afinaban en un secreto de claustro los detalles del bailongo. Nada se podía filtrar, a pesar de la voracidad de una decena de periodistas que merodeaban el campus. Así desembarcaba por segunda vez África Express en México, para celebrar dos décadas de romper fronteras con la música. “Este es un choque de diferentes texturas sonoras. Es como una Torre de Babel llena de gente, culturas, ideas e idiomas”, dice Lara durante un descanso en medio de la comida para hablar con este periódico.

EL PAÍS estuvo entre una media docena de medios invitados a conversar con los integrantes del grupo en esta experiencia mexicana. La llegada a México de esta agrupación se produce tras un año lleno de gloria: lanzaron su más reciente álbum titulado Africa Express Presents... Bahidorá y triunfaron en una gira europea que los ha consagrado como un proyecto referente en la música contemporánea. Para los organizadores del Cervantino su presentación sería “un evento histórico” al unir en la mítica explanada de la Alhóndiga de Granaditas a músicos, cantantes y DJs de todo el mundo, en un viaje musical que recorre la cumbia, el kuduro, la salsa, el hip hop, el soul y el pop.

El proyecto surgió en Malí en 2006 con la idea de reunir a músicos variados para explorar ritmos locales y crear una mezcla particular a través de la electrónica. Se ha consolidado como una plataforma global que rompe fronteras y celebra la diversidad. Dave McLean, integrante de la banda inglesa Django Django, ha participado en varios proyectos de la agrupación, el primero en Malí en 2013. La idea, dice, ha sido expandirlo por el mundo y aterrizar en varios lugares para trabajar con sus creadores. Es lo que ha ocurrido en esta ocasión en México. McLean explica de que el punto de partida que los llevó a unir músicos de distintos continentes es explorar diferentes raíces musicales.

“Es increíble, porque te permite conocer y trabajar con músicos con los que no te habrías cruzado de otra manera. Y es una locura, porque la música que creamos juntos es una pasada. Sobre todo en México, donde encuentro muchísimos lazos con la música sudafricana, incluso con ritmos de Uganda, como el kuduro”, expone. “Es hermoso ver la conexión entre la música mexicana y la sudafricana, y las numerosas relaciones que tenemos con la música inglesa y griega. Es muy interesante. Esto es un experimento. Y creo que es un experimento muy importante que nos permite darnos cuenta de que el mundo no es tan grande”, agrega.

En la travesía mexicana ha participado la sudafricana Moonchild Sanelly, productora de gqom, un género de música electrónica percusiva que surgió a principios de la pasada década en Durban, Sudáfrica. Sanalley ha crecido tanto en la industria de la música, que ha conquistado a Beyoncé, con quien ha compartido escenario. Ella confirma esos lazos de la música mexicana con la africana. “Con muchas estrellas mexicanas encuentro mucha influencia del afro pop sudafricano. Es como si se conectaran. Es una especie de barco y nos damos cuenta de que las diferencias no son tantas”, dice.

Ese ese sincretismo el que permite mantener viva durante dos décadas esta plataforma global. “Siempre hay algo nuevo que crear. Como músico, siempre es gratificante hacer algo nuevo. Es fácil mientras te apasione hacer música. Eso te motiva a participar en cada canción”, explica Sanelly. Es lo que ha pasado en México, relata: “Literalmente, la primera semana, los dos primeros días, son una locura, porque todos se conocen, están emocionados y con ganas de colaborar. Me parece que fluye con naturalidad cuando es algo que haces constantemente”.

Los artistas han logrado mantener un diálogo intenso a pesar de no compartir idioma, formación o tradición musical. Y en momentos cuando muchos proyectos musicales entre África y Europa corren el riesgo de caer en el exotismo, África Express intenta no reproducir una mirada colonialista, sino que sus integrantes trabajan desde el respeto a las diferentes culturas, explican. Así se posicionan frente a un debate tan actual como es la apropiación cultural: “Esto no es un equipo de fútbol”, dice Lara. “Se trata más de sabores. Lo increíble es que todos tenemos un sabor diferente y esa es la belleza. Te das cuenta de que a través de ese sabor entiendes la cultura. No creo que seamos embajadores ni nada parecido”, comenta.

“La música que hacemos individualmente es tan diversa, incluso en cuanto a los mercados en los que nos hemos movido, que simplemente estamos siendo nosotros mismos”, acota Sanelly. “Siento que si a este proyecto, específicamente sabiendo lo que estamos creando, alguien lo viera como apropiación cultural cuando estamos mezclando nuestras culturas, colaborando literalmente, eso anularía el propósito de ser artista, porque me limitaría, porque me interesa un determinado terreno. Quiero explorarlo. Así que siento que han elegido a personas que valoran ese estilo de vida y el intercambio cultural, celebrándolo”, afirma.

Se trata, reafirma el mexicano Lara, en “un choque de diferentes texturas sonoras. Creo que el ritmo es muy universal también. Es como si yo eligiera nuestro instrumento tradicional, porque tenemos muchos, así que lo mezclo con la electrónica, porque sigo buscando algo nuevo. Para mí esto es como una Torre de Babel, llena de gente, culturas, ideas, idiomas. Esa una forma especial de sentirse”, afirma.

Una Torre de Babel que demostró toda su potencia en la clausura del Cervantino. Dos días después del ensayo y la entrevista con este periódico, decenas de artistas de cinco continentes ofrecieron un espectáculo memorable en la explanada de la Alhóndiga de Granaditas. El público pudo disfrutar de lo que cocinaron por días a puertas cerradas en el campus de la Universidad de Guanajuato. De la mano de Damon Albarn brillaron sobre el escenario La Bruja de Texcoco, Eme Malafe, Meme del Real, Baba Sisoko, el Instituto Mexicano del Sonido, Django Django, Luisa Almaguer, Los Pream, Abou Diarra, M.anifest y Nick Zinner, en una mezcla que rompía las fronteras entre África, América y Europa. Y con un compromiso político: “A la verga la violencia, que viva la música, chingao”.

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Sobre la firma

Carlos S. Maldonado
Redactor de EL PAÍS México. Durante once años se encargó de la cobertura de Nicaragua, desde Managua. Ahora, en la redacción de Ciudad de México, cubre la actualidad de Centroamérica, temas de educación, cultura y medio ambiente.
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